InfoCatólica / Sapientia christiana / Archivos para: Septiembre 2021

15.09.21

CXIV. La resurrección del cuerpo y la Eucaristía

1406. –¿La composición de los cuerpos resucitados en la vida eterna será la misma que en la vida temporal?

–Después de los anteriores capítulos de la Suma contra los gentiles, dedicados a los cuerpos resucitados, Santo Tomás se ocupa en otro de la naturaleza del cuerpo en esta nueva condición, porque explica que: «Como vemos que todo cuerpo compuesto de contrarios se ha de corromper necesariamente, hubo quienes dijeron que los hombres resucitados no tendrían tales cuerpos compuestos de contrarios».

Se dieron varias doctrinas respecto a ello. «Unos, movidos por el dicho de San Pablo: «se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual« (1 Cor 15, 44), afirmaron que nuestros cuerpos no resucitan en naturaleza corporal, sino que se convierten en espíritus»,

De una manera parecida: «Otros, movidos por la misma afirmación, dijeron que nuestros cuerpos eran en la resurrección sutiles y semejantes al aire y al viento ya que el «espíritu» se llama aire y así, «espirituales» equivale a aéreos».

Por último: «Y otros, con ocasión de lo que dice San Pablo hablando de la resurrección: «Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres» (1 Cor 15, 40), dijeron que las almas tomaran en la resurrección cuerpos no terrestres sino celestes».

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1.09.21

CXIII. Los resucitados y el milenio

1394. –¿Los resucitados serán inmortales?

–Después de la explicación de la resurrección, que ha ofrecido Santo Tomás en los capítulos anteriores, presenta dos consecuencias, en los dos siguientes. La primera es que: «en la resurrección futura los hombres resucitarán de modo que no volverán a morir».

Para confirmarla da varios argumentos filosóficos y teológicos. Uno de los meramente racionales es el siguiente: «Si los hombres resucitados vuelven a morir, volverán a resucitar de dicha muerte o no». En el primer caso: «hay que afirmar que resucitarán, porque «si no resucitan, las almas permanecerán perpetuamente separadas, cosa que no conviene, como ya se dijo (IV, c. 79). En el segundo caso, «si no resucitan después de una segunda muerte, no hay razón para que resuciten después de la primera».

No obstante, en este segundo caso, a pesar de todo: «si han de volver a morir, habrá un proceso infinito, que alternarán la muerte y la vida en un mismo sujeto». Pero es también un inconveniente, porque: «es preciso que la intención de Dios se dirija a algo determinado», y, en cambio, «la alternación sucesiva de vida y muerte es como una cierta transmutación, que no puede ser un fin, ya que el fin es contrario a la esencia del movimiento, porque todo movimiento tiende hacia algo», que es su término o fin.

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