Inmigrantes en EEUU, dignidad humana y seguridad nacional

La Conferencia de Obispos Católicos de los EEUU (USCCB), en la Asamblea Plenaria de Otoño celebrada en Baltimore, ha publicado, el 12 de noviembre de 2025, un “mensaje especial” mostrando su preocupación por la situación de los inmigrantes en su país. Un “mensaje especial” es una forma urgente de expresarse como cuerpo episcopal a la que los obispos de EEUU recurren en circunstancias de peculiar relieve. Baste pensar que el anterior mensaje de este tipo se emitió en 2013. El documento ha sido aprobado por una abrumadora mayoría: 216 votos a favor, 5 en contra y 3 abstenciones.

Con un lenguaje claro y directo los obispos describen el clima de terror y de ansiedad en que viven los inmigrantes ante la aplicación de las leyes migratorias, así como la creciente denigración de los inmigrantes y las condiciones de los centros de detención: “Lamentamos que algunos inmigrantes que viven en los Estados Unidos han perdido su estatus migratorio de manera arbitraria. Nos preocupan las amenazas contra la santidad de los lugares de culto, y el carácter especial de los hospitales y las escuelas. Nos entristece profundamente cuando nos encontramos con padres que temen ser detenidos al llevar a sus hijos a la escuela o cuando intentamos consolar a familiares que ya han sido separados de sus seres queridos”. 

Señalan que, por generaciones, los inmigrantes han contribuido inmensamente al bienestar de la nación y afirman sentirse obligados a elevar sus voces en defensa de la dignidad humana: “La enseñanza católica exhorta a las naciones a reconocer la dignidad fundamental de todas las personas, incluidos los inmigrantes.  Como obispos, abogamos por una reforma significativa de las leyes y los procedimientos migratorios de nuestra nación. La dignidad humana y la seguridad nacional no son valores en conflicto. Ambas pueden alcanzarse con buena voluntad y uniendo esfuerzos”. Reconocen la responsabilidad que tienen las naciones de controlar sus fronteras, para evitar el riesgo de la explotación y de la trata de personas, así como de establecer un sistema de inmigración justo y ordenado por el bien común.

Apelan a la Sagrada Escritura, que presenta la sabiduría de la compasión de Dios y que muestra la prioridad que tienen para el Señor los más vulnerables. La parábola del “buen samaritano” así lo recuerda. En definitiva, la preocupación por el prójimo y por los inmigrantes brota del “mandamiento nuevo” del amor que Jesús dio a los suyos.

Aseguran a los inmigrantes que no están solos. De hecho, muchos miembros de la Iglesia están ya acompañando y asistiendo a los inmigrantes en sus necesidades básicas. Y terminan denunciando “las deportaciones masivas e indiscriminadas” y haciendo una llamada al diálogo: “Oramos por el fin de la retórica inhumana y de la violencia, ya sea dirigida contra inmigrantes o contra los organismos de seguridad. Oramos para que el Señor guíe a los líderes de nuestra nación y estamos agradecidos por las oportunidades pasadas y presentes de dialogar con funcionarios públicos y electos. En este diálogo, continuaremos abogando por una reforma migratoria significativa”.

Me parece un texto muy sensato, que cualquier persona de bien puede compartir en su integridad. Ojalá ayude a que se encuentren soluciones justas para encauzar de modo adecuado este reto tan complejo, haciendo compatible el respeto a la dignidad humana con la seguridad de las fronteras.

 

Guillermo Juan-Morado.

Publicado en Atlántico Diario.

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