Benedicto XVI y los Magos de Oriente
El 31 de diciembre de 2023 se celebró, en la basílica de san Pedro, el primer aniversario del fallecimiento del papa Benedicto XVI. Presidió ese día la santa misa quien fuera su secretario personal, el arzobispo alemán Georg Gänswein, que recordó su ejemplo luminoso de trabajador sencillo y humilde en la viña del Señor.
Benedicto XVI había renunciado al pontificado en 2013. Sus exequias tuvieron lugar el 5 de enero de 2023 en la Plaza de San Pedro, presididas por el papa Francisco. Este último 31 de diciembre, Francisco recordó en la oración del “angelus” a su predecesor con una súplica final: “¡Que desde el cielo nos bendiga y nos acompañe!”.
Nadie duda de que Benedicto XVI fue un papa insigne por su magisterio. Un posible futuro doctor de la Iglesia. En su trilogía sobre “Jesús de Nazaret”, dedicó un pequeño volumen a “La infancia de Jesús”. En ese texto trata sobre los Magos de Oriente y comienza diciendo: “Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los Magos venidos de Oriente”.

La Navidad celebra lo que, en el lenguaje de la fe, se llama el misterio de la encarnación. El Niño que nace en Belén es el Logos, el Verbo de Dios, el Hijo de Dios hecho hombre. El cristianismo piensa a Dios en la paradoja, en la aparente contradicción, de una alteridad que no equivale a una distancia imposible de colmar. Dios es Otro, no una proyección del yo, pero no está lejos, sino que se da, se acerca y se aproxima al hombre. Como escribe Joseph Ratzinger la “fusión” de divinidad y humanidad “ha sido posible porque Dios ha descendido en Cristo, ha asumido él mismo los límites del ser humano, los ha padecido y, en el amor infinito del crucificado, ha abierto de par en par la puerta de lo infinito”.
En un epigrama, Jesús Cotta expresa su asombro por la inmensidad de la creación: “A Dios le pasó con las estrellas/ lo mismo que a Velázquez con las lanzas:/ todas le parecían pocas”. No sé si el número de los poetas religiosos es tan grande como el de las estrellas o el de las lanzas del célebre cuadro, pero ciertamente no es pequeño. Así lo afirma la filóloga Yolanda Obregón en la segunda edición de su antología “400 poemas para explicar la fe” (Vita Brevis, Maxstadt 2023): “solo queda regocijarse con la abundancia, y aún más, con el vigor, de la poesía religiosa actual, que viene a continuar la tradición de nuestra literatura lírica más memorable”.






