InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Junio 2011

30.06.11

¿Qué es la teología?

El papa nos sorprende cada día. Sus palabras, sus homilías y discursos, son admirables. Sabe compaginar de un modo particularmente logrado la forma y el fondo, la profundidad y la sencillez, la claridad y la belleza.

La homilía pronunciada en la Santa Misa de la solemnidad de San Pedro y de San Pablo, en la que alude a su sexagésimo aniversario de ordenación presbiteral, es un texto que, pienso yo, se leerá en el futuro con una veneración parecida a la que sentimos por los grandes escritos de los autores cristianos.

Pero también hoy, en su discurso con ocasión de la concesión del “Premio Ratzinger”, ha estado brillante. Ha reflexionado sobre la naturaleza de la teología y sobre la relación entre la fe y la razón. Se trata de un texto que debemos situar en continuidad con los discursos de Ratisbona, del Colegio de los Bernardinos de París y de la Universidad de Roma (aunque en este último lugar no llegó a pronunciarlo).

Tras un primer párrafo de reconocimiento a los tres teólogos premiados -Olegario González de Cardedal, M. Simonetti y M. Heim-, en el que incide en la importancia de hacer que la palabra de la fe no quede restringida al pasado, sino que sea para nosotros una palabra contemporánea, el papa entra en el nudo de su discurso: ¿Qué es verdaderamente la teología?

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27.06.11

Una bella imagen de la Iglesia

No soy yo muy devoto de procesiones. Las respeto, las aprecio, pero… no es ese ir ordenadamente, de un lugar a otro, muchas personas con un fin religioso lo que de un modo más espontáneo me puede salir del alma. Ya sé que es cosa mía, pero la devoción tiene también un componente subjetivo, que depende de la propia experiencia, formación, ambiente cultural, etc.

Sin embargo, sí me gusta la procesión del Corpus Christi. Me gusta tanto que me esfuerzo en no dejar de participar ningún año. Caminar en pos de Cristo, presente de modo verdadero y sustancial en el Santísimo Sacramento, refleja muy bien en qué consiste la vocación cristiana. La fe, la pura fe es, creo, más que otra cosa, lo que convoca a quienes van en la procesión. Cristo presente y oculto, Cristo cercano y lejano, con toda la majestad de Dios y con la humilde apariencia de un trocito de pan.

En la ciudad donde vivo la procesión del Corpus es modesta y piadosa. En otros lugares es triunfal y solemnísima, como corresponde al paso del Rey con mayúsculas por las calles habitadas por los hombres. Nada puedo objetar a ese esplendor grandioso. Ciertamente, Cristo se lo merece todo y el tributo que le dediquemos no lo hace a Él más noble, pero sí nos ennoblece a nosotros.

Pero no es este el caso. En donde vivo, la procesión del Corpus es la de los cristianos de la Misa diaria. Y no creo exagerar nada. No éramos pocos, no, éramos bastantes, sin poder hablar de una muchedumbre inmensa. Pero he visto, y no solo este año, mucho recogimiento y mucho amor a Cristo. He visto a personas de todas las edades guardando silencio, respondiendo a las oraciones de alabanza y aclamando al Señor con cánticos.

Al término del recorrido, que apenas perturbó la vida de la ciudad, y que fue observado por quienes no participaban en él sin muestras externas de desprecio, pude vivir en la concatedral un momento de gran emoción: La custodia con el Santísimo fue colocada sobre el altar y el obispo, los sacerdotes y los demás fieles, laicos y religiosos, concentraron su mirada en la Sagrada Hostia. Él, Cristo, era el centro. Su Corazón sigue latiendo de modo vivo. Él sigue infundiendo en nuestro espíritu la fuerza y la alegría.

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26.06.11

No es una cuestión de tiempo

¿Sacerdocio para las mujeres, sí o no? Si pensásemos en términos de “derechos” la respuesta no podría ser más que una: “Sacerdocio sí”. Las mujeres no son menos dignas que los hombres, ni menos inteligentes, ni menos hijas de Dios.

¿Pero el sacerdocio es un “derecho”? Obviamente, no lo es. Nadie tiene “derecho” a ser ordenado diácono, presbítero u obispo. Nadie. Ni un hombre ni una mujer. El sacerdocio es una llamada que procede de Cristo y que la Iglesia ha de verificar.

En la Antigüedad las mujeres eran, con frecuencia, sacerdotisas de los cultos paganos. Sin embargo, Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, no eligió a las mujeres para ser, en el sentido pleno del término, “apóstoles” suyos. No consta que lo haya hecho. ¿Podría haberlo hecho? Sin duda, pero no se sabe que lo haya hecho nunca.

El problema es que la Iglesia se siente vinculada a la voluntad de Cristo. No es menos digna la cerveza que el vino, pero Él escogió el vino como materia de la Eucaristía. Ni es menos digno el queso que el pan, pero Él escogió el pan…

Hay una remisión constante a “lo recibido”, a lo que no depende de nosotros, a lo que Dios, en su libre voluntad, ha dispuesto. ¿Cuál es la lógica de la fe? ¿Pedirle a Dios cuentas por haber actuado como ha actuado o tratar de atenerse a su actuación?

Dios es Dios. Y el sacerdocio es lo que es: un signo de la grandeza de Dios, de su “excedencia”, de la gratuidad de sus dones. El Hijo de Dios se hizo “hombre”, no “ser humano” genéricamente hablando, sino “hombre”, varón. ¿Por qué? No lo sé. Y Cristo no es la más perfecta criatura, porque Cristo es el Creador y no la criatura. La más perfecta criatura es una mujer: María, la madre de Cristo.

San Pablo, hablando de la Eucaristía, se remite a lo que él ha recibido; a lo que ha recibido procedente del Señor. ¿Podemos acaso anticipar “a priori” la voluntad divina? ¿Dios debe acomodarse a lo que nosotros queremos? ¿O, por el contario, Dios es Dios?

Me merece mucho respeto una Iglesia servidora del querer de Dios, cuidadosa con lo que Dios ha dicho, “secundaria” con respecto a la revelación. Una Iglesia que llegase a pensar que es ella la que decide, la que tiene la última palabra, la que no se sintiese vinculada a la Palabra, me daría motivos fundados para la desconfianza.

Se diga o no, en el fondo de los debates sobre el sacerdocio femenino late una interrogación: “¿Por qué el Hijo de Dios se hizo hombre?”. Y si digo “hombre” digo también “varón”. ¿Por qué? Yo no lo sé, pero así sí ha sido. Solo puedo pensar una cosa: No es lo más importante ser varón o mujer, ser sacerdote o no serlo: Lo más importante es ser santos.

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24.06.11

El pan de la vida

Homilía para la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo A)

La Iglesia se admira ante el Sacramento en el que Cristo nos dejó el memorial de su pasión y le pide al Señor que nos conceda venerar de tal modo los sagrados misterios de su Cuerpo y de su Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de su redención.

La solemnidad del Corpus Christi tiene como finalidad esta veneración; es decir, el sumo respeto y el culto reverente al Santísimo Sacramento del Altar, no solo durante la celebración de la Santa Misa sino también en la reserva eucarística en el sagrario, en la exposición solemne o en la bendición y en las procesiones eucarísticas.

El motivo de esta veneración es la presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas: En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo y, por consiguiente, Cristo entero”, enseña el Concilio de Trento.

La presencia de Cristo en la Eucaristía es una presencia real por excelencia, por ser substancial: “por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre”, dice también el Concilio de Trento.

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23.06.11

Un libro interesante: “En defensa del Papa”

P. Rodari – A. Tornielli, “En defensa del papa”, Ediciones Martínez Roca, Madrid 2011, ISBN 978-84-270-3755-7, 383 páginas, 21 euros.

Paolo Rodari es el vaticanista del periódico “Il Foglio” y Andrea Tornielli el de “Il Giornarle”. Ambos periodistas siguen de modo asiduo, en la prensa escrita y a través de importantes blogs, la actividad de la Santa Sede y, en concreto, del papa Benedicto XVI.

El libro, que se publicó originalmente en italiano con el título “Attacco a Ratzinger. Accuse e scandali, profezie e complotti contro Benedetto XVI”, recorre los primeros cinco años de pontificado del actual papa (2005-2010). Estos años han estado sembrados de polémicas, críticas y significativas batallas mediáticas. Baste enumerar los temas que, sucesivamente, se van tratando en los catorce capítulos del libro: La cita “políticamente incorrecta” del discurso de Ratisbona, los fallidos nombramientos del arzobispo de Varsovia y del obispo auxiliar de Linz, el “asunto Williamson” y el “negacionismo”, la crisis motivada por la referencia a los condones en el viaje a África, las críticas de los “teocon” de EEUU a la encíclica “Caritas in veritate”, el escándalo de la pedofilia, las luchas entre cardenales a propósito de los casos Maciel y Gröer, la constitución apostólica para los anglicanos…, por señalar solo algunos puntos conflictivos.

El pontificado de un papa tan racional, tan evangélico, tan profundamente moderno – en el mejor sentido de la palabra “moderno” – parece estar transcurriendo entre continuos sobresaltos y turbulencias, a pesar de que, como señalan con acierto los autores en el capítulo 13 de esta obra, el mensaje de Benedicto XVI es propositivo y emplea como palabras recurrentes “belleza”, “amor” y “alegría”. Sería injusto reducir su magisterio pontificio a lo que ha sido objeto de polémica.

¿Existe un complot contra el papa Ratzinger? El capítulo 14 intenta responder a esta pregunta recogiendo el parecer de diversos expertos. Para Rino Fisichella, “lo que está en curso es un atentado contra la credibilidad global de la Iglesia” (página 356). Según P. Rodari y A. Tornielli hay tres círculos concéntricos que suelen “atacar” al papa: “lobbies” que intentan debilitar el mensaje de la Iglesia, el disenso en el interior de la misma y los ataques involuntariamente autoproducidos por imprudencias y errores de los colaboradores del papa.

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