1.10.09

Revelación cristiana y religiones (II)

3. El Concilio Vaticano II y el magisterio posterior

3.1. Vaticano II

El Vaticano II no se planteó de modo explícito la existencia de la revelación en las religiones. Sin embargo, contiene indicaciones sobre la concepción de la revelación y sobre la existencia de verdad entre los no cristianos, que nos pueden ayudar para plantear este tema.

La Dei Verbum presenta, como hemos visto, un concepto de la revelación económico y sacramental (cf DV 2), que llega a su plenitud en Cristo (cf DV 4).

El Concilio reconoce la presencia de verdad en las religiones no cristianas. En LG 16 se afirma de “quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y de su Iglesia” que “cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación al Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida".

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30.09.09

Revelación cristiana y religiones (I)

1. Introducción

Desde la perspectiva de la teología de la revelación, el acercamiento a otras religiones plantea múltiples interrogantes: ¿existe una revelación de Dios en las otras religiones? ¿qué relación existe entre la revelación de Dios en Cristo y su manifestación en las religiones no cristianas? ¿qué valor tienen sus libros sagrados. Como ha escrito D´Costa, “la teología de las religiones propia y principalmente se ocupa de la cuestión de la revelación” (1).

Para abordar esta problemática presentaremos sumariamente las diversas posiciones teológicas que se han desarrollado en este siglo hasta el Concilio Vaticano II. En un segundo momento, abordaremos la doctrina conciliar al respecto y los desarrollos magisteriales posteriores. En un tercer momento presentaremos las principales corrientes teológicas posconciliares y, finalmente, expondremos el contenido de la Declaración “Dominus Iesus", de la Congregación para la Doctrina de la Fe (2).

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El Cristianismo y las otras religiones ¿qué dice el Catecismo?

El fenómeno de la globalización tiene, sin duda, su repercusión en la vivencia religiosa. Cada vez más, nuestras sociedades se caracterizan por el pluralismo cultural, étnico y religioso. ¿Cuál es, según el “Catecismo de la Iglesia Católica” la relación del cristianismo con las otras religiones?

En el “Compendio” del Catecismo encontramos una indicación valiosa: “El vínculo entre la Iglesia católica y las religiones no cristianas proviene, ante todo, del origen y el fin comunes de todo el género humano. La Iglesia católica reconoce que cuanto de bueno y verdadero se encuentra en las otras religiones viene de Dios, es reflejo de su verdad, puede preparar para la acogida del Evangelio y conducir hacia la unidad de la humanidad en la Iglesia de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 170).

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29.09.09

¿Son iguales todas las religiones?

¿Son iguales todas las religiones? ¿Tienen el mismo valor en orden a la salvación? ¿Es indiferente ser católico, musulmán o budista? Interrogantes de este tipo se formulan en el momento presente, en un contexto marcado por el pluralismo y por una cultura democrática para la que, en principio, las distintas opciones - en el terreno político, cultural y también religioso - gozan de idénticos derechos.

En este marco, el Cristianismo avanza una pretensión escandalosa. Aún reconociendo la posibilidad de manifestación de Dios en otras religiones, considera que lo que de verdadero hay en ellas constituye una preparación para el Evangelio; las ve como una especie de “Antiguo Testamento", apuntando a un cumplimiento último que sólo se da en Jesucristo, Salvador único y definitivo. El cristianismo pretende ser la religión verdadera, la “revelatio revelata", el camino de salvación por antonomasia. ¿Es una pretensión exagerada? ¿Debería la Iglesia silenciarla y contentarse con proponer un mensaje más, equivalente a otros?

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28.09.09

Una frase de Annibale Bugnini

Poco antes de morir, el arzobispo Annibale Bugnini dijo de sí mismo: “He servido a la Iglesia, he amado a la Iglesia, he sufrido por la Iglesia”. Es una bella frase, un condensado resumen de la actitud que un católico ha de vivir con relación a la Iglesia: amarla, servirla y sufrir por ella y en ella.

A veces me sorprende – y me duele – la acritud con la que algunos católicos hablan o escriben sobre la Iglesia. En sus palabras parece encontrar cobijo todo el desamor, todo el rencor, toda la rabia que almacena el universo. Claro que únicamente se habla con esa dosis de pasión de lo que a uno le importa. Yo soy incapaz de decir una palabra más alta que otra cuando se trata de opinar sobre el fútbol. Me resulta absolutamente indiferente que gane un equipo o que pierda otro. El fútbol ocupa en mi recreación del mundo un espacio mínimo, como si tratase de un elemento opaco que está ahí, pero que nunca ha sido capaz de despertar el afán de mi mirada.

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