El libro de José Antonio Pagola

En el año 2007, poco después de la aparición del libro de José Antonio Pagola, “Jesús. Aproximación histórica”, yo había publicado en mi blog de entonces una breve reseña sobre esa obra, en la que, entre otras cosas, decía: “El ‘Jesús histórico’ – el perfil de Jesús accesible a través de la crítica histórica – no es, sin más, el ‘Jesús real’. Pero los datos que provienen de la crítica histórica suponen una ayuda para depurar la fe de posibles adherencias mitológicas, así como la profundización de horizontes que parten de la fe constituye un estímulo para superar los, a veces, estrechos márgenes del historicismo”.

La búsqueda de un método correcto que integre armónicamente historia y fe sigue siendo un reto que hay que afrontar, al igual que continúa siendo un desafío encontrar el registro adecuado para una hermenéutica bíblica que no establezca oposición ni discontinuidad entre la investigación histórico-crítica y la lectura teológica de la Escritura. En esa línea han sido valiosas las aportaciones de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en su trilogía sobre Jesús de Nazaret.

Aquella pequeña reseña me acarreó ciertas críticas; la mayor parte de ellas muy injustas. J.A. Pagola no presentaba su libro como una Cristología – desde esa perspectiva sería absolutamente insuficiente -, sino, más modestamente, como una “aproximación histórica”, aunque quizá, pienso, se trataba de una aproximación excesivamente minimalista.

No resultó extraño que la Comisión doctrinal de la Conferencia Episcopal Española, atendiendo a la enorme difusión del libro – ciertamente, muy bien escrito – , elaborase una “Nota de clarificación” sobre el mismo.

Mientras tanto, en orden a obtener el “imprimatur” de su Ordinario, J.A. Pagola redactó una segunda versión de su obra que mejoraba el texto pero que, pese a todo, no resolvía los problemas de fondo. Por ello, no parecía oportuno que se le concediese el “imprimatur”.

En octubre de 2011, la Congregación para la Doctrina de la Fe determinó que el libro “- aun no conteniendo proposiciones directamente contrarias a la fe, es peligroso a causa de sus omisiones y de su ambigüedad”. Subrayaba la insuficiencia del método seguido y pedía una nueva revisión del texto y unas aclaraciones que el autor debería presentar por escrito.

Parece que J.A. Pagola ha respondido a esta petición: “el Autor ha respondido satisfactoriamente a las observaciones hechas por la Congregación” y “se le debe exhortar a introducirlas en futuras ediciones de la obra, a la que, no obstante, no se le podrá dar el imprimatur”.

¿Por qué, cabe preguntarse, si el autor ha respondido satisfactoriamente, no se le podrá dar el “imprimatur” a su libro? Quizá porque, pese a todo, aun no siendo un texto contrario a la fe, no se acaba de ser considerado como una obra “segura” que pudiese, por ejemplo, ser empleada como libro de texto en la enseñanza (“Código de Derecho Canónico”, 827,2). Lo cual, sin duda, ha de hacer pensar al autor.

En cualquier caso, que un diálogo entre un teólogo y la autoridad magisterial de la Iglesia haya acabado bien, o bastante bien, o no mal del todo, es una magnífica noticia. La autoridad de la Iglesia no está pensada para ahogar a nadie, sino para velar por la pureza de la fe. Si esta misión se consigue mediante el diálogo todos salimos ganando.

Guillermo Juan Morado.

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Benedicto XVI hablando sobre la “Dei Verbum”:

“Como he dicho, esta fue una lucha bastante difícil, pero gracias al Papa y gracias ―digamos― a la luz del Espíritu Santo, que estaba presente en el Concilio, se creó un documento que es uno de los más bellos y también novedosos de todo el Concilio, y que se ha de estudiar todavía más. Porque también hoy la exégesis tiende a leer la Escritura fuera de la Iglesia, fuera de la fe, sólo con el así llamado espíritu del método histórico-crítico, método importante, pero no tanto como para dar soluciones como última certeza; sólo si creemos que estas no son palabras humanas, sino palabras de Dios, y sólo si vive el sujeto vivo al que Dios habló y habla, podemos interpretar bien la Sagrada Escritura. Y aquí, como he dicho en el prefacio de mi libro sobre Jesús (cf. vol. I), hay mucho que hacer todavía para llegar a una lectura de verdad según el espíritu del Concilio. En esto, la aplicación del Concilio no es todavía completa, está aún por hacer".

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