El sentido sacramental y la transmisión de la fe
La primera encíclica del papa Francisco, Lumen fidei - datada el 29 de junio de 2013 - ,  dedica todo un capítulo – el tercero - a abordar la cuestión de la transmisión de la fe, que justamente preocupa tanto a la Iglesia.
Debe darse una adecuación y una proporción entre lo que se comunica y el ámbito a través del cual es comunicado. Esta lógica de la proporción la comprendemos fácilmente los seres humanos: un regalo valioso no se suele envolver en papel de periódico, sino que se escoge un envoltorio adecuado a la calidad del presente.
La fe es un don precioso que recibimos de Dios y no puede ser comunicado a los demás de cualquier manera, sino en armonía con lo que significa. La fe no es un contenido meramente doctrinal, sino una realidad mucho más amplia y rica: una “luz nueva que nace del encuentro con el Dios vivo, una luz que toca a la persona en su centro, en el corazón, implicando su mente, su voluntad y su afectividad, abriéndola a relaciones vivas en la comunión con Dios y con los otros” (Lumen fidei, 40).
Es una descripción muy bella de lo que acontece al creer. El hombre se encuentra con el Dios vivo que se acerca a nosotros en la Persona de Jesucristo Resucitado para entregarnos una luz nueva: la luz de la fe. Esa luz nos envuelve y nos toca, nos afecta completamente e inaugura un mundo nuevo de relaciones.

El “Ritual de Exequias” prevé que, en las exequias, alguna persona cercana al difunto tome la palabra para dirigirse a la asamblea. En teoría, no está mal esa posibilidad. En la práctica, depende.
Como todavía no he podido adquirir “Conversaciones con Paco Pepe”, a pesar de haber preguntado por esta obra en unos grandes almacenes que la anuncian en su página web y que, pese a ello, no la ponen a la venta – de momento - en sus centros comerciales, he estado leyendo una novela.
         





