El alcalde y las luces de Navidad
Sor Juana Inés de la Cruz, nacida a mediados del siglo XVII en el Virreinato de Nueva España – hoy México -, es una destacada integrante del Siglo de Oro español y del barroco literario novohispano. Desde muy niña, sor Juana mostró una auténtica pasión por el saber, por la adquisición de conocimientos. Dicen que solía cortarse un mechón de cabello y plantearse el reto de aprender un tema específico antes de que volviera a crecer, o de lo contrario lo cortaba de nuevo, pues “no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias”.
En 1667 profesó como monja. Primero en las Carmelitas Descalzas y, poco después, en un monasterio de Jerónimas. La Iglesia y la corte le pedían con frecuencia “villancicos”, composiciones poéticas que, en ocasiones, como en el caso de sor Juana, tenían un autor culto pero que, no obstante, mantenían el tono popular y el recurso al humor. Los villancicos se cantaban en las catedrales de México, Puebla y Oaxaca. Ya desde comienzos del siglo XVII había florecido en la Nueva España el “villancico de maitines”, cantado polifónicamente en las vísperas de las grandes celebraciones religiosas.
Uno de estos villancicos de maitines, atribuido a sor Juana Inés de la Cruz, es el titulado “El alcalde de Belén”. Se trata de una “Ensalada”; es decir, de un género que mezcla elementos dispares: narrativa y lírica, metros diversos y temas variados. En la introducción se recoge la anécdota narrativa: “El Alcalde de Belén/ en la Noche Buena, viendo/ que se puso el azul raso/ como un negro terciopelo,/ hasta ver nacer al Sol,/ de faroles llena el pueblo,/ y anuncia al Alba en su parto/ un feliz alumbramiento”. El Alba es la Virgen María que va a alumbrar al Sol, que es Jesucristo.