Protestantes
Un “protestante”, según la Real Academia Española, es alguien “perteneciente o relativo a alguna de las Iglesias cristianas formadas como consecuencia de la Reforma”.
En la Dieta Imperial de Spira en 1529 una minoría de príncipes “protestaron” contra la política del Emperador. El adjetivo – “protestantes” – que, en un primer momento, aglutinó a los seguidores de Lutero, se fue haciendo cada vez más amplio hasta cobijar bajo su paraguas a grupos muy diversos entre sí: anabaptistas, calvinistas, evangélicos, congregacionistas, luteranos, menonitas, presbiterianos, etc.
Ya al comienzo de la así llamada “Reforma” aparecieron dos grupos: el protestantismo de la línea principal y el protestantismo radical. El protestantismo clásico encuentra su expresión en los escritos de Calvino y de Lutero, con sus convicciones particulares sobre la salvación, la revelación y la Iglesia.
La salvación vendría de la justificación por la fe. Los hombres no pueden agradar a Dios. Sólo Cristo, por su cruz, establece la paz entre Dios y el hombre. Por los méritos de Cristo, Dios declara al hombre justo. Y esta justicia se acepta por medio de la fe. Para Calvino, Dios predestina: a la salvación, sí; pero también a la condenación.
La Biblia tiene toda la autoridad: “sola Scriptura”. Ni la Tradición ni la Iglesia tienen nada – definitivo - que decir. La palabra decisiva corresponde la Escritura; porque Dios es soberano y el hombre débil. La Iglesia es, a lo sumo, la comunidad de los que se salvan.