San Pablo: La vivencia del misterio de Cristo
Si quisiéramos acercarnos a las cartas de San Pablo, a su corpus doctrinal, no encontraríamos una “teología sistemática” al uso; es decir, un desarrollo articulado, completo, sobre Dios, sus atributos y perfecciones a la luz de los principios revelados. Las cartas de San Pablo no son, por ejemplo, la “Suma de Teología” de Santo Tomás de Aquino. Santo Tomás escribe para el aula universitaria; San Pablo difunde y expone, a las comunidades y a las personas a las que se dirige, la vivencia del misterio de Cristo.
Atendiendo a la situación y mentalidad de los destinatarios, esta “vivencia”, esta experiencia, se va concretando y explicitando. Su núcleo es siempre el mismo: Jesucristo como Salvador y como salvación de cada hombre, de todo hombre, y del mundo en su conjunto.
El legado doctrinal de San Pablo, que ha sido incluido en el canon del Nuevo Testamento como textos divinamente inspirados, es de una riqueza y de un valor permanentes. El Año Jubilar que conmemora el bimilenario de su nacimiento nos está proporcionando un regalo de singular relieve: las catequesis, que en las audiencias de los miércoles, Benedicto XVI está dedicando a la figura y a la doctrina de San Pablo.