InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Mayo 2010

24.05.10

Mayo en el blog: Refugio en el camino

Amfortas en este texto, “Refugio en el camino", nos hace pensar en la importancia de los lugares sagrados, de los espacios dedicados a la oración. Muchos de estos lugares son pequeños o grandes santuarios dedicados a Nuestra Señora, incluso en medio de las ciudades.

Refugio en el camino

(Escrito por Amfortas)

La gente va y viene de un lado para otro. Compras, trabajo, colegios… He dejado atrás Colón y camino por Serrano sumido en mil y una cavilaciones. Aquel fallo en la primera pregunta, las caras que ponía la presidenta del tribunal, los nervios de última hora… No puedo dejar de dar vueltas a todo esto y sé que no lo dejaré de hacer durante un buen rato todavía. Sólo al pasar por San Francisco de Borja me viene a la memoria la única vez que asistí allí a misa. Era un domingo de Junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, y el jesuita consiguió un silencio sepulcral durante la homilía al rememorar un encuentro con “el entonces presidente de gobierno… Francisco Franco".

Entre el recuerdo de aquella misa y los últimos ecos de la reciente lectura ante el tribunal, llego a un tramo de la calle mucho más tranquilo. Llama entonces mi atención un portalón que se abre a mi izquierda. Un letrero indica que ahí se ubica un santuario, de nombre a primera vista impronunciable. Me asomo cauteloso y logro ver dos habitáculos a izquierda y derecha y un tablón de anuncios en uno de ellos.

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23.05.10

San Francisco Blanco

Para los seguidores del blog no constituirá una sorpresa saber de mi admiración por el suplemento “Estela” del “Faro de Vigo”. Casi sin darnos cuenta sucumbimos a la “cultura del titular”: Mensajes simples, apenas explicados, acerca de cuestiones muy complejas.

En medio de lo que resulta “habitual”, hay excepciones. Este suplemento es, por regla general, una de ellas. No quiere decir que todos los temas que tratan me interesen. Ni mucho menos que esté de acuerdo siempre y en todo. Pero, sin abandonar el estilo periodístico, se nota “otro” talante; una voluntad más clara de profundizar un poco más en las cosas. Y ese esfuerzo se agradece.

Pues hoy, 23 de mayo de 2010, me han sorprendido, en la página 11 del suplemento, con una interesantísimo reportaje dedicado a San Francisco Blanco, un santo gallego mártir en Nagasaki, uno de los protomártires cristianos de Japón, crucificado y alanceado el 5 de febrero de 1597.

Seguramente a todos nos suena el nombre de San Pablo Miki, a cuya mención se añade la de “y compañeros mártires”. Pues bien, San Francisco Blanco es uno de esos compañeros.

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¿Célibes?

Cuentan, a modo de chiste, que una “beata”, no muy agraciada, se hace la remolona al acabar la Misa y, ya en el atrio de la iglesia, le dice al párroco: “Parece que ahora los curas se pueden casar”. Y el párroco le contesta: “Sí, es verdad, pero aún podemos escoger”.

De entre los temas que van y vienen, que se discuten o se cuestionan, uno de ellos es el de la obligatoriedad del celibato para los sacerdotes católicos del rito latino.

El Antiguo Testamento, que contiene una visión muy positiva de la sexualidad, prescribe leyes de pureza ritual para los sacerdotes y para los que entran en el santuario.

En el Nuevo Testamento se encuentran diversas enseñanzas sobre el celibato: Se habla de los que se hacen eunucos por el Reino de los cielos (Mt 19,12) o de la preferencia del celibato sobre otros estados (cf 1 Cor 7-8.40). Lc 18, 29 añade la renuncia a la “mujer” a la lista de renuncias que se deben hacer por el Reino. 1 Tim 3,2.12 y Tit 1,6 insisten en que el “epíscopo” o “diácono” sea “marido de una sola mujer”.

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22.05.10

No ignora ningún sonido

Homilía para la solemnidad de Pentecostés (ciclo C)

La Liturgia ha escogido, como antífona de entrada de la Misa del Domingo de Pentecostés, unas palabras del libro de la Sabiduría: “El Espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido” (Sab 1,7). La persona inefable del Espíritu Santo, el Soplo de Dios, está en el origen del ser y de la vida de toda criatura. Él da consistencia al universo y es capaz de percibir los gemidos de la creación entera y nuestros propios gemidos interiores, que manifiestan el ansia de la redención (cf Rm 8, 22-23).

Para poder escuchar a Dios, para no ignorar ningún sonido que nos hable de Él, necesitamos el estímulo del Espíritu Santo. Los ojos, privados de la luz, no pueden ver. Los oídos no pueden oír, si el sonido no es transmitido por el aire. El olfato no puede oler si no hay aromas o sustancias que lo activen. San Hilario emplea esta comparación con los sentidos corporales para explicar que también nuestra alma necesita ser avivada por el Espíritu Santo para llegar al conocimiento de Dios: nuestra alma “si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento”.

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21.05.10

Ordenaciones en Santiago de Compostela

El pasado domingo, solemnidad de la Ascensión, se celebraron ordenaciones de diáconos y de sacerdotes en la Catedral de Santiago de Compostela. Muchos de los ordenados son alumnos míos, que tienen la paciencia de soportarme cada miércoles. Desde el blog les hago llegar mi felicitación.

Esto es lo que les decía D. Julián, el Sr. Arzobispo, en la homilía:

HOMILÍA en las ORDENACIONES

16 de mayo de 2010

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Este es nuestro sentimiento en esta celebración en la que estos hermanos nuestros, unos recibirán el presbiterado y otros el diaconado dentro del Año Jubilar Sacerdotal y en el Año Santo Compostelano. Os acompañan, queridos candidatos, vuestra familia y amigos a los que saludo y felicito también cordialmente, uniéndose también toda la comunidad diocesana a vosotros. Mi gratitud al Sr. Rector, Formadores, Profesores, Sacerdotes, Miembros de Vida Consagrada y Laicos que os han acompañado con el testimonio de su fe, con la ciencia de sus conocimientos y con la bondad de su virtud.

Jesús “hizo y enseñó” (Hech 1,1). Realizaba primero lo que después enseñaba; enseñaba siempre lo que vivía primero con fidelidad a la voluntad del Padre, encomendando a los apóstoles: “Id por el mundo entero; predicad mi evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). Este mandato ministerial suponía que fueran ellos mismos “testimonios vivientes del Evangelio” con toda su vida. “Vosotros daréis testimonio de estas cosas”. Así lo hizo el Apóstol Santiago, amigo y testigo del Señor, así lo habéis de hacer vosotros. Esta era la misión y la esperanza con que Jesús amaba a los suyos en la
noche pascual del Cenáculo y ese fue el mandato en su Ascensión al Padre. El futuro de su causa y su obra se confiaban a la responsabilidad testifical del Espíritu Santo y de los suyos; de éstos por su incorporación selectiva y vocacional a Cristo Jesús; del
Espíritu Santo, como garantía divina de que el testimonio de los suyos fuera auténtico, a pesar de su condición humana defectible.

Esta solemnidad nos indica que el triunfo en plenitud del Señor es el nuestro, el de la humanidad, el de la historia, el de la creación toda. Ahora tenemos un proyecto en el que poder mirarnos; la humanidad un objetivo total al que aspirar; la historia un final feliz que contar; la creación una plenitud a alcanzar. “Este es el plan: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de
la tierra” (Ef 1,10).

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