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21.06.25

¿Necesitaba Adán, antes de pecar, la gracia intrínsecamente eficaz? San Agustín y su obra "De correptione et gratia".

San Agustín

En el año 419 San Agustín escribe una carta al presbítero romano Sixto, que luego será Papa, la carta 194, en la que trata el tema de la gracia y la predestinación.

Esta carta llega a manos de unos monjes africanos en el monasterio de Hadrumeto, que quedaba cerca de Cartago. La doctrina agustiniana de la gracia provoca una discusión entre los monjes, que al final deciden enviar emisarios a San Agustín para que les explique el tema.

San Agustín los recibe, les explica su doctrina y los envía de nuevo al monasterio con una copia de su obra “De Gratia et libero arbitrio” (años 426 – 427).

Le llegan noticias de que la lectura de la obra suscitó entre los monjes una nueva objeción: ¿por qué corregir entonces al que peca, si no ha recibido de Dios la gracia de no pecar?

Y ésa es la ocasión para que escriba “De Correptione et Gratia” (426 – 427).

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28.08.24

2.07.21

Acerca de la gracia suficiente

Dado que Dios ha querido libremente ordenar a las creaturas racionales a un fin sobrenatural, que como tal no puede ser alcanzado mediante actos puramente naturales de estas creaturas, de donde éstas necesitan absolutamente de la gracia de Dios, que eleva los actos de estas creaturas al orden sobrenatural, para llegar a su fin último, y teniendo en cuenta que los mandamientos divinos se ordenan precisamente a conducir a las creaturas racionales hacia ese fin último sobrenatural, y que Dios no manda lo imposible, porque sería injusto que la creatura se condenara por no hacer lo que no podía hacer, o por hacer lo que no podía evitar hacer, se sigue de ello que Dios da la gracia que hace posible el cumplimiento de los mandamientos, y ésa es la que los teólogos llaman “gracia suficiente”. 

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22.06.20

Dios es Simple y no cambia

TrinidadTodos los resaltados en negrita son nuestros. 

Simple” es lo que carece de composición interna, o sea, no tiene partes.

Por su parte, algo es “perfecto” en la medida en que está en acto y no en potencia. En efecto, “per – fectum” es tanto como acabado, terminado, y se opone a lo que aún está sin terminar, y por tanto, a lo indeterminado, que puede ser pero todavía no es y que incluso puede ser de este modo o de aquel otro modo diferente. La estatua terminada es en ese sentido “perfecta”, como no lo es el bloque de mármol sin tallar o a medio tallar; la semilla es perfecta como semilla, pero imperfecta como árbol adulto, etc.

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