El Papa y Cuba

Voy a ser muy sintético, ofreciendo tres citas de sendos discursos de los tres últimos Papas.

 

El primero, San Juan Pablo II. A su llegada a La Habana, el 21 de enero de 1998, decía:

 

“Amados hijos de la Iglesia católica en Cuba: sé bien cuánto han esperado el momento de mi Visita, y saben cuánto lo he deseado yo. Por eso acompaño con la oración mis mejores votos para que esta tierra pueda ofrecer a todos una atmósfera de libertad, de confianza recíproca, de justicia social y de paz duradera. Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo, que como todo hombre y nación busca la verdad, que trabaja por salir adelante, que anhela la concordia y la paz, pueda mirar el futuro con esperanza”.

 

El segundo, Benedicto XVI, quien el 28 de marzo de 2012, decía en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana:

 

“Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad”.

 

El tercero, el Papa Francisco, que ha mediado entre EEUU y Cuba para dar pasos en orden a levantar en embargo sobre la isla. La Secretaría de Estado ha comunicado:

 

“El Santo Padre se complace vivamente por la histórica decisión de los Gobiernos de los Estados Unidos de América y de Cuba de establecer relaciones diplomáticas, con el fin de superar, por el interés de los respectivos ciudadanos, las dificultades que han marcado su historia reciente.

En el curso de los últimos meses, el Santo Padre Francisco ha escrito al Presidente de la República de Cuba, el Excelentísimo Señor Raúl Castro, y al Presidente de los Estados Unidos, el Excelentísimo Señor Barack H. Obama, invitándoles a resolver cuestiones humanitarias de común interés, como la situación de algunos detenidos, para dar inicio a una nueva fase de las relaciones entre las dos Partes.

La Santa Sede, acogiendo en el Vaticano, el pasado mes de octubre, a las Delegaciones de los dos Países, ha querido ofrecer sus buenos oficios para favorecer un diálogo constructivo sobre temas delicados, del que han surgido soluciones satisfactorias para ambas Partes.

La Santa Sede continuará apoyando las iniciativas que las dos Naciones emprenderán para acrecentar sus relaciones bilaterales y favorecer el bienestar de sus respectivos ciudadanos.

Vaticano, 17 de diciembre de 2014”.

Son, sin duda, buenas noticias. Y la muestra evidente de que la soberanía de la Santa Sede, que se concreta en la existencia de un minúsculo Estado, la Ciudad del Vaticano, es una garantía para la independencia de la Iglesia y para el bien del mundo.

 

Guillermo Juan Morado.

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