22.08.09

La gloria y la cruz de un blog

Mantener un blog abierto equivale a un reto, voluntario pero reto, que desafía la propia constancia, la pereza y hasta el legítimo afán de no complicarse la vida.

La gloria de un blog es la comunicación. Entre autor y lectores se propicia el intercambio de ideas, de puntos de vista, incluso de discrepancias. La cruz viene dibujada en la persona de algún comentarista: Sin saber ni por qué ni cómo, hay quien se permite entrar e insultar, entrar y agredir, entrar y descalificar. Pierde el tiempo. No se puede razonar con quien no quiere razonar, con quien, por los motivos que sea, parece haber claudicado del ejercicio de la razón.

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21.08.09

Escoged a quien servir

“Escoged a quien servir”

Domingo XXI del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Una de las características de la fe es la libertad. El hombre, al creer, responde voluntariamente a Dios, sin estar movido por una coacción externa. Jesucristo “dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían” (Dignitatis humanae, 11).

Muchos discípulos suyos, al oírlo, pensaban que su modo de hablar era inaceptable, se resistían a creer, y “se echaron atrás y no volvieron a ir con él” (Juan 6, 66). Es decir, el Evangelio no es rechazado únicamente por la incoherencia de quien lo anuncia, o por no ser adecuadamente presentado; sino que es rechazado por sí mismo, ya que resulta inadmisible a quienes lo reciben de modo carnal, y no según el Espíritu (cf Juan 6, 63).

Nos encontramos una vez más con el misterio de la gracia y de la libertad, con esa conjunción entre la atracción que Dios ejerce sobre nuestra alma y la respuesta, de cooperación o de rechazo, que nosotros podemos dar. Sólo Dios conoce este misterio; sólo Él sabe lo que hay en el corazón del hombre; sólo Él puede adentrarse en los ocultos resortes de la voluntad y de la conciencia. Desde fuera sólo cabe el respeto y el silencio.

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Vestimenta en las iglesias

De vez en cuando, afortunadamente en muy contadas ocasiones, algún pelmazo o pelmaza se toma la molestia de hacerme llegar un anónimo quejándose de alguna cosa sobre el funcionamiento de la parroquia. Tenga o no tenga razón el comunicante anónimo – que, habitualmente, no la tiene – su sugerencia o reclamación es, por sistema, desechada. Jamás es ni será tenida en cuenta. Y es que los anónimos deben ser ignorados por salud mental. Quien es incapaz de dar su nombre, resulta un sujeto inhábil para que se tome en consideración lo que dice.

Hoy, sin embargo, he recibido una carta firmada. Circunstancia que cambia completamente la situación. Y máxime si la redacción es correcta, como lo es, y el tono respetuoso y propositivo. Y si, en medio de la queja u observación, sabe hacerse eco de aspectos positivos, los que sean, porque alguno habrá.

El eternamente disgustado, contrariado, descontento se convierte en un reo sospechoso del delito imperdonable de causar, gratuitamente, el tedio ajeno. Que si se enciende este foco en vez de aquel otro. Que si se coloca una hortensia en vez de una orquídea, que si se hace ruido al respirar o al andar. La cultura del “libro de reclamaciones” se impone hasta en los anónimos, con escaso fundamento.

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20.08.09

Rezar la Liturgia de las Horas con el pueblo

La doctrina cristiana ve en el rezo de la Liturgia de las Horas un modo de participar en la alabanza de Cristo al Padre, así como en su intercesión a favor de todos los hombres. El Vaticano II enseña que “cuando los fieles oran junto con el sacerdote en la forma establecida, entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su Cuerpo, al Padre” (SC 84).

Es muy deseable que todos los fieles, y no sólo los sacerdotes o los religiosos, recen el Oficio Divino. Es más, el último Concilio exhorta a los pastores a procurar que “las Horas principales, especialmente las Vísperas, se celebren comunitariamente en la Iglesia los domingos y fiestas más solemnes” (SC 100).

Yo no veo que esta petición haya tenido la debida acogida entre nosotros. Recuerdo, sin embargo, la belleza y solemnidad de las Vísperas del domingo en la basílica de San Pedro: el esplendor del canto litúrgico, sobre todo de los himnos, el cuidado de todos los aspectos celebrativos y la participación muy numerosa de los fieles. En las solemnidades especialmente destacadas – aunque todo domingo es solemnidad – presidía las Vísperas el entonces Cardenal Arcipreste de la Basílica, Virgilio Noé. A pocos he visto celebrar mejor. Su compostura, la elección de los ornamentos litúrgicos, el cuidado de la homilía… Todo era perfecto.

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Descortesía informática

¿Se imaginan que alguien sale a la calle y, sin más, se dedica a insultar a un desconocido? Pensaríamos que quien así se comporta no está en sus cabales, que algo falla en su mente y mucho, por supuesto, en su educación.

Pues bien, lo que, afortunadamente no suele suceder en la vía pública – aunque todo puede pasar – se da en Internet; por ejemplo en los comentarios a ciertos blogs. Aquí, en InfoCatólica, las cosas se mantienen dentro de un cierto orden. Pero no en todos los lugares virtuales sucede lo mismo.

Cualquier cretino, amparado en el relativo anonimato de un nick, se permite mentir, insultar, difamar o calumniar. Una conducta que pone de manifiesto la maldad que anida en tantos corazones.

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