El papa, sucesor de Pedro
Los colores del Vaticano son el amarillo y el blanco, y el escudo dos llaves entrelazadas, una dorada y otra plateada, coronadas por una tiara papal. El color de las llaves hace referencia a un pasaje evangélico. En la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro dio la respuesta acertada: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esa confesión de fe, que está a la base de la función primacial que Cristo le confía, no se debe a las cualidades de Pedro como ser humano, sino a la gracia y a la revelación de Dios: “Tú eres Pedro – le dice Jesús -, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”. Y es justo en ese momento cuando Jesús le otorga el poder de las llaves: “Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. La plata, de ahí el color blanco, simboliza la llave que ata y desata en la tierra. El oro corresponde a la llave que ata y desata en los cielos, de ahí el color amarillo.