Del inglés sin esfuerzo a la santidad sin virtudes

     -  Oye Lola, ¿tú hablas inglés?

     -  ¡Ni Dios que lo consienta!, contestó al instante la artista y con un gesto en la cara mostró un rasgo de indignación, porque preguntar eso a Lola Flores era lo mismo que ofenderla en su españolidad.

Y en efecto, es que por entonces estudiar inglés no es que estuviera mal visto, es que ese aprendizaje no se veía por ninguna parte. Los chicos de Preu nos examinábamos todos de francés en la asignatura de idioma moderno. Pero como en aquellos años buena parte de las canciones de los guateques las importábamos de Inglaterra y Estados Unidos, empezamos a sentir la necesidad de comprender algo más, porque solo éramos capaces de descifrar lo de “I love”, y a partir de ahí todo era un  enigma. Y como siempre hay algún espabilado que no duda en hacer negocio con la ignorancia ajena, apareció en las librerías una publicación que se vendió como rosquillas, porque llevaba en su tapa un título que era todo un reclamo: “El inglés sin esfuerzo”. Y sucedió lo que tenía que suceder, que nos sacaron las pesetas y seguíamos estancados en la comprensión de aquellas dos palabras, “I love”, hasta que la necesidad profesional nos obligó a esforzarnos para aprender inglés, y entonces comprobamos que el avance era directamente proporcional al esfuerzo que íbamos poniendo, pero eso ya sucedió anteayer, cuando ya habíamos entrado en años.

Todavía no acierto a comprender como pudimos caer en  la trampa de lo del “inglés sin esfuerzo”, porque mi generación era la del continuo esfuerzo; nosotros teníamos que esforzarnos para portarnos bien hasta en el cine, donde los acomodadores tenían también sobre todo el encargo de vigilar el orden y la moralidad en la sala oscura, donde lo más que se solía hacerse eran “manitas”, y así y todo con mucho tiento porque te podían poner de patitas en la calle en lo mejor de la película, si es que sacabas los pies del tiesto.

Y si el esfuerzo era compañero inseparable de nuestros momentos de ocio, ni que decir tiene que ese esfuerzo se redoblaba cuando estábamos en el colegio. Al colegio íbamos a educarnos cristianamente, porque como todavía no se había impuesto la moda de la aconfesionalidad, hasta en los colegios públicos además de la clase de religión se rezaba el Rosario y se hacía el mes de mayo. Y en los colegios de frailes y monjas daban mucha más ración, porque tenían capilla y capellanes. Y se nos hablaba sin tapujos de la virtudes humanas y cristianas, a las que identificábamos con el esfuerzo, porque bien a las claras se nos explicaba que virtud era lo mismo que fuerza y esfuerzo. Y como nuestros educadores llamaban a las cosas por su nombre nos hablaban del cielo y del infierno, y nos advertían que solo de los que se esforzaban por entrar por la puerta estrecha llegaban a la meta celestial. Y como no nos traumábamos por escuchar las verdades fuertes, pues no nos tenían ni que llevar a los psicólogos, que ni los había ni falta que hacían. Y como es sabido que la cabra tira al monte y nuestros maestros nos consideraban como pequeños cabritillos, nos ponían ejemplos de niños santos, para que cuando estuviéramos fuera de su vigilancia supiéramos cómo debíamos portarnos.

El modelo que más éxito tenía entonces era precisamente el de Santo Domingo Savio, cuya fiesta se celebra precisamente hoy, día seis de mayo. Recuerdo todavía aquel momento en que Domingo entra en el despacho de de Don Bosco, un cuarto bajo y estrecho del viejo caserón, que Francisco Pinardi le había vendido. En  una de las paredes de su habitación, hay un cartel  escrito en latín, que Domingo no puede descifrar. Es lema de su apostolado, que don Bosco se lo traduce: Dame almas y llévate lo demás. La frase le deja pensativo unos momentos, pero de inmediato reacciona y le dice al sacerdote:

- Ya entiendo. Este no es un negocio de dinero, sino de almas. Espero que mi alma forme parte de este negocio.

Y pocos meses después de haber llegado a Valdocco, el primer domingo de abril don Bosco, en una de sus predicaciones, le ayuda a descubrir definitivamente el sentido su vida. A partir de entonces ve con luces nuevas lo que tiene que hacer. Por eso cuando el día 24 de junio, onomástica de don Bosco, el fundador de los salesianos invita a los muchachos a que escriban en un papel el regalo que desean recibir de él, Domingo no duda en poner por escrito lo que tanto había pensado. Lo que escribe bien poco tiene que ver con un impulso emotivo o sentimentaloide, es un proyecto firme que pretende edificarse sobre una decisión inteligente. Esto es lo que él solicita de don Bosco:  El regalo que le pido es que me haga santo. Yo quiero darme totalmente al Señor y siento la necesidad de hacerme santo, y si no lo consigo no hago nada. Dios me quiere santo, y yo debo lograrlo.

Don Bosco se encuentra peticiones de lo más dispares en los papelitos. Pero responde a todos, en algún caso con una sonrisa ya que no puede proporcionar los cien kilos de turrón que le pide uno de sus chicos. A Domingo, le contesta en los siguientes términos: Quiero regalarte la fórmula de la santidad. Hela aquí: Primero, alegría. Lo que conturba y roba la paz no viene de Dios. Segundo: tus deberes de clase y de piedad. Todo ello por amor al Señor y no por ambición. Tercero: hacer el bien a los demás. Ayuda siempre a tus compañeros, aunque te cueste algún sacrificio. En eso está toda la santidad.

Así eran nuestros colegios: claros, limpios, exigentes, católicos… Y por supuesto, como decía una de las canciones de la época “los niños con los niños, las niñas con las niñas”.  Pero aquellos mismos colegios mutaron, y por exigencias del guión de los conciertos escolares, de repente las madres “cucuratas” se sintieron capacitadas para educar a chavalotes con pelos en las piernas y los padres “cucuratos”, para no ser menos que las madres “cucuratas”, también se consideraron idóneas para educar en su caso a chavalotas con más curvas, que la bajada del puerto de Navacerrada por su ladera ladera norte, cuya carretera se conoce popularmente por la de las siete herraduras.

Y despareció del argot colegial la palabra virtud, que fue de inmediato sustituida por la de valores. El problema es que a la fecha en los procesos de de beatificación, antes del reconocimiento del milagro, se examina al candidato de si ha vivido todas las virtudes y en grado heroico. Y mucho me temo que en esa última reválida,  cuando a la generación de nuestros hijos les pongan la ineludible pregunta de las virtudes, no van a saber qué responder porque ni saben ni lo que significa, ya que nadie les habla de ellas.

Javier Paredes

 

17 comentarios

  
jb
Ouch!!!! Savio fue sabio "indeed"
Aun me acuerdo... My tailor is rich. My tailor is not rich. :) Ya ha llovido desde entonces.
05/05/15 8:30 PM
  
Palas Atenea
¡Ah, las virtudes! Algunas personas brillan por una virtud en particular y yo me especialicé en descubrirla. Así asocio, por ejemplo, a mi abuela con la justicia y a un amigo de mi padre con la lealtad, que es virtud también aunque no esté entre las cuatro virtudes cardinales.
Ya han desaparecido del riquísimo acerbo lingüístico del español todos los adjetivos asociados a una virtud: piadoso, misericordioso, digno, leal, templado, compasivo, honesto...y sólo se dice de una persona, muy vagamente, que es buena. Se acabaron las virtudes, se acabaron los matices. Pero un cristiano de mal genio puede ser justo y otro más apacible injusto. Ahora todo va a grosso modo y a alguien que es destemplado le cargan con todos los defectos cuando es posible que detrás de la aspereza haya un corazón de oro.
En eso hilaban muy fino nuestros escritores del Siglo de Oro, pero hogaño la virtud más radiante puede pasar inadvertida por falta de reconocimiento.

05/05/15 8:30 PM
  
Menka
"Santidad" sin virtudes. Buena observación. Se podría decir que allí donde no hay virtudes, también humanas que son las que más fácilmente se pueden ver y constatar, peligra la gracia, si es que está.
05/05/15 10:24 PM
  
Roblete
A veces pienso que el mundo actual padece una ceguera que le impide ver las virtudes. Hoy pasa por bondad la mera simpatía y se ignora, cuando no se desprecia, lo más noble. De tanta mezquindad y cutrez lo virtuoso se nos hace invisible o hasta nos molesta.

05/05/15 10:52 PM
  
Isabel D.
No ha podido Ud. ser más exacto ni más explícito. Enhorabuena. He sido testigo de esa "transición" que, en busca de "alternativas", lo único que ha traído ha sido no sé cuántas reformas de Ley de Educación y un estrepitoso fracaso escolar a nivel nacional. Y así andamos a la cola de Europa...
05/05/15 11:18 PM
  
Pepito
Sobre todo a partir de la Transición a la democracia , allá por el año 1978, los españoles iniciamos un vertiginoso vuelo de caida libre en los más horrendos pecados, divorcio, aborto, gaymonio, todos ellos justificados en aras de la modernidad democrática y de ponernos en sintonía con Europa.

No digo que antes no cayésemos en tales pecados, pero al menos no teníamos el mal gusto de presumir de ellos, de hacerlos legales y considerarlos como signo de avance y progreso político social.

Mientras no cambiemos esta Constitución agnóstica, que no reconoce a la Ley de Dios como Ley Suprema, las cosas irán de mal en peor.

Y estoy de acuerdo en que se deberia volver al antigua disciplina escolar de "los niños con los niños y las niñas con las niñas."

Que la Santísima Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias nos asista en estos tiempos tan recios y desnortados por los que transcurre la moderna historia de España.
06/05/15 4:10 AM
  
Miguel
Me ha hecho recordar a Don Cornelio Fabro que decía que las universidades católicas tenían poco de lo primero y casi nada de lo segundo... Si viera como estamos hoy, al menos en América, estoy seguro que le animaría a usted a escribir más sobre el cultivo de la virtud y -¿por qué no?- más sobre Santo Domingo Savio.

Como sea: El problema no es el aprendizaje del inglés, sino el propio inglés y su embestida contra todo lo católico e hispánico. Lo del aprendizaje de saldo y ocasión va de la mano con la pérdida de la fe y del norte. La pérdida del norte es comprensible, ya que el norte ha estado gastando 300 años en perderse a sí mismo; la pérdida de la fe no es comprensible, es un suicidio; pero esto último excede y con mucho el ámbito de la educación (si es que mi brújula aún funciona...).

Un abrazo grande.
06/05/15 4:29 AM
  
Antonio1
No entiendo lo que pone usted de los colegios mixtos. Cuando empezaron a admitir a chicas en nuestras clases la experiencia no pudo ser más enriquecedora personal y cristianamente. Aún hoy mantenemos una excelente relación con nuestras compañeras, que fueron un puntal fundamental en nuestro crecimiento religioso, compañeras de catequesis y comunidades cristianas y ejemplo para todos.
Uno de los mejores regalos de la educación cristiana que recibí en mi colegio fueron las compañeras y amigas de clase.
06/05/15 11:41 AM
  
Antonio1
Reducir los colegios mixtos a pelos en las piernas y curvas no es muy virtuoso por su parte. Sinceramente.
06/05/15 11:43 AM
  
Javier Paredes
Miguel he escrito sobre Santo Domingo Savio. El discípulo de San Juan Bosco es uno de los tres protagonistas de mi libro "Santos de pantalón corto". Y además he escrito otro libro sobre niñas en proceso de beatificación que se titula "Al Cielo con calcetines cortos". Por si te interesa te paso el enlace del artículo que sobre estos dos libros escribió Luis Fernando Pérez Bustamante
infocatolica.com/blog/coradcor.php/1402221108-al-cielo-con-calcetines-corto
06/05/15 3:49 PM
  
Maite C
Entrañable post estimado Javier, con el que coincido.

Recuerdo muy bien esos tiempos. Estudié desde los cuatro años hasta preuniversitario en el Colegio del Niño Jesús, más conocido como Damas Negras porque su hábito era totalmente negro. Eran monjas francesas cuya sede principal estaba en París y allí residia la Madre Superiora General. Afincadas en España desde 1860, con colegios en Madrid y Barcelona y el internado en Fuenterrabía,

Bien, pues el lema del colegio grabado sobre el escudo era:
"Simple dans ma vertu, forte dans mon devoir".

Por lo tanto el frances lo dominábamos, pero el inglés lo estudié unos dos años ya fuera del colegio en el Instituto Británico.

Gracias por todas tus aportaciones que ya sabes les doy el valor que merecen.

Leí tu genial artículo sobre la Madre Patrocinio, cuya existencia desconocía. Una señora además de virtuosa, guapísima e impresionante. Me gustaría saber más sobre su vida.

Con mi afectuoso abrazo.
06/05/15 4:57 PM
  
Elena
Me ha encantado. Todo cierto.
Entiendo perfectamente a lo que se refiere con lo de "pelos en las piernas y curvas".
Mi colegio de monjas, sabia tratar perfectamente a las chicas. Era un ambiente femenino en todo. Cuando impusieron la entrada de chicos, las monjas eran incapaces de saber llevar a los chicos y lo mismo pasaba en los colegios masculinos. Esa imposición fue muy pensada para desunir y romper la buena educación que se hacia
07/05/15 12:27 AM
  
Diana
¡Una verdad como un templo! Y no deberíamos quedarnos ahí, podríamos seguir retrocediendo hasta las cavernas, no veo la hora de sentarme a cocinar búfalos en una hoguera.
07/05/15 12:46 AM
  
Miguel
Mil gracias por el dato, Don Javier -y por este artículo, no lo dude-. Un abrazo grande.
07/05/15 11:31 AM
  
Luis Fernando
Aunque cada niño es un mundo, cualquiera que ha sido padre de niños y niñas sabe perfectamente que la manera de entrar en la adolescencia, y los primeros años de la misma, de ambos sexos no tiene prácticamente nada que ver.

No tiene sentido alguno, salvo que no quede más remedio, mantenerlos juntos en una misma clase.
07/05/15 8:25 PM
  
PG
Esta lectura me recordó tiempos de la infancia cuando cursaba la primaria con los Hermanos Marista en México. Tiempos gratos que se fueron para no volver.
08/05/15 12:33 AM
  
Mixto franquista de pobres

Así era mi "Grupo Escolar" de los primeros setenta. Un colegio público donde se cantaba el himno nacional y te imponían la ceniza al llegar la Cuaresma, pero donde se respiraba sensatez y mesura en las enseñanzas y naturalidad en el trato diario con el otro sexo. Yo entré siendo un niño católico y mi fe salió de allí firme e intacta, como hoy sigue. Sin embargo, no puedo recordar a ninguno de mis muchos amigos de la playa, que desde los cuatro años fueron al exquisito colegio masculino de Maristas, que no arrumbara su rudimentaria fe mucho antes de ir a la Universidad. Y así siguen. En la vida no es todo como aparenta.
08/05/15 11:05 PM

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