Alasdair McIntyre, crítica y alternativa a la modernidad
El filósofo Adaslair McIntyre (Glasgow, 1929 – Indiana, 2025), fallecido el pasado 21 de mayo, es uno de los autores que más a fondo ha planteado una crítica a la crisis moral de la modernidad, así como una alternativa a la misma. Y lo ha hecho situándose en los “márgenes” de la modernidad, para comprenderla desde dentro y juzgarla desde fuera. Los recursos para una renovación ética y política se encuentran, nos dice, en el pensamiento de Aristóteles y de Tomás de Aquino y en una comprensión narrativa de la vida humana.
Se suelen distinguir tres etapas en su larga trayectoria filosófica. Entre 1951 y 1971 lleva a cabo sus primeros desarrollos en el campo del pensamiento: se ocupa de la relación entre marxismo y cristianismo; de filosofía de la religión, teología natural y psicoanálisis; así como de ética y sociología. En 1970 se traslada a EEUU y, entre 1971 y 1977, realiza una reflexión autocrítica. A partir de 1977 se dedica al proyecto “Tras la virtud”.
La crítica a la crisis moral de la modernidad parte de un diagnóstico según el cual no hay forma de ponerse de acuerdo racionalmente sobre asuntos morales - pensemos, a modo de ejemplo, en la cuestión del aborto o de la eutanasia -. Lo que prima en ese ámbito de la vida no son los criterios racionales, sino el emotivismo; es decir, los sentimientos y los intereses de cada uno. La alternativa a esa crisis la encuentra McIntyre en una concepción neo-aristotélica de la actuación moral que anteponga las virtudes a las reglas y normas.
Su proyecto “Tras la virtud” – este es título de su principal obra, publicada en 1981 – se estructura en torno a tres conceptos: “prácticas”, “narración” y “tradición”. Las “prácticas” son actividades humanas cooperativas, con bienes internos a ellas mismas, que se alcanzan en la medida en que se posee las virtudes necesarias. La filosofía aristotélica - que destaca el bien común, la teleología o finalidad de las acciones y la importancia de las virtudes – ayuda a comprender la estructura moral de las “prácticas”. La “narración” hace referencia a la unidad del sujeto; para lograr esta unidad narrativa es preciso jerarquizar los bienes que se persiguen y reconocer un “telos”, un fin de la propia existencia. Como el hombre no es un individuo aislado, es necesaria la deliberación compartida. La “tradición” es el contexto social e histórico que abarca las prácticas y las narraciones de los seres humanos.
Se trata, en última instancia, de la comprensión de la naturaleza de la razón humana. McIntyre, frente a la razón abstracta moderna, reivindica una razón consciente de sus presupuestos históricos y naturales, incluidos los específicamente religiosos – él mismo se convirtió al catolicismo en la década de los 80-. La filosofía no puede reducirse a la erudición de unos cuantos profesionales, sino que ha de estar a disposición de las personas corrientes para ayudarlas a buscar la felicidad y a vivir bien; a tener una vida que verdaderamente se pueda llamar “buena”.
Guillermo Juan-Morado.
Publicado en Atlántico Diario.
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