El episcopado argentino I. La catástrofe y la negación de la realidad
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El episcopado argentino I. La catástrofe y la negación de la realidad

La crisis vocacional en Argentina alcanza niveles alarmantes con seminarios casi vacíos. Wanderer analiza cómo el impacto del episcopado en el proceso. También el caso particular del Seminario de San Luis.

La semana pasada, Mons. Sergio Buenanueva, obispo de San Francisco en Argentina, siempre muy activo en las redes sociales, recordó acertadamente en su cuenta de X un texto del Papa León XIV en el que advertía que la falta de sacerdotes en Francia (y el obispo pedía leer “Argentina”) es una gran desgracia. Razón tiene este obispo, como buen pastor, de estar preocupado: su diócesis, de 250.000 fieles, tiene solamente un seminarista; pasarán años o décadas antes de que la catedral franciscopolitana vea una ordenación sacerdotal. Reconozco que es reconfortante que un obispo argentino esté alarmado por una situación que amerita la desazón episcopal, no sólo en esa diócesis sino en todo el país. Lo muestran los siguientes gráficos realizados con datos del CELAM aunque no hay que prestar demasiada atención a la cantidad de seminaristas que se indican. Sucede que los obispos inflan artificialmente le número de sus seminaristas porque de ello depende el monto de los subsidios que reciben del gobierno nacional y de la iglesia alemana. Entonces, según el gráfico, en Argentina habrían en torno a los 500 seminaristas diocesanos; un generoso número más realista indica que no serían más de 200.

 

 

El problema es hasta qué punto los obispos argentinos son responsables de la catástrofe que muestran estas curvas. Muchos dirán con cierta razón que no lo son en absoluto porque la caída de las vocaciones es algo que se ha dado en toda la Iglesia a partir de los años '70. Sin embargo, lo son indirectamente porque, desde los años ’80, se dedicaron a sofocar y finalmente exterminar a todos los seminarios que poseían numerosas vocaciones y que, curiosamente, eran de carácter conservador. Los seminarios progresistas se vaciaron y nunca fue posible poblarlos nuevamente. Negando la evidencia de la realidad, o pecando contra el Espíritu Santo, los obispos prefirieron que los seminarios argentinos se vaciaran a que florecieran los que eran conservadores; prefirieron llevar al país a un punto de no retorno; se negaron a aceptar el dato incontrastable de que los jóvenes se entregan a ideales “rígidos” e “indietristas” y, en cambio, no se interesan, y mucho menos entregan su vida, por la religión mistonga del “todos, todos, todos”, de la "iglesia en salida" y del "hospital de campaña". Veamos el desarrollo de la catástrofe provocada por los obispos argentinos en relación con las vocaciones sacerdotales.

1. Seminario Arquidiocesano de Buenos Aires

Es uno de los más antiguos e importantes del país y en 1930 tenía 370 seminaristas. La curva de deserciones comienza en 1955. En 1960 había 156 seminaristas mayores, 116 menores y 44 en pre-seminario. Pero en esa década, debido a las corrientes ideológicas, especialmente el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, se produjeron numerosas deserciones sacerdotales y el virtual vaciamiento del seminario. Se cerró el pre-seminario y el seminario menor.

Actualmente habitan el edificio que cubre 4 manzanas, sólo 36 seminaristas (para una arquidiócesis que tiene 3.120.612 habitantes. Ratio: 1 seminarista cada 104.000 habitantes). La mayor parte del histórico edificio se ha convertido en un museo y se hacen visitas guiadas. En 2024 se regaló o malvendió la mayor parte de la biblioteca, que era una de las mejores del país.

2. Seminario conciliar de Córdoba

El seminario más prestigioso del Argentina fundado en 1719. Como los otros del país, entró en crisis en la década del 60, en que los elementos subversivos de la teología de la liberación y los Sacerdotes para el Tercer Mundo hicieron de Córdoba uno de sus centros de operaciones, organizando desde adentro del seminario una revuelta de sacerdotes y pueblo que forzaron a renunciar al arzobispo Mons. Castellano en 1965. Siempre estuvieron estrechamente ligados a la organización peronista armada “Montoneros”.

En 1975 comenzó una restauración del orden con un plan de estudios, formación y disciplina acordes a los deseos de la Iglesia a cargo del P. Luis Alesio. En los años de su rectorado el seminario llegó a contar con 200 seminaristas entre los seculares de la arquidiócesis y las diócesis sufragáneas y los seminaristas de distintas órdenes religiosas. Esto se pudo mantener aproximadamente hasta 1983 en que comenzó a decaer, y mucho más a partir de 1994 con el cambio de profesores y planes de formación. En 1997 quedaban solo 70 seminaristas. Reformas más liberales y radicales en el plan de formación en 1999 y 2006 lo llevaron prácticamente a la extinción. Actualmente, bajo la gestión del cardenal jesuita Ángel Rossi, solo hay 5 seminaristas de Córdoba, San Francisco y la prelatura de Dean Funes y otros tantos de la diócesis de La Rioja. Una ratio para la región de un seminarista cada medio millón de habitantes.

3. El Seminario metropolitano de la arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz

Funcionó desde 1865 hasta 1976, cuando se debió cerrar por la infiltración marxista y guerrillera (tenían armas, fabricaban bombas molotov, etc.) ocasionada por el Movimiento de sacerdotes para el tercer mundo y contaba ya con muy pocos seminaristas. Se reabrió en 1978 y comenzó a crecer de a poco hasta llegar a tener unos 50 seminaristas, todos de la Arquidiócesis con una buena disciplina de vida y una buena formación filosófica. A partir del 2005 se cambiaron los planes de formación y se liberalizó la disciplina, política que se profundizó en 2018. Actualmente hay solo 12 seminaristas de Santa Fe y dos de Rafaela, con muchos abandonos de seminaristas y de sacerdotes jóvenes.

Conclusión apresurada: los obispos no tuvieron nada que ver. Los sacerdotes tercermundistas más el ambiente de la época provocaron el vaciamiento de los seminarios, dirán muchos. Sin embargo, se trata de una conclusión falsa: resulta claro, cuando se estudian las estadísticas y se observa la curva del segundo gráfico, que a comienzos de los años 80 el número de seminaristas sube de un modo abrupto, y de ese mismo modo cae. ¿Qué ocurrió en el medio? La liberalización de los planes de estudio y de la disciplina de vida promovida por obispos progresistas que poco a poco habían reemplazado a los anteriores de corte más clásico. Y, paralelamente, comienza la persecución hacia aquellos (pocos) obispos que decidieron mantener o fundar seminarios con una enseñanza clásica. Veamos los casos.

4. Seminario arquidiocesano de Paraná

En 1972 Mons. Adolfo Tortolo, arzobispo de Paraná, comenzó a reformar su seminario que había sido invadido por sacerdotes de la teología de la liberación y aliados a los movimientos terroristas. Puso buenos formadores de doctrina conservadora a cargo y comenzó a ordenarlo según los documentos de la Iglesia. En 1986 el seminario fue intervenido por el obispo coadjutor, el recientemente fallecido cardenal Estanislao Karlic. En ese momento tenía 120 seminaristas mayores y 120 menores. Karlic dijo explícitamente que su intención era destruir ese modelo de formación sacerdotal. Y lo logró. Los formadores fueron expulsados y reemplazados por otros dóciles a las nuevas corrientes teológicas sostenidas por el cardenal Karlic; particularmente se comenzó a enseñar la teología de Karl Rahner en lugar de la de Santo Tomás. Mas de 60 seminaristas dejaron el seminario, otros fueron expulsados. En la actualidad solo hay 17 seminaristas, de dos diócesis. El seminario menor se cerró por escándalos de abuso sexual por parte del formador que había sido nombrado por el cardenal Karlic.

5. Seminario arquidiocesano de La Plata

El seminario San José de la arquidiócesis de La Plata, en 2012, llegó a tener 97 seminaristas. En 2015 comenzaron las presiones sobre el arzobispo Mons. Héctor Aguer para que cambiara los formadores que eran de corte clásico. En 2018, al quedar Mons. Aguer emérito por edad, asumió como arzobispo el actual cardenal Tucho Fernández y el cambio en el seminario fue completo. Con las políticas del nuevo ordinario, los seminaristas descendieron a 40 y las deserciones continuaron. En la actualidad solo hay 3 seminaristas de La Plata (arquidiócesis que tiene 4 obispos), y 4 de la diócesis de Mar del Plata.

6. El Seminario diocesano de San Rafael

Fue fundado en 1983 en una de las diócesis más abandonadas del país por Mons. León Kruk. Mantuvo hasta 2020 un promedio de 30-40 seminaristas, sosteniendo un muy buen nivel académico. Gracias a esto, la diócesis que solo tiene 301.150 habitantes y 31 parroquias, cuenta con 106 sacerdotes (1 sacerdote cada 2.841 habitantes). En 2020, sin ninguna causa grave, el seminario fue cerrado por Mons. Eduardo Taussig, que solo dio como explicación que seguía órdenes”. En ese momento había 35 seminaristas. Algunos fueron reubicados en otros seminarios. Solo quedaron unos 15. A Mons. Taussig se le pidió la renuncia, posiblemente por causa de la fuerte indignación que suscitó el cierre del seminario en los laicos de la diócesis. El obispo que lo sucedió, Mons. Domínguez, tuvo que renunciar al ser acusado de comportamientos gravemente deshonestos a principios de 2025. Actualmente hay solo 9 seminaristas repartidos en tres seminarios.

7. Los seminaristas de la diócesis de Gregorio de Laferrere

En 2013, al terminar el pontificado de Mons. Juan Horacio Suárez, tenía 15 seminaristas estudiando en el seminario San José de La Plata. El nuevo obispo, Mons. Gabriel Barba (actualmente obispo de San Luis) los retiró de La Plata, seminario al que consideraba muy conservador, y los envió al de la arquidiócesis de Buenos Aires. Cuando dejó la diócesis, sólo quedaba un seminarista.

8. Diócesis de Santa Rosa en La Pampa

En 2008, al quedar emérito Mons. Rinaldo Fidel Brédice, la diócesis tenía 340.000 habitantes y 7 seminaristas estudiando en San Luis. Con el cambio de obispo, el actual cardenal Poli, fueron sacados de San Luis y trasladados a otro seminario. Desde que fueron ordenados en 2011 los últimos sacerdotes formados en San Luis, solo hubo 3 ordenaciones. Actualmente solo quedan 2 seminaristas.

Esta es la situación actual de las vocaciones sacerdotales del clero diocesano en Argentina. Y la catástrofe presente, y sobre todo futura, no puede atribuirse exclusivamente a un fenómeno mundial. En muy buena medida, los culpables han sido los obispos argentinos que se han dedicado sistemáticamente a destruir las iniciativas exitosas, por ideología, por envidia o por maldad. No lo sé. Y esto no es una suposición; ellos mismo lo admitieron públicamente hace dos años: "Hay seminarios numerosos de congregaciones muy conservadoras.... Nos preocupa que en estos lugares, con estructuras muy rígidas, hayan muchos más pibes".

Por eso mismo, sería interesante que, si Mons. Sergio Buenanueva desea que el número de vocaciones se acreciente, haga “la experiencia de la tradición”. Es muy posible, por no decir seguro, que si fundara un seminario de corte clásico en su diócesis, pronto tendría una buena cantidad de jóvenes dispuestos a entregar su vida a la Iglesia en el sacerdocio.

En el próximo artículo, profundizaremos en el caso de San Luis, ejemplo paradigmático de destrucción de una obra de décadas.

El paradigmático caso del Seminario de San Luis

Sobre Mons. Barba hemos hablado repetidamente en este blog. Aquí cuando fue nombrado obispo de San Luis por el Papa Francisco, aquí uno de sus primeros bochornos, aquí la escandalosa negación del nombre de Jesús en una ceremonia litúrgica y aquí su propósito de adoctrinamiento de los catequistas. A todo esto podríamos agregar la profunda enemistad y distanciamiento que tiene con su vecino, Mons. Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la CEA, lo que valió que no haya sido elegido para ninguna comisión episcopal. Como se ve, la trayectoria de Mons. Barba no es de las más brillantes y promisorias. Pero lo más grave de todo es la catástrofe que ha provocado en la otrora floreciente diócesis de San Luis y posee tales dimensiones que desafía incluso el principio establecido por Edmund Burke según el cual "el progresismo puede destruir en diez años lo que la civilización tardó siglos en construir". Mons. Barba logró la destrucción en apenas cuatro años.

Hace cinco años, la pequeña diócesis de San Luis contaba con una cantidad de clero elevado en comparación con las diócesis del país: 90 sacerdotes para 540.905 habitantes: 1 sacerdote cada 6.000 habitantes.

Si la comparamos con las diócesis vecinas, veremos que la arquidiócesis de Mendoza tiene 1 sacerdote cada 13.800 habitantes; la arquidiócesis de San Juan, 1 sacerdote cada 8.800 habitantes, y la de La Rioja tiene 1 sacerdote cada 9.600 habitantes. Hay que tener en cuenta, además, que San Luis es la tercera provincia de Argentina en incremento demográfico: 25 % en los últimos 10 años.

Esta situación favorable en cuanto a la ratio entre el número de sacerdotes por habitantes, se debe al buen trabajo de los obispos de San Luis que lograron superar la crisis sacerdotal de los años ‘60 y ‘70 siguiendo las indicaciones de los documentos de la Iglesia.

Cuando llegó Mons. Juan Rodolfo Laise en 1972, la diócesis tenía 30 sacerdotes —solo 5 nativos de San Luis— y un solo seminarista. Desde hacía 18 años no había ordenaciones sacerdotales (¿habrá tenido algo que ver el pontificado del progresista Mons. Carlos María Cafferata, de 1961 a 1971?). Mons Laise, capuchino, creó el seminario diocesano San Miguel Arcángel que mantuvo un promedio de 40 seminaristas a lo largo de su existencia, varios ingresos todos los años y un promedio de 4 ordenaciones anuales. Al quedar emérito en 2001, la diócesis tenía 77 sacerdotes y 40 seminaristas, además de 10 seminaristas de la diócesis de Santa Rosa estudiando en el seminario. Su sucesor, Mons. Jorge Luis Lona, continuó con esta obra sosteniendo el clero y el seminario hasta 2011 en que quedó emérito y asumió Mons. Pedro Daniel Martínez, el cual siguió la obra de sus predecesores.

En 2020 nuestra diócesis recibió una visita apostólica, se le pidió la renuncia al obispo diocesano y se nombró como nuevo obispo a Mons. Gabriel Bernardo Barba, hasta entonces obispo de la diócesis de Gregorio de Laferrere en el conurbano bonaerense. Las causas de la exoneración de Mons. Martínez nunca fueron explicadas a los fieles ni al clero.

El nuevo obispo realizó rápidamente numerosos e importantes cambios en la diócesis, ignorando la opinión en desacuerdo del clero y los fieles. El seminario diocesano, que contaba entonces con 22 seminaristas, fue modificado radicalmente. Se cambiaron todos los formadores y docentes, prefiriendo profesores de fuera de la diócesis, aún cuando en San Luis hay sacerdotes con licenciaturas y doctorados en Roma más que suficientes e idóneos para la tarea. El obispo, sin consultar al presbiterio, nombró rector a un sacerdote con serios problemas humanos y con dificultades para integrarse con el resto del presbiterio, sin ninguna experiencia en la formación de jóvenes, y carente de los estudios teológicos que la Iglesia pide para esta delicada labor.

Desde ese momento, disminuyeron abruptamente los ingresos. Muchos de los seminaristas y todos los que ingresaron en los últimos cuatro años, fueron expulsados o dejaron el seminario. Muchos de los que salieron presentaron quejas por malos tratos y manipulación de conciencia por parte del actual rector, pero fueron desoídas por el obispo, que lo sigue manteniendo y apoyando. En estos cinco años el obispo no ha consultado al clero ni al colegio de consultores en todo lo que se refiere al manejo del seminario ni al nombramiento de sus autoridades y profesores.

A comienzos del año académico 2025, había un solo formador, que es el rector, un solo seminarista en el año introductorio y ninguno en etapa de seminario propiamente. Sólo 2 seminaristas que ya han terminado sus estudios y están haciendo el segundo año pastoral sin fecha de ordenación. El rector, con el único seminarista supérstite, se ha instalado en un ex-monasterio benedictino ubicado en un lugar alejado y agreste que fue cedido a la diócesis por unas monjas benedictinas. Las instalaciones del seminario, construidas con un oneroso esfuerzo del pueblo de San Luis, han sido alquiladas a una residencia geriátrica privada. A mediados de agosto de 2025, el único seminarista que vivía en el monasterio-seminario, fue trasladado al seminario de Córdoba. Oficialmente el obispo no ha comunicado nada ni consultado a nadie al respecto. En los próximos 7 años por lo menos, no habrá ordenaciones en la diócesis, la primera vez que ocurre tal fenómenos desde la década de 1970.

Además, desde la llegada de Mons. Barba la diócesis perdió 20 sacerdotes entre los que murieron, los que se fueron espontáneamente, los que fueron expulsados y los que dejaron el ministerio. Y sólo hubo 5 ordenaciones de seminaristas que habían ingresado antes del cambio de formadores.

De continuar esta situación, en pocos años más, el clero de San Luis, que incluye a sacerdotes ancianos y enfermos, tendrá una fuerte caída que lo dejará en el mismo lamentable estado de muchas diócesis del país. Por ejemplo, la diócesis de Gregorio de Laferrere de la fue obispo Mons. Barba y a cuyo modelo se quiere ajustar su nueva sede, tiene solo 1 sacerdote cada 16.500 habitantes con un territorio 53 veces menor al de San Luis. Otras diócesis del conurbano bonaerense y del resto del aís están en el mismo estado o aún peor.

El clero y el pueblo de la diócesis de San Luis están sumamente descontentos con esta situación, pero no han sido escuchados, y los que se atrevieron a hablar o escribieron al Nuncio Apostólico no obtuvieron respuestas.

El actual obispo ha manifestado muchas veces y de distintas maneras su desprecio y oposición al trabajo de sus predecesores, y especialmente por la formación del clero y de los laicos de la diócesis, a veces de maneras muy irrespetuosas, y ha insistido en que todo debe cambiar ajustándose al modelo de una supuesta nueva iglesia del Papa Francisco que él representa. ¿Se habrá anoticiado que el Papa argentino está muerto y enterrado? ¿Permanecerá en su actitud de cerrazón, desprecio de sus fieles y sacerdotes y destrucción sistemática de la herencia recibida? Quizás le conviniera repasar la parábola del Hijo Pródigo: quienes malgastan la herencia, siempre son recibido por el Padre, pero deben arrepentirse y abrazar una nueva vida.

 

Publicado originalmente en Wanderer

15 comentarios

MARCELO
Queridos hermanos españoles,ustedes se quejan,con rázón,de muchos de sus Obispos.Dénse un paseíto por ArgentinaSaludos en CRISTO.
3/09/25 9:22 PM
Federico Ma.
Tremendo.

Pues ahora, considerando lo agregado respecto de la diócesis de San Luis, con más razón...:

"Ubi solitudinem faciunt, synodalitatem apellant".

Que Dios nos ayude.
4/09/25 1:12 AM
Giacomo Arlecchi
Como italiano argentino me duele profundamente esta situación. El Papa Francisco, de tristisima memoria, ha minado al pueblo católico argentino con obispos decadentes desde todo punto de vista. Yo he escuchado a un obispo decir: "no quiero nada que sea intelectual ni doctrina, todo debe ser alegría y mensaje optimista... no quiero pálidas doctrineras y condenatorias... nada de infierno ni de cielo... todo alegría y felicidad ".
Sacerdotes carentes de claridad teologica y canónica y que no decir moral, elevados al episcopado (sabiendo bien el Papa F. como eran de pervertidos e impios, a veces hasta llevados a la dignidad cardenalicia). Sacerdotes cancelados y desterrados por decir la verdad.
Es una pena todo y este artículo aunque me duele profundamente le doy 100 por ciento la Razón.
Porque como dice el salmo: "no hay uno que haga el bien,, ni uno solo".
4/09/25 1:30 AM
Ikari
Que empiecen a fusionar diócesis. No se justifican esos obispos.
4/09/25 3:07 AM
LJ
Desastroso.
Los obispos responsables de este estado lamentable de la iglesia en Argentina tendrían que retirarse, así el papa puede nombrar en su lugar a sacerdotes que por lo menos sean católicos.

Pero, los progres no tienen sentido común.
4/09/25 9:49 AM
Miguel Etche
@Giacomo

Francisco comenzó su papado en 2013. Si uds ve el gráfico, la caída estrepitosa comienza desde 1985 y no se detiene. Justamente con Francisco frena la caída un poco, pero luego sigue.

Números frios. Ni Juan Pablo II pudo frenar la sangría.
4/09/25 5:03 PM
John
«Justamente con Francisco frena la caída un poco, pero luego sigue»;
equivocado, precisamente con francisco se acelera aun mas la caída.
4/09/25 6:11 PM
Miguel Etche
@John

Mire el primer gráfico. Desde 1985 vienen en picada. Apenas (apenas no digo que tanto) se frena un poco en 2010 (cuando asume F.) pero luego sigue. No es algo atribuible a Francisco. Si fuera así entonces también es atribuible a Juan Pablo II con el mismo criterio.
5/09/25 4:19 AM
Francisco Javier
Con razón el cardenal Bergoglio era tan querido por la mafia progresista de san galio. Que persona tan dañina para la iglesia ha sido.
5/09/25 5:41 AM
David
Migel Etche, no sé si pretende tomarnos el pelo, pero lo parece.

La ENORME diferencia entre Juan Pablo II y Benedicto XVI por un largo y Francisco por otro, es que aunque en aquellos pontificados los seminaristas descendían en número, se mantenían a muy buen nivel en algunos seminarios. Francisco lo que hizo fue DESTRUIR las diócesis con seminarios que funcionaban muy bien.

Es decir, Juan Pablo II y Benedicto XVI no hicieron nada por acabar con la Iglesia en Argentina. Francisco, nombrando a lobos en vez de a pastores al frente de las diócesis, ha provocado su destrucción. Así que deje de decir estupideces.
5/09/25 11:34 AM
Miguel Etche
@David

Sólo digo lo que es: que la cantidad de seminaristas viene bajando desde 1985. Al mismo ritmo. Qué es lo que de eso es incorrecto?
5/09/25 1:31 PM
Carlos A. Scarponi
Estadísticamente es parcialmente correcto el artículo.
En cuanto al análisis de las causas intra eclesiales, me parece de una visión muy parcial y sesgada con cierto relativismo.
5/09/25 3:15 PM
John
«me parece de una visión muy parcial y sesgada con cierto relativismo»;
esta consideración subjetiva no funciona para refutar hechos.
5/09/25 6:30 PM
Francisco Javier
La caida desde los 80s es cierta el postconcilio y su desastre fue en todo el mundo, Juan Pablo II y Benedicto XVI se dedicaron a dar aspirinas para la enfermedad, pero el papado de Francisco piso el acelerador .
5/09/25 8:17 PM
Eugenia Santos
A Francisco le tocó bailar con la peor, porque llega un punto de falta de seminaristas que toca ir cerrando, no se pueden sostener algunos seminarios. Entonces una cosa es que baje la cantidad, pero que puedan seguir abiertos y otra es que directamente haya tan poca gente que se deban cerrar. Eso a quien le toque podría haber sido cualquiera. Queda como el malo por cerrar, pero es que ya no queda nadie. Le hubiese pasado también al que estuviese.
5/09/25 10:49 PM

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