InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Doctores de la Iglesia

14.12.08

¿Aguafiestas o santo de la alegría? (Jn 1, 7)

Si repasamos la vida de San Juan de la Cruz (1542-1591), podríamos preguntarnos: “¿Qué tiene que ver con la alegría de este Domingo “Gaudete” ("alegrémonos")?” Huérfano de padre y acostumbrado a mortificaciones corporales desde muy jóven, vivió en pobreza toda su vida. Se hizo carmelita a los 21 años y quiso observar la regla estrictamente, sin excepciones. En 1567, al ser ordenado sacerdote, pidió a Dios poder estar siempre en gracia y sin pecado y la paciencia para sufrir toda clase de penas. Su vida de penitencia chocaba con la vida más cómoda de muchos otros carmelitas de aquella época.

Ayudó a Sta. Teresa de Jesús con su reforma y añadió “de la Cruz” a su propio nombre. Sus penas crecían con su santidad, desde sequedades y abandonos espirituales de Dios hasta dolencias de cuerpo que padeció hasta la muerte. Sufrió calumnias y persecuciones que resultaron en su encarcelación en condiciones pésimas por nueve meses y más tarde en la destituición de sus cargos. En la prisión escribió muchos poemas y obras espirituales como Subida al Monte Carmelo y La noche oscura del alma (que dió nombre al estado de desolación espiritual). También escogió estar en un carmelo con un superior que le tenía antipatía y le hacía la vida difícil. ¿Qué alegría hay en todo ese sufrir?

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7.12.08

Un obispo sin miedo al poder temporal (Mc. 1, 3)

El desierto, árido por definición, no está muerto ya que acoge una gran variedad de flora. Hasta el Atacama, el desierto más seco, florece en abundancia bajo condiciones propicias. Del desierto surgió S. Juan Bautista como se oyó en el Evangelio del Segundo domingo de Adviento: “una voz grita en el desierto” (Mc. 1, 3). Otra voz que floreció en medio del desierto de su sociedad fue San Ambrosio (340-397), que no dudó en defender la fe contra el arrianismo, hasta cuando peligraba su vida. Amenazado a muerte por un siervo del emperador, respondió: “¡Dios lo quiera! Así sufriría yo como corresponde a un obispo, y tú obrarías como las gentes de tu calaña”.

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