LXI. La sepultura de Cristo
Conveniencia de la sepultura de Cristo[1]
Los cuatro evangelistas hablan de la sepultura de Cristo y Santo Tomás le dedica toda la cuestión siguiente. Contiene cuatro artículos. Los dos primeros se ocupan del mismo hecho de la sepultura. Primero su conveniencia y después al modo como fue sepultado.
En cuanto si fue conveniente que Cristo fuese sepultado, su respuesta es afirmativa. La justifica con tres razones. La primera: «para demostrar la verdad de su muerte, pues a uno no se deposita en el sepulcro sino cuando ya consta la verdad de su muerte. Por esto se lee en el evangelio de San Marcos (Mc 15, 44-45) que Pilato, antes de permitir que Cristo fuese sepultado, averiguó, tras diligente investigación, si ya había muerto»[2].