30.11.08

La Virgen María

El tiempo de Adviento es singularmente mariano. A este primer motivo se une la próxima celebración, el día 8 de Diciembre, de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Dos razones poderosas para que, brevemente, nos paremos a reflexionar sobre Santa María.

En la primera mitad del siglo XX conoció un gran apogeo el llamado “movimiento mariano”. En el Congreso Mariológico de Lourdes, celebrado en 1958, se reconocieron dos tendencias en los escritos de los cultivadores de la Mariología: la cristológica y la esclesiotípica, según que los dogmas marianos se considerasen vinculados en primer lugar a Cristo o a la Iglesia.

Eclesiólogos importantes como el Cardenal Journet veían a María como el corazón de la Iglesia. En el Concilio Vaticano II, por una diferencia muy pequeña de votos, se decidió que el documento sobre la Virgen fuese incluido en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, en lugar de ser objeto de un texto aparte.

El resultado de los trabajos del Concilio fue el capítulo VIII de la “Lumen gentium”; en el que se aúnan las reflexiones cristológicas y eclesiológicas referidas a Nuestra Señora. Al final del tercer período del Concilio, Pablo VI proclamó a María “Madre de la Iglesia”. El título enlazaba de algún modo con la reflexión de los Santos Padres, que veían a la Virgen como tipo de la Iglesia; como figura excelsa de la Iglesia.

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27.11.08

I Domingo de Adviento: El recuerdo y la esperanza

Textos: Is 63,16b-17.19b,64,2b-7; Sal 79; 1 Cor 1,3-9; Mc 13, 33-37.

En una meditación sobre el Adviento el Card. Ratzinger, hoy Benedicto XVI, escribe que el “Adviento designa justamente la conexión entre memoria y esperanza que el hombre necesita. El Adviento quiere despertar en nosotros el recuerdo propio y el más hondo del corazón: el recuerdo del Dios que se hizo niño. Ese recuerdo sana, ese recuerdo es esperanza” (El resplandor de Dios en nuestro tiempo, 21).

Recordar es traer a la memoria algo. Los profetas, al hacerse portavoces del anhelo del pueblo de Israel por la venida del Mesías, traen a la memoria los beneficios recibidos de Dios: “Jamás oído oyó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. (…) tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todo obra de tu mano” (cf Is 63-64).

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26.11.08

El Crucificado, patrimonio de la humanidad

Algunos bienes no pertenecen a una sola persona, a una sola familia, a un solo pueblo, a un solo Estado. Algunos bienes, por su relevancia y significación, pertenecen a todos y nadie tiene, en consecuencia, derecho a privar a los seres humanos que vengan en el futuro de su contemplación y disfrute.

Pero no sólo los bienes, también las personas, algunas personas al menos, por la coherencia de su vida, por la pureza de sus ideales, por la capacidad de encarnar lo mejor de los hombres traspasan las fronteras y trascienden los límites de una cultura o de una civilización.

Si nos ceñimos a la época contemporánea, personajes como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Óscar Romero, Dietrich Bonhoeffer o Teresa de Calcuta concitan un consenso casi unánime en el reconocimiento de las gentes. La defensa de la no violencia, de la igualdad de los hombres de diferentes razas, la resistencia frente a los totalitarismos o la compasión por los últimos de los últimos son valores que propician la convergencia, el acuerdo, la alianza entre lo que de más humano subsiste en cada uno de nosotros.

También en otras épocas hay ejemplos de humanidad plena. En este sentido, la UNESCO declaró el 2007 como Año de Mevlana Celaleddin-i Rumi, en recuerdo del célebre poeta y filósofo del sufismo musulmán. Y estoy seguro de que todos los hombres que no hayan perdido la sensibilidad admirarán, aunque no sean cristianos, la obra de San Juan de la Cruz o de Fray Luis de León.

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25.11.08

Santa Catalina de Alejandría, fe y Filosofía

1. Al venerar hoy a Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, apenas podemos hacernos una idea de la devoción que, en épocas pasadas, se tributó a esta santa. En el “Calendario Litúrgico-Pastoral” se lee: “Se dice que fue una virgen alejandrina, llena de agudeza de ingenio y de sabiduría, no menos que de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se honra con piadosa veneración en el célebre cenobio del Monte Sinaí”. Como segunda lectura, para el Oficio de Lectura de su memoria, la Liturgia ofrece un fragmento de uno de los sermones de San Cesáreo de Arlés, Obispo, en el que se exhorta a seguir a Cristo, conscientes de que este seguimiento comporta la vivencia de la humildad y de la caridad. Y este itinerario supone afrontar la oposición, la burla y la persecución; no sólo por parte de los paganos, que están fuera de la Iglesia, sino incluso por parte de aquellos que parecen estar dentro, aunque estén fuera por sus perversas acciones.

El recuerdo de Santa Catalina está, pues, unido al recuerdo del martirio, a la evocación de la dificultad de ser cristiano. En otras etapas de la historia, Santa Catalina ha sido objeto, como he apuntado, de una gran veneración popular. Bossuet, uno de los más famosos predicadores del siglo XVII, le dedicó un encendido panegírico y, en toda Francia, era habitual encontrar su imagen en numerosas capillas e iglesias. También la catedral de Tui tiene una capilla dedicada a la Santa, donde hoy se encuentra el museo catedralicio.

En el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid se conserva el óleo sobre lienzo de Caravaggio que representa a la Santa como una princesa, ricamente vestida, arrodillada sobre un cojín de damasco. Santa Catalina posa con los atributos tradicionales: la rueda dentada y quebrada, la espada con la que fue decapitada y la palma que alude a su martirio.

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22.11.08

¿Absolución general?

Me han preguntado sobre el tema de las absoluciones generales. En lugar de escribir un post sobre el asunto - tarea que de la que no descarto ocuparme - prefiero, en este momento, copiar lo que dice una página seria que se puede consultar en Internet: Me refiero a “Ius Canonicum". Reproduzo, pues, el siguiente artículo:

Requisitos para impartir la absolución general

De acuerdo con el canon 961 del Código de Derecho Canónico, el modo ordinario de administrar el sacramento de la Penitencia es mediante la confesión y absolución individual. Esta doctrina, además, ha quedado reafirmada en el Motu proprio promulgado por Juan Pablo II Misericordia Dei (n. 1)., y en la Nota Explicativa del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Texos legislativos de 8 de noviembre de 1996, sobre la absolución general sin previa confesión individual. De acuerdo con estos textos legales, para poder impartir una absolución a varios penitentes a la vez, es necesario que se reúnan los siguientes requisitos:

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