InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Abril 2024

8.04.24

En el día de San Telmo: Los santos brotan de la fuente más preciosa

San Juan nos dice en su evangelio que, del costado traspasado de Cristo en la cruz, “salió sangre y agua”. Se trata, escribe Joseph Ratzinger, de una fuente “mucho más preciosa que todas las que haya habido nunca en la tierra”. Es la fuente de la pura entrega: Jesús se vacía fluyendo por entero para los demás. De ahí mana el bautismo y la eucaristía; de ahí nace la Iglesia; de ahí se nutren los santos.

Celebrar la fiesta de San Telmo es celebrar que la Pascua, el paso perfecto de Jesús, nos atañe a cada uno de nosotros personalmente. Con su gracia, con la fuerza de su entrega que se hace presente en los sacramentos, también nosotros podemos transitar desde una vida aburrida, cerrada en el propio yo y en sus caprichos, a la vida verdadera que nace de la donación a Dios y a los otros: “quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará”.

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7.04.24

II Domingo de Pascua (B): El paso de incrédulo a creyente

“Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. En la Octava de Pascua seguimos celebrando el día santísimo de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. El Evangelio nos transporta al anochecer de aquel día, el primero de la semana.

El Señor no se somete a un examen forense por parte de los incrédulos, sino que se aparece a los suyos. Son estos encuentros los que, bajo la acción de la gracia, despiertan la fe de los discípulos en la Resurrección.

Dios todo lo hace nuevo. Su palabra, la entrega de su Hijo en la Cruz, el agua y la sangre, el amor más fuerte que la muerte… transforman lo terreno en lo celeste, lo temporal en lo eterno.

Verdaderamente se trata, como explicaba Benedicto XVI valiéndose de una analogía, de la mayor “mutación”, del salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos. Su cuerpo, el de Cristo, se llena del Espíritu Santo y participa, para siempre, de la gloria de Dios.

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