La doctrina de Santo Tomás y la Inmaculada Concepción de María

Inmaculada

Las traducciones del latín o del francés son mías, no puse los textos originales para no alargar más aún el “post”.

Citamos estas obras que quedan aquí referidas de una sola vez:

DEL PRADO, Norberto, O. P., Divus Thomas et Bulla Dogmatica “Ineffabilis Deus”, Friburgo, 1919.

CUERVO, Manuel, O. P., “Porqué Santo Tomás no afirmó la Inmaculada”, en Salmanticensis, 1 (1954), pp. 1 – 53.

SPADA, Mariano, Saint Thomas et l’Immaculée Conception, París, 1863.

WEISHEIPL, James, O. P., Tomás de Aquino. Vida, obras y doctrina, EUNSA, Pamplona, 1994.

GARRIGOU – LAGRANGE, Reginald, O.P., La Madre del Salvador y nuestra vida interior, Desclée de Brouwer, Buenos Aires, 1954.

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EL DOGMA

La Sma. Virgen no ha estado nunca bajo el pecado original, pues ha sido preservada del mismo desde el primer instante de su concepción, es decir, de la unión de su alma espiritual con su cuerpo, en atención a los méritos de Cristo Redentor.

Eso es lo que la Iglesia ha definido como dogma en la bula “Ineffabilis Deus” de Pio IX de 1854:

“…declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano.”

Que por “concepción” se debe entender ahí el primer instante de la creación-infusión del alma espiritual en la Virgen, lo dice la misma Bula, haciendo referencia a la Constitución “Sollicitudo omnium Ecclesiarum” de Alejandro VII:

 “Antigua por cierto es la piedad de los fieles cristianos para con la santísima Madre Virgen María, que sienten que su alma, en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su hijo Jesucristo, redentor del género humano, y que, en este sentido, veneran y celebran con solemne ceremonia la fiesta de su Concepción.”

En ambos pasajes, además, aparece la referencia a la Redención y a la Salvación realizadas por Jesucristo. Se dice que la Virgen ha recibido de Dios ese privilegio en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador y Redentor del género humano.

De ello se sigue que la Virgen ha sido redimida por Jesucristo del pecado. En efecto, los méritos de Jesucristo Redentor y Salvador son aquellos por los cuales merece para nosotros del Padre celestial el perdón de los pecados y la liberación de la esclavitud del pecado original.

Así se entiende el primer versículo del “Magnificat” en Lc. 1, 47: “Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.”

La Redención de la Virgen, entonces, a tenor de lo que dice el texto de la bula, no ha consistido en ser liberada del pecado original en el que hubiese incurrido, sino en ser preservada de incurrir en el pecado original. 

EL “DEBITUM”

De ello se sigue que la Sma. Virgen, no habiendo incurrido de hecho en el pecado original, ha debido incurrir en él, atendiendo al hecho de que es hija de Adán por la vía natural. Esto es lo que se conoce como el “debitum” o débito de incurrir en el pecado original.

Si la Virgen no hubiese debido incurrir en el pecado original, no habría habido razón ni motivo para preservarla de incurrir en él, y no hubiese necesitado Redención, ya que quien es redimido, o es redimido del pecado, o al menos, de la necesidad de incurrir en él. Ahora bien, exceptuando obviamente al mismo Jesucristo, la necesidad de Redención es universal para todos los descendientes de Adán.

Aunque hasta el presente no han sido condenadas por la Iglesia, las hipótesis según las cuales la Virgen nunca siquiera debió incurrir en el pecado original no parecen compatibles con el texto de la bula “Ineffabilis Deus”, en tanto implican que la Virgen nunca necesitó Redención.

La negación del débito del pecado original en la Virgen lleva lógicamente a negar que haya sido redimida en sentido propio, porque no tiene sentido hablar propiamente de “redención” respecto de alguien que no tiene ninguna relación con el pecado.

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En esa línea algunos hablan de “redención impropiamente dicha”, como el R. P. Juniper Carol OFM,y sostienen que la Virgen fue redimida porque la gracia de Cristo la preservó de tener moralmente hablando a Adán por cabeza, de modo que nunca incurrió en ningún débito de contraer el pecado original, es decir, fue preservada de toda necesidad de contraer el pecado original.

Pero en un descendiente de Adán, tener moralmente a Adán por cabeza sólo puede significar, o contraer el pecado original, o tener el débito de contraerlo.  

Ahora bien, la preservación supone el débito, porque supone que sin esa intervención preservativa, se incurrirá necesariamente en algo, y el débito es precisamente esa necesidad de incurrir en algo.

Por tanto, la idea de preservación implica que de no ser por esa preservación, la Virgen habría contraído el pecado original, o el débito respecto del pecado original, o sea, que estaba en la Virgen el débito, sea respecto del pecado original, sea respecto del débito del pecado original.  

Ahora bien: el débito del débito del pecado original es el débito del pecado original. Si es necesario que A tenga la necesidad de incurrir en B, entonces es necesario que A incurra en B. 

Por ello, la negación de todo débito respecto del pecado original en la Virgen lleva a la negación de toda preservación de la Virgen por la gracia respecto del pecado original, y eso lleva a la negación de toda Redención en la Virgen en lo relativo al pecado original, contra el texto de la “Ineffabilis Deus”, que dice que la Virgen fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en atención a los méritos de Jesucristo Salvador y Redentor

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EL PROBLEMA QUE PLANTEAN LOS TEXTOS DE SANTO TOMÁS

El problema que se plantea con Santo Tomás de Aquino es que en sus textos parece afirmar que el alma de la Virgen estuvo al menos un instante de tiempo bajo el pecado original, negando así lo que siglos después sería el dogma de la Inmaculada Concepción.

Dice en la Suma Teológica, en el artículo donde se pregunta si la Virgen fue santificada antes de su animación, es decir, antes de que su cuerpo recibiese el alma espiritual:

IIIa, q. 27, a. 2, c:

La santificación de la Virgen María antes de su animación no es admisible por dos motivos. Primero, porque la santificación de que hablamos no es otra cosa que la limpieza del pecado original, puesto que la santidad es la limpieza perfecta, según dice Dionisio en el c.12 del De Div. Nom.. Ahora bien, la culpa no puede limpiarse más que por medio de la gracia, cuyo sujeto es solamente la criatura racional. Y, por tanto, la Virgen María no fue santificada antes de la infusión del alma racional.

Segundo, porque al ser exclusivamente sujeto de la culpa el alma racional, antes de la infusión de la misma, la prole concebida no está sometida a la culpa. Y así, de cualquier manera en que la Virgen María hubiera sido santificada antes de la animación, jamás hubiese incurrido en la mancha de la culpa original y, en consecuencia, tampoco hubiera necesitado de la redención y de la salvación, que viene por Cristo, de quien se dice en Mt 1,21: El salvará a su pueblo de sus pecados. Pero resulta inaceptable que Cristo no sea el Salvador de todos los hombres, como se afirma en 1 Tim 4,10. De donde se concluye que la santificación de la Virgen María tuvo lugar después de su animación.

Y en la respuesta a la segunda objeción:

Si el alma de la Santísima Virgen no hubiera estado nunca manchada con la corrupción del pecado original, eso rebajaría la dignidad de Cristo, que emana de ser el Salvador universal de todos. Y por eso, después de Cristo, que no necesitó de salvación, por ser el Salvador universal, la pureza de la Santísima Virgen fue la máxima. Cristo no contrajo en modo alguno el pecado original, sino que fue santo en su misma concepción, según las palabras de Lc 1,35: Lo santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. En cambio, la Virgen María sí contrajo el pecado original, aunque fue purificada del mismo antes de nacer del seno materno. Y esto es dado a entender en Job 3,9, donde, refiriéndose a la noche del pecado original, se dice: Espere la luz es decir, a Cristo, y no la vea (porque nada manchado ha entrado en tal luz como se lee en Sab 7,25), ni el nacimiento de la aurora que despunta, esto es, de la Santísima Virgen, que en su nacimiento estuvo exenta de pecado original.”

Y en la respuesta a la tercera objeción:

Aunque la Iglesia romana no celebra la Concepción de la Santísima Virgen, tolera, sin embargo, la costumbre de celebrarla por parte de algunas iglesias. Por eso no debe reprobarse totalmente tal celebración. No obstante, al celebrar la fiesta de la Concepción, no se da a entender que fuera santa en su concepción. Sino que, al ignorarse el tiempo en que fue santificada, se celebra más bien la fiesta de su santificación que la de su concepción, en el día que ésta tuvo lugar.”

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En la mente de Santo Tomás hay entonces dos grandes principios: uno, como se verá más adelante, es el que dice que la Virgen María tuvo la mayor pureza que es posible para una creatura en la actual economía divina, y otro que es la estricta universalidad de la Redención obrada por Jesucristo, que abarca a todo descendiente de Adán distinto del mismo Jesucristo.

A conciliar ambos principios se dirigen los textos de Santo Tomás que analizamos en este “post”, y la pregunta es si el modo de conciliarlos que aparece en la interpretación más probable de esos textos es compatible con el dogma de la Inmaculada Concepción.

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QUÉ ENTIENDE SANTO TOMÁS POR “CONCEPCIÓN”

Santo Tomás distingue entre el momento de la concepción y el momento de la animación, porque siguiendo la biología de su tiempo, entiende que el alma espiritual es creada-infundida en el ser humano un tiempo después de que su carne ha sido concebida.

La transmisión del pecado original consiste en que la carne que se recibe de los padres viene con un defecto heredado de Adán, que hace incurrir en el pecado original al alma espiritual cuando ésta es creada-infundida en ella.  

En efecto, ni el pecado ni la gracia pueden tener por sujeto a la carne de la Virgen antes de que ésta reciba el alma espiritual, porque sólo a partir de ese momento la Virgen es persona y sujeto posible tanto del pecado como de la gracia.

Por eso, que Santo Tomás niegue, a la letra, que la Virgen haya sido concebida sin pecado original no es todavía una negación del dogma de la Inmaculada Concepción. Lo que interesa al respecto es lo que Santo Tomás dice sobre la animación de la Virgen, es decir, sobre el momento en que es creada-infundida el alma espiritual de la Virgen, pues solamente a partir de ese instante ella puede ser sujeto o del pecado o de la gracia.

Por eso Santo Tomás dice que en la fiesta de la Inmaculada Concepción lo que se celebra, en todo caso, es la santificación de la Virgen, no su concepción, porque según su forma de pensar, en la concepción la carne de la Virgen hereda de sus padres la mala disposición propia del pecado original, y no puede todavía ser santificada en sentido propio, ya que el sujeto de la santificación incluye el alma espiritual, que para aquella concepción biológica todavía no está presente.

Obviamente que, aparte del sentido que le da Santo Tomás a la expresión “la Virgen fue concebida en pecado original”, esa expresión, simplemente afirmada, contradice frontalmente el dogma definido en la bula “Ineffabilis Deus”.

Máxime teniendo en cuenta el sentido que se da usualmente al término “concepción” hoy día, que ya no depende de la teoría de la “animación retardada” y para los creyentes coincide con el instante de la animación.

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QUÉ ES LO QUE CLARAMENTE AFIRMA SANTO TOMÁS ACERCA DE LA SANTIFICACIÓN DE LA VIRGEN

1)      Santo Tomás afirma que la Virgen fue santificada antes de nacer.

IIIª q. 27 a. 1 co.

“(…) Se cree razonablemente que Aquella que engendró al Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, recibió mayores privilegios de gracia que todos los otros, por lo que se lee en Lucas 1 que el Ángel le dijo: “salve, llena de gracia”. Pero encontramos algunos a los que les concedió el privilegio de ser santificados en el útero, como Jeremías, al que se le dice en Jeremías 1: “antes que salieses del seno de tu madre, te santifiqué”, y como Juan Bautista, del que se lee en Lucas 1 que “estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre”. Por lo que se cree razonablemente que la Bienaventurada Virgen fue santificada antes de que naciese.” 

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2)      Santo Tomás niega que la Virgen haya sido santificada antes de su animación.

El argumento que da Santo Tomás para negar que la Virgen haya sido santificada antes de su animación, como veremos en los textos del Comentario a las Sentencias y como vimos en el de la Suma Teológica citado al comienzo de este “post”, es que, si así hubiese sido, nunca habría incurrido la Virgen en la mancha de la culpa original, y entonces, no habría necesitado la Redención de Cristo

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¿FUE SANTIFICADA LA VIRGEN EN EL MISMO INSTANTE DE SU ANIMACIÓN, SEGÚN SANTO TOMÁS?

Este punto es clave, porque si la Virgen fue santificada en el instante mismo de su animación, entonces nunca estuvo bajo el pecado original, ya que la persona comienza a existir cuando el alma es creada-infundida por Dios, mientras que si fue santificada en un instante de tiempo posterior a la animación, entonces estuvo al menos un instante de tiempo bajo el pecado original

En el comentario a las Sentencias, Santo Tomás niega claramente que la Virgen haya podido ser santificada en el instante mismo de su animación.

Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 1 qc. 2 co.:

A la segunda cuestión hay que decir que la santificación de la Bienaventurada Virgen no pudo ser convenientemente antes de la infusión del alma, porque todavía no era capaz de la gracia, ni tampoco en el mismo instante de la infusión, de modo que por la gracia entonces infusa fuese conservada para que no incurriese en la culpa original. Porque Cristo tiene singularmente en el género humano el no necesitar de Redención, porque es nuestra cabeza, sino que es necesario que todos sean redimidos por Él. Esto no podrá ser si hubiese otra alma que nunca hubiese estado infectada por la mancha original; y por tanto esto no fue concedido ni a la Bienaventurada Virgen ni a nadie fuera de Cristo.”

Este texto del libro III de las Sentencias parece contradecir claramente al texto del libro I de las Sentencias que citaremos más abajo, donde se dice que la Virgen fue “inmune del pecado original”, porque aquí se está diciendo que no le fue concedido a la Virgen no estar infectada con la mancha del pecado original, para que Cristo pueda ser el Redentor de todos los descendientes de Adán (excepto Él mismo, claro).

Sobre la distinción entre los instantes lógicos o naturales y los instantes temporales, así como entre el hecho de incurrir en el pecado original y el débito de incurrir en el mismo, ver más abajo.

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¿NO HABLA SANTO TOMÁS EN LA SUMA TEOLÓGICA DEL PRIMER INSTANTE DE LA ANIMACIÓN DE LA VIRGEN?

Es opinión extendida que en la Suma Teológica Santo Tomás omite hablar del instante mismo de la animación de la Virgen y que sólo habla de una santificación antes de la animación o después de la animación.

Sin embargo, se puede sostener, entiendo, que Santo Tomás sí habló en la Suma Teológica del instante mismo de la animación de la Virgen, y que dijo sustancialmente lo mismo que en el Comentario a las Sentencias.

En el artículo donde se pregunta si la Virgen fue santificada antes de su nacimiento, se plantea la siguiente objeción: 

IIIª q. 27 a. 1 arg. 4

Además, el pecado original se contrae en el origen, como el pecado actual en el acto. Pero cuando alguien está en el acto de pecar, no puede ser purificado del pecado actual. Por tanto, tampoco la Bienaventurada Virgen pudo ser purificada mientras estaba aún en el acto mismo del origen, existente en el útero materno.”

A lo cual responde:

IIIª q. 27 a. 1 ad 4

A lo que se objeta en cuarto lugar hay que decir que el pecado original se trae del origen en cuanto en ese origen se comunica la naturaleza humana, a la cual mira propiamente el pecado original. Lo cual se hace cuando la prole concebida es animada. Por lo que nada prohíbe que la prole concebida sea santificada después de la animación, pues luego de ella no permanece en el útero materno para recibir la naturaleza humana, sino para recibir alguna perfección de eso que ha recibió.”

Aquí se objeta Santo Tomás que el pecado original se contrae en el origen, que no es posible ser purificado del pecado cuando se lo está contrayendo, y se entiende que la Virgen está en el acto de su origen mientras está en el vientre de su madre, de lo que se concluye que la Virgen no pudo ser purificada del pecado original antes de nacer.

La respuesta de Santo Tomás consiste en distinguir, en cuanto al origen de la Virgen, entre el momento mismo de la animación, y lo que viene después de él. El pecado original se trasmite por la comunicación por parte de los padres de una naturaleza infectada por el pecado de Adán, y esa naturaleza se comunica a la persona del hijo en el instante mismo de la animación.

Aquí es donde, según Santo Tomás, no pudo ser santificada la Virgen, que acepta el principio establecido en la objeción, que no se puede ser purificado del pecado en el acto mismo del pecado (que en este caso sería el acto de contraer el pecado original). 

Pero nada impide, dice el Aquinate, que después de la animación y antes de nacer la Virgen sea santificada.

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Con lo cual vemos que en la Suma Teológica Santo Tomás sí habla del instante de la animación de la Virgen, sólo que lo hace en la respuesta a una objeción, en el artículo anterior a aquel en el que se pregunta si la Virgen fue santificada antes de la animación.

Y la razón de ser de este orden que no parece lógico, es que el orden que sigue Santo Tomás en esta cuestión es por así decir regresivo: primero pregunta si la Virgen fue santificada antes de nacer, y responde afirmativamente, por tanto, luego debe preguntar si fue santificada antes de su animación, a lo que responde negativamente, acotando así la santificación de la Virgen entre su animación y su nacimiento.

Pero al tratar el problema de la santificación de la Virgen antes de nacer, se encontró ya con la objeción que dice que no puede ser santificado en su origen lo que contrae el pecado en su origen, y que da por supuesto que el origen de la Virgen abarca todo el tiempo que ella estuvo en el vientre de su madre.

Para responder a esa objeción, tuvo que distinguir entre el instante mismo de la animación y el desarrollo posterior en el vientre materno, y decir ya que la Virgen no pudo ser santificada en el instante mismo de su animación, pero pudo serlo en ese tiempo posterior antes de nacer.

Y entonces, para no repetir lo ya dicho, no dedicó un artículo aparte a esa cuestión, sino que pasó directamente a la cuestión sobre si la Virgen fue santificada antes de su animación.

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El P. Spada dice que:

El Doctor Angélico, como es evidente por este artículo, concluye de la negación de la santificación de la Bienaventurada Virgen antes de la animación, que ella ha sido santificada después de la animación. Esta conclusión es legítima, si es cuestión de una posterioridad de naturaleza, mientras que es ilegítima y del todo falsa, si es cuestión de una posterioridad de tiempo.” (P. Spada, p. 193)

El argumento del P. Spada es que entre la santificación antes de la animación y la santificación después de la animación está la santificación en el instante mismo de la animación, de modo que el “después de la animación” de Santo Tomás sólo se sigue necesariamente si se refiere a una posterioridad solamente natural o lógica respecto de la animación, que se daría en el mismo instante temporal de la animación, no si se refiere a una posterioridad temporal respecto de la animación misma.

En la misma línea argumenta el P. del Prado:

¿Por qué entonces si el Santo Doctor sostiene que la Bienaventurada Virgen fue santificada “inmediatamente después” (cito post) su animación, no lo dijo en un corolario, luego de que en el cuerpo del artículo mostró que “la santificación de la Bienaventurada Virgen no puede entenderse antes de su animación por dos razones”? El Doctor Angélico no lo dijo ni quiso decirlo por causa de las leyes lógicas, que prohíben rigurosamente inferir de aquella doble razón por la que se mostró que la santificación de la Bienaventurada Virgen no puede entenderse antes de su animación, que fuese necesaria y exclusivamente “inmediatamente después” (cito post) de la animación. Podría en efecto ser, según las reglas lógicas, o inmediatamente después, o un largo tiempo después, o inmediatísimamente después, o apenas la Bienaventurada Virgen tuvo un alma racional, es decir, en el mismo instante de su animación.” (P. del Prado, p. XLIII)

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Pero a la luz de lo que acabamos de ver, es posible otra interpretación del hecho de que Santo Tomás concluya de la negación del “antes de la animación” a la afirmación del “después de la animación”, y es que en el artículo anterior, donde trata acerca de si la Virgen ha sido santificada antes de nacer, ha tratado, y resuelto negativamente, la cuestión de la santificación en el instante mismo de la animación, en la respuesta a una de las objeciones.

De modo que, habiendo negado que la Virgen haya sido santificada en el instante mismo de su animación, de la negación subsiguiente de que haya sido santificada antes de su animación sólo queda concluir que haya sido santificada en un instante posterior a la animación misma, lo cual sólo puede entenderse, entonces, de un instante temporalmente posterior a la animación.  

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En efecto, la razón que da ahí Santo Tomás para decir que después de la animación sí pudo ser santificada la Virgen es que la carne ya animada  “no permanece en el útero materno para recibir la naturaleza humana, sino para recibir alguna perfección de eso que ya recibió.”

Eso se entiende naturalmente de todo el desarrollo del feto posterior a su animación, y es por tanto dentro de ese lapso de tiempo que Santo Tomás coloca la santificación de la Virgen. 

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ARGUMENTOS DE LOS QUE SOSTIENEN QUE SEGÚN SANTO TOMÁS LA VIRGEN FUE SANTIFICADA EN EL MISMO INSTANTE DE SU ANIMACIÓN

1)      Santo Tomás dice que la Virgen fue inmune del pecado original.

Super Sent., lib. 1 d. 44 q. 1 a. 3 ad 3:

A lo tercero hay que decir que la pureza se entiende por recesión de su contrario, y por tanto, puede haber algo creado más puro que lo cual no pueda haber ninguna creatura, si no está manchado por ningún contagio de pecado, y tal fue la Bienaventurada Virgen, que fue inmune del pecado original y del actual. Pero fue menos pura que Dios, en cuanto que había en ella la posibilidad de pecar. Pero la bondad se entiende por acceso al término que dista infinitamente, es decir, el Sumo Bien. Por lo que puede haber algo mejor que cualquier bien finito.”

Sin embargo, en el mismo Comentario a las Sentencias, pero el libro III, dice, como vimos, que la Virgen no fue santificada en el mismo instante de su animación, sino después de su animación, y la razón que da es que de no haber sido así, no habría incurrido en el pecado original, y entonces, no habría necesitado la Redención que procede de Jesucristo.

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Dice Weisheipl, hablando del “Comentario a las Sentencias” de Santo Tomás:

Según Tolomeo de Lucca, Tomás escribió una segunda versión del libro I mientras enseñaba en Roma (1266 – 1268), pero abandonó el proyecto cuando concibió la idea de una Summa Theologiae. Tolomeo afirma también haber visto esta versión cierta vez en Lucca, “pero entonces alguien se la llevó y yo nunca la volví a ver”. Se admite generalmente hoy día que la segunda versión del libro I se ha perdido.” (pp. 412 – 413)

Es posible que uno de los motivos que llevaron a Santo Tomás a querer hacer de nuevo precisamente el Libro I del Comentario a las Sentencias haya sido la conciencia de la contradicción entre este libro y el Libro III de ese mismo Comentario en lo relativo a la santificación de la Virgen. De hecho, lo que dice la Suma Teológica, que es lo que vino finalmente a sustituir, según esto, al Libro I del Comentario y al Comentario todo, es mucho más consonante con los textos del libro III del Comentario que hemos citado, que con el del Libro I.

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2)      Santo Tomás dice que después de Dios, la Virgen goza de la máxima pureza posible.

Cfr. el texto recién citado.

Ahora bien, eso no es posible si ella hubiese estado un solo instante bajo el pecado original. Por tanto, para Santo Tomás la Virgen nunca estuvo bajo el pecado original, sino que fue santificada en el instante mismo de su animación.

Este argumento, llevado a su lógica consecuencia, debería concluir que la Virgen tampoco incurrió en el débito de contraer el pecado original, que es lo contrario de lo que sostienen los defensores tomistas de Santo Tomás en el tema de si afirmó o negó la Inmaculada Concepción.

Y si se responde que se trata de la máxima pureza posible, y que dada la universal necesidad de Redención, no era posible una pureza tal en ninguna creatura humana, se puede también sostener que para Santo Tomás tampoco era posible una pureza tal en una creatura humana descendiente de Adán que excluyese la contracción efectiva del pecado original.

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3)      Santo Tomás dice que la Virgen fue santificada de un modo más excelente que Jeremías y Juan Bautista, que también fueron santificados en el vientre materno.

Dice Garrigou – Lagrange: 

En particular en el Compendium theologice, redactado en Nápoles en 1272-73 e interrumpido por la muerte, Santo Tomás escribió, cap. 224: “Non solum a peccato actuali immunis fuit (B. M. Virgo), sed etiam ab originali, speciali privilegio mundata … Est ergo tenendum quod cum peccato originali concepta fuit, sed ab eo, quodam speciali modo, purgata fuit.” No existiría privilegio especial si sólo hubiese sido purificada como lo fueron Jeremías y S. Juan Bautista en el seno de su madre poco después de la animación.” (La Madre del Salvador, p. 57)

Traduzco el texto de Santo Tomás que cita Garrigou – Lagrange:

No sólo fue la Bienaventurada Virgen inmune del pecado actual, sino también del original, purificada por un privilegio especial…Por tanto, hay que decir que fue concebida con el pecado original, pero fue purgada de él de cierto modo especial.”

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Contra esto, dice Santo Tomás en el mismo Comentario a las Sentencias, sólo que no en el Libro I, sino en el Libro III:

Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 2 qc. 1 ad 4:

A lo que se objeta en cuarto lugar hay que decir que la santificación de la Virgen fue más excelente que la santificación de los otros, como se ve por lo que sigue. En la santificación que se hace por la ley común mediante los sacramentos, se quita la culpa, pero permanece el “fomes” que inclina al pecado mortal y venial; pero en los santificados en el útero no permanece el “fomes” en tanto que inclina al pecado mortal, sí permanece la inclinación del “fomes” al pecado venial, como es claro por Jeremías y Juan Bautista, que tuvieron pecados actuales no mortales, sino veniales. Pero en la Bienaventurada Virgen la inclinación del “fomes” fue totalmente quitada, tanto en cuanto al pecado venial como al mortal, y lo que es más, según se dice, la gracia de la santificación no solamente reprimió en ella los impulsos ilícitos, sino que también tuvo eficacia en otros, de modo que aun siendo hermosa en su cuerpo, no pudo ser codiciada por ninguno.”

Como se ve por estos dos textos, Santo Tomás no pone la superioridad o lo especial de la santificación de la Virgen respecto de la santificación de Jeremías o de Juan Bautista en el hecho de que éstos estuvieron bajo el pecado original antes de ser santificados y la Virgen no, sino en el hecho de que la santificación de la Virgen tuvo como efecto suprimir la tendencia al pecado mortal y al pecado venial, de modo que la Virgen no pecó de hecho nunca, ni mortal ni venialmente, mientras que en Jeremías y San Juan Bautista, la santificación en el útero los libró de la inclinación al pecado mortal y de la caída efectiva en el pecado mortal, no así de la inclinación al pecado venial y la caída efectiva en el pecado venial.

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4)      El texto de la “Exposición de la salutación angélica” de Santo Tomás.

Dice el R. P. Garrigou – Lagrange:

En el último período de su carrera, en 1272 o 1273, Santo Tomás, al escribir la Expositio super salutationem angelicam, ciertamente auténtica, dice: Ipsa enim (beata Virgo) purissima fuit et quantum ad culpam, quia nec origínale, nec mortale, nec veníale peccatum incurrit. Cf. J. F. Rossi, C. M., S. Thomce Aquinatis Expositio salutatione angélica, Introductio et textus. Divus Thomas (Pl.), 1931, pp. 445-479. Separata, Piacenza, Collegio Alberoni, 1931 (Monografía del Colegio Alberoni) in 8. En esta edición crítica del Comentario del Ave María, se demuestra, pp. 11-15, que el pasaje relativo a la Inmaculada Concepción se encuentra en 16 de los 19 manuscritos consultados por el editor, que se decide por su autenticidad, y pone en el apéndice fotografías de los principales manuscritos.” (La Madre del Salvador, p. 56)

Traduzco el texto de Santo Tomás citado por Garrigou – Lagrange:

La Virgen fue purísima también en lo relativo a la culpa, porque no incurrió ni en el pecado original, ni en el mortal, ni en el venial.”

Sigue Garrigou – Lagrange:

Se ha objetado, no obstante (Bulletin Thomiste, julio-diciembre 1932, p. 579): en el mismo opúsculo se dice, un poco más arriba: “Ipsa (Virgo) omne peccatum vitavit magis quam alius sanctus, praeter Christum. Peccatum autem aut est origínale et de isto fuit mundata in útero; aut mortale aut veniale et de istis libera fuitSed Christus excellit B. Virginem in hoc quod sine originali conceptus et natus fuit. Beata autem Virgo in originali concepta, sed non nata.” Existe contradicción entre este texto y el que aparece bien auténtico, unas líneas más abajo. Es inverosímil que a pocas líneas de distancia se encuentren el sí y el no. La dificultad desaparece si se tiene en cuenta que para Santo Tomás la concepción de cuerpo, en el principio de la evolución del embrión, precede, por lo menos en un mes, a la animación, que es la concepción pasiva consumada, antes de la cual no existe la persona, pues todavía no existe el alma racional.” (La Madre del Salvador, p. 56 – 57, nota 41)  

Traduzco el texto de Santo Tomás citado por Garrigou – Lagrange:

La Virgen evitó todo pecado más que los otros santos, excepto Cristo. Porque el pecado o es original, y de éste fue purificada en el útero, o mortal o venial, y de estos estuvo libre…Pero Cristo supera a la Bienaventurada Virgen en que fue concebido y nacido sin pecado original. La Bienaventurada Virgen fue concebida en pecado original, pero no nació con él.”

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Los editores del Corpus Thomisticum prefieren la lectura sin la referencia al pecado original:

Tertio excedit Angelos quantum ad puritatem: quia beata virgo non solum erat pura in se, sed etiam procuravit puritatem aliis. Ipsa enim purissima fuit et quantum ad culpam, quia ipsa virgo nec mortale nec veniale peccatum incurrit.”

Tampoco aparece la referencia al pecado original en la traducción que presenta tomasdeaquino.org:

En tercer lugar, excede a los ángeles en cuanto a la pureza: porque la Bienaventurada Virgen no sólo era pura en sí misma; sino que procuró la pureza a otros. Pues ella misma fue purísima tanto en cuanto a la culpa, ya que no incurrió ni en pecado mortal ni en venial; y lo mismo en cuanto a la pena.”

El hecho de que se dé esa aparente contradicción entre ambos pasajes, y que haya manuscritos que no contienen la referencia al pecado original en el primer pasaje citado, nos deja ante la alternativa de que éste pasaje donde se dice que la Virgen no incurrió en el pecado original haya sido interpolado posteriormente, para alinear a Santo Tomás en la tesis inmaculista, o de que haya sido suprimido en algunos manuscritos, para mantener a Santo Tomás como firme adversario de la misma, o simplemente porque al ver esa aparente contradicción alguien pensó que ya había sido interpolado. 

En estos dos últimos casos funcionaría la explicación que da el P. Garrigou – Lagrange.

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¿SE PUEDE ENTENDER EL “DESPUÉS DE LA ANIMACIÓN” DE SANTO TOMÁS EN UN SENTIDO MERAMENTE LÓGICO Y NATURAL Y NO TEMPORAL?

Expliquemos primero eso de los instantes lógicos o naturales y los instantes temporales. Una cosa puede ser lógica y naturalmente posterior a otra sin por ello ser temporalmente posterior a esa otra. Por el ejemplo, el ser humano es humano antes de ser varón o mujer, pero no temporalmente antes, obviamente, sino con una anterioridad solamente lógica o de naturaleza. En el mismo instante temporal en que comienza ser humano, comienza también a ser varón o mujer, pero de todos modos, en ese mismo instante temporal hay una prioridad lógica y natural del ser humano respecto del ser varón o mujer, simplemente porque para ser varón o mujer, hay que ser humano, y la masculinidad y la femineidad son diferencias interiores a la especie humana. 

Decimos “lógica y natural” para mostrar que esa prioridad no está solamente en nuestra mente, es decir, no es solamente “lógica”, sino que está también en la realidad, es decir, es “natural”, aunque no implique prioridad ni sucesión temporal.

El acto de origen que trasmite el pecado, en este caso, habría sido el instante lógico en que el alma se une al cuerpo, y en el instante lógico siguiente, dentro siempre del mismo instante temporal, la Virgen habría sido santificada, cuando ya estaría constituida su naturaleza por la unión del alma y el cuerpo. Ello conlleva, como veremos, que la Virgen no incurre de hecho en el pecado original, sino solamente en el débito del mismo, pues no hay ningún instante temporal en el que ella esté bajo el pecado original.

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Se puede entonces tratar de explicar estas dos afirmaciones de Santo Tomás: a) La Virgen no fue santificada en el instante de su animación b) La Virgen fue santificada después de su animación, según la distinción entre la anterioridad y posterioridad temporales, y las meramente lógicas o naturales, que no implican sucesión temporal.

Así, la primera afirmación querría decir, para Santo Tomás, que la Virgen no fue santificada en el instante de su animación con anterioridad lógica, no temporal, a la animación misma, y la segunda afirmación querría decir que la Virgen fue santificada en un instante lógicamente, no temporalmente, posterior a su animación, es decir, a la unión de su alma con su cuerpo.

Dice en efecto el P. Del Prado:

No dijo pues Santo Tomás que la Beatísima Virgen no pudo ser santificada por la gracia en el mismo instante de la infusión del alma, sino que afirmó que si la santificación fuese en el mismo instante de la infusión, “de modo que por la gracia entonces infundida en ella fuese conservada para no incurrir en la culpa original”, entonces la Beatísima Virgen no necesitaría de la redención, porque el alma de la Bienaventurada Virgen en el mismo instante de su infusión, por la gracia entonces a ella infundida, sería conservada para no incurrir en culpa, antes de animar su carne, y por tanto, antes de la animación del cuerpo, y por tanto, antes de la constitución de la persona, por lo que la Beatísima Virgen no necesitaría personalmente redención, por razón de su propia persona. (…) Por tanto, Santo Tomás no rechaza, como tampoco San Buenaventura, que la santificación de la Virgen haya tenido lugar en el mismo instante de la infusión [de su alma], sino que haya sido hecha en el mismo instante de la infusión, de tal modo que antes, con prioridad de naturaleza, se entienda ser santificada el alma, que unirse al cuerpo o a la carne.” (Del Prado, pp. XIX – XX.)

Según eso, la Virgen sí habría sido santificada, según Santo Tomás, en el mismo instante de su animación, sólo que no en un instante lógica o naturalmente anterior al de su unión con el cuerpo.

Porque lo que sostiene Del Prado es que según Santo Tomás, la Virgen fue santificada en el mismo instante temporal de su animación, pero con posterioridad lógica o natural a la unión de su alma con el cuerpo y consiguiente contaminación con el débito del pecado original, no con el pecado original mismo.

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No parece que esa haya sido la mente de Santo Tomás, porque es claro por el texto de IIIª q. 27 a. 1 ad 4um, que ese momento posterior de la adquisición de las perfecciones complementarias a la naturaleza humana es todo el lapso de tiempo posterior a la animación en el que el feto permanece en el útero materno, el cual es temporalmente, y no sólo lógica o naturalmente, posterior.

De nuevo, si en la mente de Santo Tomás hubiese estado la distinción entre los instantes lógicos o naturales y los instantes temporales aplicada a este tema, parece que lo lógico habría sido que respondiese con una distinción como la que hemos hecho arriba: no se puede ser santificado en el instante lógico o natural del origen, pero sí en un instante lógico o natural posterior al instante lógico o natural del origen, siempre en el mismo instante temporal del origen y de la animación, de modo que en ese caso no se incurre propiamente en el pecado original, sino solamente en el débito de contraerlo.

De hecho, la interpretación del P. del Prado nos lleva a entender el “no en el instante mismo de la animación” de Santo Tomás en el sentido de “en el instante mismo de su animación, temporalmente hablando, pero en un instante lógico y natural posterior a la animación misma”.

¿Por qué Santo Tomás de Aquino, justamente, elegiría un modo tan retorcido y poco claro de explicarse? ¿Por qué hablar de “el primer instante”, sin más, dando así claramente la impresión de hablar de instantes temporales, cuando en realidad se habría estado refiriendo solamente a un primer instante lógico y natural?

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Como dice el P. Cuervo:

Si Santo Tomás enseñara, o pretendiera que su doctrina acerca de Ia santificación de Ia Virgen fuera entendida con posterioridad de naturaleza, o sospechara siquiera que pudiera entenderse en ese sentido ¿hablaría de un modo que sólo indica posterioridad de tiempo? Porque posterioridad de tiempo, y no de naturaleza, a Ia animación de María, indican claramente las expresiones: «cito post animationem», «ante nativitatem ex utero», «antequam nata». Para que Ia doctrina de Santo Tomás pudiera expresar posterioridad de naturaleza, habría que suprimir en ella todas esas expresiones, y decir in ipso instanti animationis solum natura posterior. Sobre todo en Santo Tomás, que busca tanto Ia exactitud en Ia expresión de los conceptos, es esto inconcebible. De Io contrario habría que suponer que, Santo Tomás quería obligar al lector en esta cuestión a entender los términos al revés, para que expresaran el sentido por él intentado. Y esto no Io hace nunca Santo Tomás.” (P. Cuervo, p. 34)

Si lo que antecede es correcto, entonces, aquí Santo Tomás está de nuevo implicando que hubo al menos un instante temporal en el que la Virgen estuvo bajo el pecado original, que fue el instante temporal, precisamente, de la animación.

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LA DISTINCIÓN ENTRE EL HECHO DE CONTRAER EL PECADO ORIGINAL Y EL DÉBITO DE CONTRAERLO

¿Cómo explican los que esto sostienen que Santo Tomás haya dicho que la Virgen incurrió en la mancha de la culpa original y que contrajo el pecado original, sin lo cual no habría la Virgen necesitado la Redención de Cristo?

Lo hacen mediante la distinción entre el pecado original actualmente contraído y el débito o necesidad de contraerlo. Esto último, dicen, contrajo la Virgen según Santo Tomás, no lo primero.

Por tanto, plantean la siguiente secuela de eventos, atendiendo a la biología de la época de Santo Tomás: concepción de la carne de la virgen, contaminada por la herencia de Adán – transcurrido un tiempo, creación-infusión del alma espiritual de la Virgen en esa carne, en un instante temporal dentro del cual cabe distinguir dos instantes puramente lógicos, no temporalmente sucesivos: en el primero, por la unión con la carne, el alma de la Virgen incurre en el débito del pecado original, en el siguiente, por la infusión de la gracia la Virgen es preservada de contraer actualmente el pecado original.

Ese mismo esquema puede entenderse hoy día prescindiendo del lapso de tiempo entre la concepción y la animación. En el mismo instante temporal de la concepción se distinguen esos dos instantes lógicos: el primero, en el cual el alma de la Virgen, por su unión con la carne heredada de Adán, incurre en el débito del pecado original, y el segundo, en el cual por la infusión de la gracia en su alma la Virgen es preservada de incurrir en el pecado original.

Esta distinción permite conciliar la efectiva exención del pecado original de la Virgen desde el primer instante de su existencia personal con su necesidad de ser redimida por Jesucristo, y por tanto, permite una explicación de la Inmaculada Concepción que se ajusta más a lo que la Iglesia ha definido al respecto que las teorías que eximen a la Virgen de todo débito de incurrir en el pecado original.

La única cuestión que discutimos en este “post” es si Santo Tomás enseñó de hecho esa doctrina.

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LA DISTINCIÓN ENTRE EL “DEBITUM” Y EL “FACTUM” EN SANTO TOMÁS

La distinción entre el débito de algo y ese algo efectivamente realizado la trae Santo Tomás al hablar de la distinción entre el débito de morir, que es consecuencia del pecado original, y la muerte efectiva.

En efecto, en Iª-IIae q. 81 a. 3 se pregunta si el pecado del primer padre se trasmite por generación a todos los hombres. En el arg. 1 se plantea la siguiente objeción:

Parece que el pecado de los primeros padres no se trasmite por origen a todos los hombres. Porque la muerte es la pena consiguiente al pecado original. Pero no todos los que proceden seminalmente de Adán morirán, pues aquellos que se encuentren vivos en la venida del Señor nunca morirán, como se ve por lo que se dice en 1 Tes. 4: “nosotros que vivimos, no nos adelantaremos en la venida del Señor a los que durmieron”. Por tanto, ellos no contraen el pecado original.”

Y responde en Iª-IIae q. 81 a. 3 ad 1:

A lo que se objeta en primer lugar hay que decir que es más probable y comúnmente sostenido que todos los que se encuentren vivos en la venida del Señor morirán, y poco después resucitarán, como se dirá más completamente en la tercera parte. Pero si fuese verdad lo que algunos dicen, que aquellos nunca morirán, como narra Jerónimo diversas opiniones en cierta epístola a Minerio, hay sin embargo en ellos el reato o débito de la muerte, pero la pena es quitada por Dios, que también puede perdonar las penas por los pecados actuales.”

Aquí aparece entonces en Santo Tomás la distinción entre el débito de incurrir en algo y el hecho de incurrir en ese algo, en este caso, concretamente, la muerte.

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LA INTERPRETACIÓN DEL CARD. CAYETANO

Cayetano interpreta que también está en la mente de Santo Tomás la distinción entre el débito de incurrir en el pecado original y el hecho de incurrir en el pecado original, y la aplica a la santificación de la Virgen en el vientre materno.

Como dice el P. Del Prado en la Introducción de su obra, p. LII:

Cayetano lo expone e interpreta de este modo en sus Comentarios: “Esto no se ha de entender de otra manera que de la muerte, que es pena del pecado original; de modo que como todos los hombres incurren en la muerte, es decir, en la necesidad de morir, así todos incurren en el pecado original, es decir, en la necesidad de tener el pecado original. Y en este sentido milita la razón del Autor (Santo Tomás).”

Dice en efecto el Card. Cayetano en su “Tratado sobre la Concepción de la Bienaventurada Virgen María”, cap. III (citado por el P. Del Prado, p. 96):

No piense alguno que estas cosas las digo por mi propia fantasía, sino vea a Santo Tomás en Ia. IIae., q. 81 a.3 (donde entre otras cosas trata aquello de Rom. 5: “Por un hombre el pecado pasó a todos, y por el pecado la muerte”) sosteniendo que por la “muerte” alcanza con entender el débito o reato de la muerte en la propia persona, aunque alguno no haya de morir nunca. De donde se tiene que como el Apóstol dice dos cosas juntas (que a todos llegan el pecado y la muerte), y como lo segundo, es decir, la muerte, se salva suficientemente explicando que se trata de la muerte o en acto o en débito en la propia persona, así también lo primero, es decir, el pecado, se salva explicando que es el pecado en acto o en debito en la propia persona.”

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No es claro, decimos nosotros, que efectivamente Santo Tomás haya pensado en aplicar esa distinción al caso de la santificación de la Virgen, porque no aparece en el texto citado de Santo Tomás que efectivamente haya pensado en aplicarla, no a la muerte, sino al pecado original, en general. 

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Los que dicen que sí se apoyan para ello en otro texto de Santo Tomás del Comentario a las Sentencias. donde Santo Tomás pregunta si la muerte es el punto de partida para la resurrección en todos los casos.

Allí se plantea la siguiente objeción:

Super Sent., lib. 4 d. 43 q. 1 a. 4 qc. 1 arg. 3:

Además, dice Agustín en el Enchiridion que las cuatro últimas peticiones de la oración dominical pertenecen a la vida presente, de las cuales una es: “perdona nuestras deudas”. Por tanto, la Iglesia pide que en esta vida le sean perdonadas todas las deudas. Pero la oración de la Iglesia no puede quedar en vano y no ser oída. Juan 16: 23: “Cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, os la dará”. Por tanto, en algún tiempo en esta vida la Iglesia conseguirá la remisión de todas las deudas. Pero una de las deudas que contraímos por el pecado del primer padre es que nazcamos en pecado original. Por tanto, en algún momento Dios dará esto a la Iglesia, que los hombres nazcan sin pecado original. Pero la muerte es pena del pecado original. Por tanto, habrá algunos hombres hacia el fin del mundo que no morirán, y así volvemos a lo anterior.”

Y responde:  

Super Sent., lib. 4 d. 43 q. 1 a. 4 qc. 1 ad 3

A lo que se objeta en tercer lugar hay que decir que es erróneo sostener que alguien además de Cristo es concebido sin pecado original, porque quien fuese concebido sin pecado original no necesitaría la Redención que es hecha por Cristo, y así Cristo no sería el Redentor de todos los hombres. (…)  Es necesario decir entonces, que cada uno necesita personalmente la Redención de Cristo, no solamente por razón de la naturaleza. Ser liberado del mal, o ser absuelto de la deuda, no puede sino el que incurre en la deuda, o es arrojado al mal, y así no es posible que todos reciban el fruto de la Redención del Señor en sí mismos, si no nacen todos deudores y sujetos al mal, por lo que el perdón de las deudas y la liberación del mal no puede entenderse en el sentido de que alguno nazca sin la deuda o inmune del mal, sino porque, naciendo con esa deuda, luego son liberados por la gracia de Cristo. Tampoco se sigue de ello que pueda afirmarse sin error que algunos nacen sin pecado original, por más que la muerte sea pena del pecado original, porque Dios puede por misericordia perdonarle a alguno la pena a la que está obligado por una culpa pasada, como envió a la adúltera sin pena en Jn. 8, y del mismo modo puede librar de la muerte a los que contrajeron el reato o débito de la muerte naciendo en pecado original, y por tanto, no se sigue que si no mueren, entonces no nacieron con pecado original.”

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Santo Tomás pone la objeción que dice que como a la Iglesia le serán perdonadas todas las deudas ya en esta vida, llegarán a nacer algunos sin pecado original, pues una de las deudas contraídas en Adán es la de nacer en pecado original.

Parece entonces que la objeción sí habla del débitum del pecado original, y que por tanto, el concepto de “debitum del pecado original” sí estaba en la mente de Santo Tomás.

En su respuesta, Santo Tomás comienza hablando de la Redención, y luego dice: No puede ser librado del mal, o absuelto de la deuda, sino el que incurre en la deuda, o ha caído en el mal.” Y lo hace en referencia al Padre Nuestro, porque así se plantea la objeción, por lo que cabe pensar que tiene en mente esas dos peticiones del Padre Nuestro: “Perdona nuestras deudas” y “líbranos del mal”.

Hay que notar que en el Padre Nuestro, como dijimos, las “deudas” son ante todo los pecados. Por lo tanto, es posible que Santo Tomás, dado que la objeción hablaba del Padre Nuestro, haya usado aquí “deuda” por “pecado”, y luego Cayetano y los otros, preocupados con el tema de la Inmaculada Concepción, hayan visto en las “deudas” de este pasaje el “debitum” del pecado original, máxime que en la objeción ese “debitum” aparece.

Luego Santo Tomás dice: “Ser liberado del mal, o ser absuelto de la deuda, no puede sino el que incurre en la deuda, o es arrojado al mal”.  “Ser arrojado al mal”, aquí, parece que hay que entenderlo a tenor de la petición del Padre Nuestro, “líbranos del mal”, donde ya no se trata del pecado, sino de los males que nos pueden sobrevenir, y también del Maligno.

Si eso es así, la “deuda” sigue siendo el pecado, en general. 

 La frase que sigue: “a no ser que todos nazcan deudores y sujetos al mal”, vuelve a lo mismo: todos nacen en pecado y sujetos a diversos males.

Así se entiende también que diga que “nacen con la deuda y luego son liberados por la gracia de Cristo”, lo cual se entiende si la deuda es el mismo pecado original, de lo contrario estaría diciendo solamente que todos nacen con el débito del pecado original y son liberados por la gracia de Cristo.

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Si bien la objeción, entonces, sí parece que habla del “debitum” del pecado original, podría ser que Santo Tomás no hablase del mismo en su respuesta, porque además, como el tema del artículo no es el pecado original, sino la muerte, y el pecado original fue introducido por el objetante para poder, con su no comparecencia en algunos, eliminar la necesidad de morir en ellos, a Santo Tomás le alcanza con establecer que aún contrayendo el pecado original y con él la necesidad de morir, se puede no morir por una gracia especial de Dios.

Es decir, la tesis de Santo Tomás es que todos van a morir, pero lo que señala en esta respuesta a la objeción es que aún si algunos no hubiesen de morir, no por eso habría que pensar que no contrajeron el pecado original, y con él, la necesidad de morir.

Por lo menos nos parece entonces que hay que decir que no es claro que en este pasaje, en su respuesta, queremos decir, Santo Tomás esté hablando del “debitum” del pecado original.

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¿ESTUVO LA VIRGEN EN ALGÚN INSTANTE DEL TIEMPO BAJO EL DÉBITO DEL PECADO ORIGINAL?

Dice el P. Cuervo:

Lo cual no quiere decir que Ia Virgen tuviera personalmente el débito en ningún instante del tiempo, puesto que fue librada de él en el primer instante de su concepción.” (P. Cuervo, pp. 21 – 22)

Aquí hay un problema, entendemos, porque si bien es clara la distinción entre los instantes lógicos o naturales y los instantes temporales, el hecho es que todo instante lógico o natural se da en algún instante temporal, si se da en algo actualmente existente, hablando, claro, de los entes de ese mundo material. 

Por tanto, aún siendo ese “primer instante de la concepción” un instante lógico o natural, ha debido darse en algún instante temporal, y entonces, o en ese instante temporal se dio el “debitum” del pecado original, y la Virgen fue liberada de un “debitum” en el cual incurrió de hecho, y es falsa la primera parte de la frase, o no se dio, y la Virgen fue preservada del “debitum” por la gracia, y entonces no se entiende cómo la Virgen estuvo bajo el “debitum” del pecado original.

Dice justamente el P. Cuervo:

Porque una redención preservativa de María, en virtud de los méritos de Jesucristo, que se extendiera al mismo débito o necesidad natural de contraer el pecado, sería una redención que Ia preservaría de Ia misma redención, Io cual es contradictorio. TaI es el dilema que encierra Ia doctrina de Santo Tomás: o débito personal de María con redención por Jesucristo, o concepción Inmaculada sin redención. Además, que no se puede dar preservación del débito, sin existencia del mismo débito. Por Io cual Ia negación de Ia existencia de todo débito en Ia Virgen, conduce lógicamente a Ia negación de Ia misma redención preservativa, tal como Ia conciben algunos.” (P. Cuervo, p. 25.)

Y en el mismo sentido el P. del Prado:

De la mancha del pecado original y del mismo pecado en tanto que tiene razón de culpa, no solamente es liberada [la Virgen], sino que también es preservada inmune; pero del débito de contraer e incurrir en su propia persona tanto en el pecado como en la mancha del pecado es liberada por la gracia del Redentor, pero no preservada, de lo contrario, no se daría el término “a quo” de la misma Redención, que es o el mismo pecado actualmente contraído o al menos el débito personal de incurrir en él y de contraerlo.” (Del Prado, p. LVIII)

Y más claramente aún, donde habla de los modos posibles de Redención, cuando llega al modo en que la Virgen fue redimida:

Un modo ciertamente extraordinario, pero por el cual se entiende que el alma racional se une a la carne infecta antes de ser santificada por la gracia, con anterioridad solamente natural y de orden, y así el alma, y por tanto, la persona de carne y alma constituida, no es preservada del débito personal de tener el pecado [original] y de incurrir en su mancha, sino que es liberada de él, y mientras es liberada del débito, es preservada del pecado [original] y de su mancha.” (P. del Prado, p. LVII.)

Y nuevamente el P. Cuervo:

Si Ia gracia redentora de Jesucristo no acudiera en su auxilio en el primer instante de su concepción, derramando en ella el tesoro de sus dones, librándola del débito y preservándola del pecado, entonces es cuando Ia Madre de Dios no tendría Ia perfección que Ie es debida.” (P. Cuervo, p. 26)

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Pero es que una liberación del débito en la Virgen que impida que ella esté bajo el débito un solo instante de tiempo es lo mismo que esa preservación del débito que rechaza el P. Cuervo.

La Virgen no existe personalmente fuera del tiempo, de modo que si en ningún instante de tiempo estuvo bajo el “debitum” del pecado original, entonces no estuvo bajo ese “debitum” simplemente hablando.

En cuanto a los instantes puramente lógicos y naturales, como ya dijimos, se dan siempre en algún instante temporal, siempre y cuando hablemos de los seres de este mundo. Por tanto, y en ese sentido, lo que ocurre en alguno de esos instantes lógicos, naturales o de razón ocurre por eso mismo en algún instante temporal, aunque no tenga prioridad temporal sino sólo lógica respecto de otras cosas.

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ARGUMENTOS A FAVOR DE QUE SANTO TOMÁS SÍ AFIRMÓ QUE LA VIRGEN ESTUVO AL MENOS UN INSTANTE DE TIEMPO BAJO EL PECADO ORIGINAL

1)      Santo Tomás dice que la virgen “contrajo el pecado original” y que “estuvo bajo la mancha de la culpa original”.

IIIa, q. 27, a. 2, c:

“…de cualquier modo en que la Bienaventurada Virgen hubiese sido santificada antes de la animación, no habría incurrido nunca en la mancha de la culpa original, y así no habría necesitado la Redención y Salvación que es por Cristo…”

El sentido natural de este texto es rechazar la hipótesis según la cual la a) Virgen habría sido santificada antes de la animación, deduciendo de ello algo inaceptable, a saber, que b) nunca habría necesitado la Redención de Cristo. Pero el nexo para esa deducción es que c) en ese caso la Virgen nunca habría incurrido en la mancha de la culpa original. Eso implica que, así como de a) se llega lógicamente a b) pasando por c), así también de la negación de b), que para Santo Tomás es un principio (todos fuera de Cristo necesitan la Redención de Cristo) se llega a la negación de a) pasando por la negación de c). Es decir, que para llegar a la conclusión según la cual la Virgen no fue santificada antes de su animación, Santo Tomás necesita que sea verdadera la negación de c), o sea, necesita que sea verdad que la Virgen estuvo al menos un instante de tiempo (lo contrario de “nunca”) bajo el pecado original.

A este argumento que hemos dado se lo critica desde dos puntos de vista: negando que “nunquam” tenga connotación temporal en el texto, y afirmando que por “mancha de la culpa original” alcanza con entender el “debitum” de contraer esa mancha, sin que sea necesario entender el hecho de contraerla.

Sobre el primer punto, ver más abajo, sobre el segundo, ver más arriba.

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IIIa, q. 27, a. 2, ad 2um:

Pero la Bienaventurada Virgen contrajo ciertamente el pecado original, pero fue purificada de él antes de que naciese del útero.”

“Este “antes de que naciese del útero”, como vimos y como veremos, tiene una connotación de posterioridad temporal respecto de la animación. De hecho no se ve porqué si Santo Tomás pensaba que la santificación había sido en el mismo instante de la animación habría recurrido a una expresión tan vaga como ésa.

Además, esta frase, entendida, repito, en su sentido natural, indica que la Virgen fue purificada de aquello que contrajo. No es así en la explicación según la cual contrajo el débito del pecado original y fue purificada del pecado original mismo.

Y además, no fue, según esa interpretación, purificada del pecado original mismo en el sentido natural de “purificada”, sino mediante una “purificación preventiva o preservativa”.

¿No habría sido más claro y lógico plantear todo de otra manera, si en la mente de Santo Tomás hubiese sido la que dicen estos comentadores, en vez de escribir cosas que según ellos hay que entender torciendo continuamente el sentido natural de los textos? Sobre todo tratándose de un maestro de lógica y claridad como es Santo Tomás de Aquino.   

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Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 1 qc. 2 co.:

Esto no podría ser, si se encontrase otra alma que nunca hubiese sido infectada por la mancha original, y por tanto, ni a la Bienaventurada Virgen, ni a alguno fuera de Cristo se le ha concedido eso.”

El sentido del razonamiento es que si a alguna otra alma que no fuese la de Cristo se le hubiese concedido no estar nunca bajo el pecado original, se seguiría una consecuencia se rechaza, que no puede ser (“esse non potest”) y por tanto, se rechaza ese antecedente: ni a la Bienaventurada Virgen ni a nadie fuera de Cristo se le concedió no estar nunca bajo el pecado original.

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 Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 2 qc. 1 co.:

En la primera [santificación], según es mantenido comúnmente por todos, [la Virgen] fue purgada del pecado original en cuanto a la mancha y al reato.”

La expresión “purgada”, según su sentido natural, no significa “preservada de incurrir en algo”, sino “liberada de ese algo en el que se ha incurrido”.

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Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 2 qc. 2 co.:

A la segunda cuestión hay que decir, que como en la primera santificación [de la Virgen] hubo una cierta incoación de emendación, removido el pecado original en cuanto a la culpa, y ligado el fomes, también hubo una cierta incoación de la confirmación…”

De nuevo, la “remoción” del pecado original, según su sentido natural, no es la “preservación” del pecado original, sino la liberación del pecado original en el que se ha incurrido.

Y si se dice que aquí no se habla del pecado original, sino del débito de incurrir en él, el hecho es que Santo Tomás no está diciendo “removido el débito del pecado original”, o “removido el débito de la culpa”, sino “removido el pecado original en cuanto a la culpa”.  De nuevo ¿por qué expresarse así, si lo que se pensaba era lo otro?

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2)      Santo Tomás dice que si la Virgen hubiese muerto antes de la Pasión de Cristo, no habría sido admitida a la visión de Dios.

Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 2 qc. 1 ad 1:

A lo primero por tanto hay que decir que si la Bienaventurada Virgen hubiese muerto antes de la Pasión de Cristo, no habría sido admitida a la visión de Dios, como tampoco los otros antiguos Padres, porque por más que en ellos había sido removido el reato [del pecado original] perteneciente a la persona, permanecía sin embargo el reato de la naturaleza, que es quitado por la Pasión de Cristo.”

Esto es muy fuerte, porque no se entiende porqué para Santo Tomás la Virgen, es decir, en esa hipótesis, su alma, no habría podido acceder a la visión de Dios en caso de morir antes de la Pasión de Cristo, si en la misma mente de Santo Tomás estuviese la tesis que dice que la Virgen nunca contrajo de hecho el pecado original.

La razón por la que estos santos del A.T. no entraron al cielo hasta la Pasión de Cristo es porque si bien les había sido quitado el reato de la pena en lo que toca a sus personas, no les había sido quitado por lo que toca a su naturaleza, y lo mismo aplica Santo Tomás a la Virgen.

Lo que sucedió con esos santos del A. T., entonces, es que de hecho incurrieron en el pecado original en el momento de su animación, fueron en un tiempo posterior liberados del pecado original por la gracia de Cristo, y con él fueron liberados del reato personal respecto de la pena del pecado original, que es la pérdida de la visión de Dios, pero permaneciendo en ellos el reato de la naturaleza humana respecto de esa misma pena, el cual les fue quitado por Cristo en su “descensus ad  inferos” “in triduo mortis”, y sólo entonces pudieron sus almas entrar en el Cielo.

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Ahora bien, si Santo Tomás hubiese sostenido que la Virgen nunca estuvo de hecho bajo el pecado original ¿cómo afirmar en ella reato alguno, ni personal ni de naturaleza, respecto de la pena que es la privación de la visión beatífica?

El débito del reato no es el reato mismo, como el débito de la muerte no es la muerte misma, pero además, como vimos, según la tesis que el P. del Prado y otros atribuyen a Santo Tomás, el mismo débito del pecado, y por tanto, del reato, fue suprimido en la Virgen por la gracia que la preservó de incurrir en acto en el pecado original. ¿Qué es entonces en la mente de Santo Tomás lo que habría impedido al alma de la Virgen ir al Cielo si ella hubiese muerto antes de la Pasión de Cristo?

¿Se dirá que en la Virgen fue suprimido, por la gracia, el débito del pecado original y del reato de la pena del pecado original por lo que toca a su persona, pero no por lo que toca a su naturaleza?

¿Es compatible eso con el axioma según el cual la Virgen tuvo la máxima pureza que es posible para una creatura? Eso equivale a preguntar: ¿era de algún modo necesario para que la Virgen pudiese ser redimida por Cristo que en ella permaneciese el débito del pecado original y del reato de la pena del pecado original por lo que toca a su naturaleza humana?

Claramente que no. La Redención de la Virgen consistió en que fue preservada de incurrir en el pecado original, en el que nunca incurrió de hecho,y en que fue liberada del débito de incurrir en él en el que había incurrido. Para esto es necesario solamente que en la Virgen estuviese, con anterioridad al menos lógica respecto de la acción de la gracia, el débito de incurrir en el pecado original, no que ese débito, borrado en ella por la gracia por lo que toca a su persona, permaneciese en ella por lo que toca a su naturaleza.

Obviamente, no se puede sostener tampoco que en la Virgen, después de su santificación, permaneció, por lo que respecta a su naturaleza, el reato de la pena del pecado original o el débito de ese reato, una vez suprimido el débito respecto del pecado original mismo tanto por lo que toca a su persona como por lo que toca a su naturaleza. El reato del pecado original sigue al pecado original, y el débito de ese reato sigue al débito de ese pecado.

Se puede objetar que de todos modos después de su santificación la Virgen estuvo sometida a penalidades que son consecuencia del pecado original, pero es que eso no va en contra del axioma que dice que la pureza de la Virgen fue la máxima pensable para una creatura en la actual economía de salvación, pues esas penalidades no tienen connotación moral negativa, como sí la tienen el pecado original, el débito de incurrir en él, el reato de la pena del pecado original, y el débito de incurrir en ese reato.

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3)      Santo Tomás dice que la Virgen fue santificada después de su animación (“post eius animationem”)

Sobre esto, ver lo que dijimos arriba al hablar de la distinción entre la anterioridad y posterioridad temporales y las lógicas o naturales.

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4)      Santo Tomás dice que la Virgen fue santificada “inmediatamente después” (“cito post”) de su animación.

Quodlibet VI, q. 5 a. 1 co.

Por más que la Bienaventurada Virgen fuese concebida en pecado original, se cree sin embargo que fue santificada en el útero antes de nacer. Y así, acerca de la celebración de su concepción hay diversas costumbres en la Iglesia. La Iglesia romana y muchas otras, considerando que la Virgen fue concebida en pecado original, no celebran la fiesta de la concepción. Otros, considerando su santificación en el útero, cuyo tiempo se ignora, celebran la concepción; pues se cree que inmediatamente después de la concepción y la infusión del alma fue santificada. Por lo que esa celebración no debe ser referida a la concepción por razón de la concepción, sino más bien por razón de la santificación. Por eso no se debe celebrar la predicha concepción porque la Virgen haya sido concebida sin pecado original. Ni por eso se niega que haya sido la Virgen preparada de modo más especial que los otros, porque en la misma santificación recibió un don de gracia más copioso que el de los demás, no sólo para ser purgada del pecado original, sino también para que en toda su vida fuese inmune de todo pecado tanto mortal como venial, como dice Anselmo.

Aquí está el famoso “cito post” sobre el que tanto se ha escrito. Significa “inmediatamente después de”, “enseguida después de”, o también: “muy poco tiempo después de”.

Su sentido natural, de nuevo, apunta a una posterioridad temporal, y no solamente lógica, de razón o natural. Y nuevamente, si Santo Tomás tenía en mente una santificación en el instante mismo de la animación ¿por qué no lo dijo y en su lugar usó esta expresión vaga? No hay nada de vago en el instante mismo de la animación.

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Quodlibet VI, q. 5 a. 1 co.

Aunque la Bienaventurada Virgen fuere concebida en pecado original, se cree sin embargo que habría sido santificada en el útero, antes de nacer. (…) se cree en efecto que inmediatamente después de la concepción y de la infusión del alma fuere santificada.”

Aquí hay otro problema, porque el “cito post” se aplica a la concepción, que en la mente de Santo Tomás, como dijimos, es algunas semanas anterior a la animación. Y sin embargo, el “cito post” se aplica también a la animación, en ese texto. Por tanto, es innegable la connotación temporal del “cito post” en ese pasaje, y es muy sugerente, por lo menos, que ese “cito post” con esa connotación temporal se aplique a la conjunción de la concepción y la animación.

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5)      Connotación temporal de la frase “nunca hubiese la Virgen incurrido en el pecado original”.

Dice Suárez, citado por el P. Del Prado, p. XXI.

En el cuerpo del artículo entiende manifiestamente hablar de un orden temporal. Porque infiere como inconveniente que de otro modo la Bienaventurada Virgen nunca incurriría en la mancha de la culpa original.”

El argumento de Suárez, como se ve, es que si es inconveniente que la Virgen no haya incurrido nunca en la mancha de la culpa original, entonces que alguna vez, es decir, en algún instante del tiempo, ha incurrido en ella.

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Responde el P. Del Prado:

Tampoco puede decirse razonablemente, si no se lo demuestra verdaderamente antes, que en el cuerpo del artículo Santo Tomás “manifiestamente quiere hablar de un orden temporal”; por más que infiera como inconveniente que de otro modo la Virgen nunca incurriría en la mancha de la culpa original; porque este inconveniente, es decir, nunca incurrir en la mancha de la culpa original, significa lo que mismo que ser santificada antes de la animación, como explícitamente afirma Santo Tomás en el mismo cuerpo del artículo diciendo: “Y si de cualquier modo hubiese sido santificada la Bienaventurada Virgen antes de la animación, nunca habría incurrido en la mancha de la culpa original, y así no necesitaría la redención y la salvación que es por Cristo.” Este es el inconveniente que Santo Tomás infiere lógicamente en el cuerpo del artículo, del cual no se sigue en lo más mínimo que el Doctor Angélico manifiestamente intente hablar de un orden temporal.” (Del Prado, p. XXXV)

Y algo más extensamente más adelante:

Hay que notar en primer lugar qué importa en su significado la proposición: “Nunca habría sido afectada por el contagio del pecado original”, o “Nunca habría incurrido en la mancha de la culpa original”. Lo cual el Doctor Angélico lo declara explícitamente, cuando de aquella proposición: “Si nunca hubiese sido (la Bienaventurada Virgen) afectada por el contagio del pecado original”, infiere “por tanto le habría sido concedido el ser santificada antes de la animación”. Por tanto, nunca haber sido afectado por el contagio del pecado original significa lo mismo en la presente cuestión que ser santificado antes de la animación de la carne. Y de modo semejante esto abiertamente manifiesta y corrobora Santo Tomás cuando, respondiendo al argumento no niega la consecuencia ni reprende el proceso lógico de la argumentación, sino que reduciendo al inconveniente, de aquella proposición “Si el alma de la Bienaventurada Virgen nunca hubiese estado afectada por el contagio del pecado original” infiere “Esto derogaría la dignidad de Cristo, según la cual es el salvador universal de todos”. Por tanto, “nunca ser afectado por el contagio del pecado original” significa lo mismo en la presente cuestión que “no necesitar la redención y la salvación que es por Cristo”.  Consiguientemente estas tres: a) nunca ser afectado por el contagio del pecado original, o nunca incurrir en la mancha de la culpa original; b) ser santificado antes de la animación; c) no necesitar la redención y la salvación que es por Cristo: son proposiciones que se convierten, y de las cuales una se infiere necesariamente de la otra, y de las cuales, una vez admitida una de ellas, las otras dos deben también ser admitidas por lógica necesidad.” (Del Prado, p. 83)

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Por lo que parece, entonces, aquí la estrategia del P. Del Prado para negar que la frase “nunca habría estado la Virgen bajo el pecado original” implica que al menos en un instante de tiempo estuvo la Virgen bajo el pecado original, es identificar esa frase con otras en las que no aparece la palabra “nunca” y por tanto, la referencia temporal: “habría sido santificada antes de su animación” y “no habría necesitado la Redención de Cristo.”

Contra esto: Santo Tomás no identifica “ser santificada la Virgen antes de la animación” con “nunca incurrir en la mancha de la culpa original”, ni con “no necesitar la Redención de Cristo”, sino que pone lo segundo como consecuencia de lo primero, y lo tercero como consecuencia de lo segundo, en un auténtico razonamiento o inferencia, que exige, como todo razonamiento propiamente dicho, que no haya identidad de significado entre las premisas y la conclusión.

Su razonamiento es: “Si la Virgen hubiese sido santificada antes de la animación, no habría incurrido en la culpa del pecado original, y si esto hubiese sido así, no hubiese necesitado la Redención de Cristo, lo que es falso. Por tanto, la Virgen no fue santificada antes de la animación”.

Del mismo modo alguien podría decir “Si llueve, me mojo, y si me mojo, me resfrío”, sin que tenga sentido sostener que para esta persona las proposiciones “Llueve”, “Me mojo”, y “Me resfríosignifican lo mismo.

De hecho, la carne de la Virgen podría haber sido purificada por el poder divino antes de su animación, y entonces su alma no habría incurrido en el pecado original ni en el débito del mismo, sin que por ello su alma hubiese sido santificada antes de la animación, por lo que no es cierto lo que al final dice el P. Del Prado, que de cualquiera de esas tres proposiciones se infieren necesariamente las otras dos.

Si hacemos que “ser santificada antes de la animación” y “no incurrir en la mancha de la culpa original” signifiquen lo mismo, entonces, o bien decimos que si la Virgen fue santificada antes de la animación, no necesitó la Redención de Cristo, y queda sin saberse el porqué de esa inferencia, o bien decir que si la Virgen no incurrió en la mancha de la culpa original, no necesitó la Redención de Cristo, lo cual es obvio, pero no se ve qué relación pueda tener con haber sido o no santificada la Virgen antes de la animación.

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6)      Santo Tomás dice que no se sabe cuándo fue santificada la Virgen.

Dice el P. Lépicier, citado por el P. Del Prado, pp. XXIII - XXIV:

 “Y que esas palabras, “después de su animación”, no deben tomarse en la mente del Santo Doctor significando una posterioridad de naturaleza, caso en el cual concordarían con el dogma católico, porque es primero el concepto de la naturaleza que el concepto de la santificación, sino que deben tomarse como significando una posterioridad temporal, se demuestra evidentemente por las palabras que aparecen en las repuestas anteriores. Se dice en efecto que la Bienaventurada Virgen fue purificada del pecado original antes de su nacimiento, y que se ignora en qué tiempo la Bienaventurada Virgen fue santificada.”

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Por su parte dice el P. Del Prado:

En el Quodlibeto 6, artículo 7, no investiga Santo Tomás el instante o tiempo en que la Virgen fue santificada, y, lo que hay tener muy en cuenta, nunca se plantea la cuestión “Si fue santificada en el primer instante de su animación”, por lo que resulta impertinente ese dilema por modo de interrogación: “¿Por qué entonces si el Santo Doctor sostenía que la Bienaventurada Virgen fue santificada en su animación, ahí mismo…no lo dijo?” Porque entre sostener y no sostener [o negar] se da un medio, que es ignorar, y Santo Tomás, en III, q. 27, a. 2., ad 3um, dice: “En qué tiempo fue santificada, se ignora”, y todos igualmente lo ignoraban.” (Del Prado, pp. XLIII – XLIV)

Y dice también Del Prado:

 “Porque el mismo Doctor Angélico ahí mismo reconoce que ignora el momento o instante en el que la Bienaventurada Virgen fuese santificada. “La cual (santificación) cuando determinadamente ocurró, es incierto.” Por tanto, si es incierto, ¿por qué negar que haya sido en el primer instante?” (Del Prado, p. XVIII)

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 Pero si la Virgen fue santificada en el primer instante de su concepción, sí se sabe el momento o instante en que fue santificada, y muy determinadamente. No se entiende, entonces, que Santo Tomás diga que no sabe el instante de la santificación de la Virgen, si cree que fue en el primer instante de su animación.

Dice el P. Cuervo:

Si Santo Tomás enseñara Ia santificación de María con posterioridad de naturaleza a su animación, no podría decir que se desconoce cuándo se realizó aquella (ignoratur), ni mucho menos afirmar que es incierto el momento preciso de Ia misma (incertum est). Porque en ese caso, ese momento sólo puede ser uno, y nada más que uno, es decir, el instante mismo de su animación. Pero Santo Tomás constantemente afirma que el momento de Ia santificación de María «ignoratur», «incertum est».” (P. Cuervo, p. 33)

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7)      Santo Tomás dice que la Virgen estuvo bajo el “fomes peccati”.

Dice el P. Cuervo:

Como es sabido, según Santo Tomás, el pecado original consiste formalmente en Ia privación de Ia justicia original, y, materialmente en Ia concupiscencia o fomes peccati, efecto de Ia primera. Esto supuesto, es completamente inexplicable que Santo Tomás, después de considerar a Ia Virgen exenta del pecado original, haya admitido en ella el fomes peccati, Io que valdría tanto como poner el efecto sin la causa, y Ia pena sin el pecado. Pues enseña el Concilio Tridentino que el fomes proviene «ex peccato> e inclina «ad peccatum», Io cual no podría tener lugar en Ia Virgen, ya que no habiendo tenido pecado no podría ser en ella «ex peccato», y estando el fomes completamente ligado, tampoco sería «ad peccatum». Un verdadero contrasentido, o figmentum mentis.” (P. Cuervo, p. 36)

Y sin ligadura seria atentar contra Ia misma santidad de María ponerlo en ella, Io cual también se verifica completamente ligado, puesto que en sí mismo el fomes es un germen o fomento de pecado, que tampoco puede admitirse en Ia Inmaculada. Si Santo Tomás hubiera aflrmado Ia Inmaculada, no cabe duda que se Ie hubieran ocurrido cosas mucho mejores acerca de ella. Es tan fuerte este argumento que bastaría por sí solo para destruir toda hipótesis contraria, si otros no hubiera.” (P. Cuervo, p. 36 – 37)

Y que Santo Tomás haya admitido Ia existencia del fomes peccati en Ia Virgen después de su primera santificación, es tan claro que nadie puede ponerlo en duda siquiera. Fomes ciertamente ligado, pero esta misma ligadura del fomes es también un argumento ineludible de que Ia santificación de Maria, de que nos habla Santo Tomás, no es preservativa del pecado original, sino una purificación del mismo después de contraído, «purgatio», «mundatio», como constantemente dice el mismo Santo Tomás. Y de aquí que Ia fiesta de Ia Concepción de Maria no deba celebrarse, según él, a no ser en cuanto significa Ia santificación antes de su nacimiento.” (P. Cuervo, p. 37)

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8)      Por eso hay autores que sostienen que Santo Tomás, aun conociendo esa distinción entre el débito del pecado y el pecado mismo, no la aplicó al tema de la santificación de la Virgen.

Por ejemplo, Reginaldo Garrigou – Lagrange, O.P.:

No distingue, como lo ha hecho muchas veces en otras partes, la posteridad de naturaleza, que puede y se debe admitir todavía hoy, de la posterioridad de tiempo, que es contraria al privilegio de la Inmaculada Concepción (…) no distingue bastante, este debitum incurrendi del hecho de incurrir en esta falta.” (Garrigou – Lagrange, La Madre del Salvador, p. 54 – 55)

Y el mismo P. Cuervo:

Y de aquí que Ia santificación de María haya sido para ella [según Santo Tomás] una verdadera «mundatio» o «purgatio» del pecado original, a semejanza de Ia de Jeremías o San Juan Bautista. No se coloca Santo Tomás, cuando habla de Ia santificación de Ia Virgen, en Ia hipótesis del sólo débito del pecado original, como sucede cuando se refiere a los que no han de morir en Ia segunda parusia, y por eso también es muy diferente su modo de expresarse en uno y otro caso. Pues en el segundo dice que fueron liberados de Ia muerte, que Dios les perdonó esta pena del pecado original, mientras que en el primero que Dios purificó, borró, en María, antes de su nacimiento, el pecado original que había contraído. Por eso mismo todos aquellos lugares en que Santo Tomás afirma que María contrajo el pecado original, se refieren sin duda ninguna a Ia contracción de hecho. Aquella hipótesis, o por mejor decir, doctrina fundamental suya de Ia distinción entre el acto y el débito del pecado, no fué operante en su espíritu en toda esta cuestión de Ia santificación de María.” (P. Cuervo, p. 36)

Respecto del libro del P. del Prado, dice el P. Cuervo:

Otra cosa que demuestra también con toda evidencia el P. DeI Prado, en esta obra, es que de los principios de Santo Tomás brota con toda sencillez y espontaneidad Ia única Inmaculada verdadera, que es Ia Inmaculada definida, los cuales a su vez cierran Ia puerta a toda otra que no pase por el Calvario. Pero el P. DeI Prado no se da cuenta de que toda esta labor deductiva es obra suya, y no de Santo Tomás, que no Ia afirmó nunca, aun cuando nunca Ia haya negado tampoco.” (P. Cuervo, p. 31)

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¿AFIRMÓ O NEGÓ SANTO TOMÁS LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, O NI UNA COSA NI LA OTRA?

Como vemos por el último pasaje citado del P. Cuervo, están quienes dicen que ni la afirmó ni la negó.

Por ejemplo, el R. P. Garrigou – Lagrange O.P.:

En el segundo período, al ver mejor las dificultades del problema, Santo Tomás duda y no se decide y pronuncia, pues los teólogos de su tiempo sostienen que María es inmaculada independientemente de los méritos de Cristo. Rehuye admitir esta posición por el dogma de la redención universal que, sin excepción, proviene del Salvador (Rom., III, 23; V, 12, 19; Gal., III, 22, II Cor., V, 14; I Tim., II, 6).” (Garrigou – Lagrange, La Madre del Salvador, p. 54)

Y también el P. Cuervo, O.P.:

Porque Santo Tomás no se coloca nunca en Ia hipótesis del sólo débito del pecado original, cuando llega al terreno práctico de las soluciones en Ia cuestión de Ia santificación de María, que es precisamente el caso de Ia Inmaculada, no se puede decir con exactitud que Ia negó. No Ia afirmó, porque no se atrevió a afirmarla, ni a formularla siquiera, pero tampoco Ia negó. Pues no se puede decir que desconoció este caso, como sucede en los demás teólogos del siglo XIII, sino que después de conocerlo guarda un alto silencio acerca de él en toda esta cuestión, sin afirmarlo, ni negarlo, hallándose precisamente en esa hipótesis Ia clave de Ia solución verdadera. También es fatalidad…” (P. Cuervo, p. 36.)

Santo Tomás conoció esa distinción del pecado, que él mismo establece por vez primera, y afirmó con suficiente claridad que para Ia redención bastaba el débito personal del pecado, sin Ia incursión actual en el mismo. Pero de hecho no Ia aplicó a Ia concepción de María, y a su redención por Jesucristo. De donde se sigue que su doctrina, materialmente considerada, coincide con Ia de los teólogos del siglo XIII en cuanto a Ia incursión de María en el pecado original. Pero formalmente mirada es muy distinta, porque los otros teólogos hacían esa afirmación creyéndola necesaria para salvaguardar en María las dos grandes verdades de fe, universalidad del pecado original y de Ia redención de Jesucristo, y Santo Tomás, viendo al mismo tiempo que Ia incursión de hecho en el pecado original no es necesaria para salvar su universalidad, ni tampoco Ia necesidad de Ia redención, sino que bastaba Ia de solo débito. Y sin duda vió también que sería preferible, y hasta cierto punto necesario, afirmar de Ia Virgen solamente Ia segunda, si para ello existiera fundamento suficiente. Por eso mismo no se puede decir que sea un adversario de Ia Inmaculada, ni contrario a ella, porque toda su doctrina básica y fundamental está inclinada hacia Ia Inmaculada Concepción, y propende totalmente a afirmarla, aun cuando él no se haya atrevido nunca a realizarlo.” (P. Cuervo, p. 38)

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Ante todo, notar que para el P. Cuervo la doctrina de Santo Tomás “materialmente considerada, coincide con Ia de los teólogos del siglo XIII en cuanto a Ia incursión de María en el pecado original.”

Y entonces, ¿cómo Santo Tomás va estampar en su obra una doctrina como necesaria para salvaguardar la universalidad del pecado original y de la Redención de Cristo pensando que no es necesaria para ello y que más bien sería preferible y hasta cierto punto necesario afirmar lo contrario?

El hecho es que Santo Tomás dice que la Virgen estuvo bajo la mancha de la culpa original. Eso, o se entiende del pecado original actualmente contraído, o solamente del débito de incurrir en el pecado original.

En el primer caso, Santo Tomás negó la Inmaculada Concepción de María.

En el segundo caso, Santo Tomás afirmó la Inmaculada Concepción de María, porque la única forma en que la Virgen puede estar bajo el débito del pecado original y no bajo el pecado original actualmente contraído es precisamente por la Inmaculada Concepción.

Sin la Inmaculada Concepción, en efecto, no tendría sentido que Santo Tomás afirmase que la Virgen estuvo bajo el débito de incurrir en el pecado original y no afirmase que de hecho incurrió en el mismo.

Si suponemos entonces que en su mente Santo Tomás afirmaba o sostenía la Inmaculada Concepción, entonces Santo Tomás estaría diciendo una cosa mediante expresiones que naturalmente suenan a exactamente lo contrario de esa cosa.

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Y ahí citamos nuevamente estas palabras del P. Cuervo, aplicándolas ahora a este tema:

Sobre todo en Santo Tomás, que busca tanto Ia exactitud en Ia expresión de los conceptos, es esto inconcebible. De Io contrario habría que suponer que, Santo Tomás quería obligar al lector en esta cuestión a entender los términos al revés, para que expresaran el sentido por él intentado. Y esto no Io hace nunca Santo Tomás.” (P. Cuervo, p. 34)

Es decir, tenemos a un autor como Santo Tomás, santo, piadoso, mariano y maestro de la precisión intelectual filosófica y teológica, que escribe que la Virgen contrajo el pecado original.

Si ese autor hubiese sido un sostenedor de la Inmaculada Concepción ¿cómo habría podido escribir eso, y no más bien hacer las aclaraciones del caso? Más bien pensamos que habría estado dispuesto a morir antes de hacerlo.

Pero si no fue un sostenedor de tal doctrina, entonces hay que entender lo que escribió en el sentido de la negación de lo que siglos después fue dogma en la Iglesia, porque, como dijimos, no hay forma de no entender eso que él escribió como una negación de la Inmaculada Concepción que no implique la distinción entre incurrir en el débito del pecado original e incurrir en el pecado original mismo, todo ello inseparable de la afirmación de la Inmaculada Concepción.

Agregamos que cuando se argumenta contra la hipótesis que dice que Santo Tomás tenía en mente sólo el débito del pecado original, con los textos suyos en los que dice sin más que la Virgen contrajo el pecado original, responder que esos textos han de entenderse solamente del débito del pecado original es razonar en forma circular. Los hechos, también los hechos textuales, están para verificar o corregir las hipótesis, no para ser adaptados a ellas.

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También dice el P. Cuervo:

Tanto más cuanto que si él no aplicó el primer principio a Ia concepción de María, no fue porque Io rechazara, cosa que nunca hizo, ni tampoco porque juzgara que no se Ie podía aplicar, sino sencillamente porque eso no se podía hacer sin fundamento suficiente que Io justificara. Y en el tiempo en que él vivió este fundamento no existía, y ni el estado en que esta cuestión se encontraba entonces, ni el ambiente que Ie rodeaba Io podían aconsejar prudentemente.” (P. Cuervo, p. 47)

Aquí hay un matiz, porque no se trata de que Santo Tomás sostenía en su mente la Inmaculada Concepción, a no ser que se diga que lo hacía sin tener fundamento suficiente para ello, lo cual no es creíble en el caso de Santo Tomás.

Como ya dijimos, dado lo que Santo Tomás escribe, negar que haya afirmado la Inmaculada Concepción equivale a decir que la negó.

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CONCLUSIÓN

Nos parece mucho más probable la interpretación de los textos de Santo Tomás según la cual en ellos se afirma o implica, según el caso, que la Virgen estuvo efectivamente en algún momento del tiempo bajo el pecado original propiamente dicho, lo cual no puede afirmarse hoy en la Iglesia sin caer en herejía, luego de la definición de la Inmaculada Concepción de María.

En realidad, la negación de la Inmaculada Concepción era la tesis común de los grandes teólogos de la época de Santo Tomás, desde que San Bernardo se había pronunciado vehementemente en contra de esa fiesta litúrgica, que por otra parte tampoco se celebraba en la Iglesia de Roma.

Parecía un obstáculo insalvable para la misma la universalidad de la Redención obrada en Jesucristo, que se la veía como inseparable de la universalidad de la transmisión efectiva del pecado original como tal.

Le tomó seiscientos años más a la Iglesia definir el dogma de la Inmaculada Concepción, así que no parece del todo justo pedirle a Santo Tomás que se adelantara aisladamente seis siglos al juicio de la Iglesia contra la opinión del común de sus colegas y sin apoyo por ese entonces del Magisterio.

Es cierto que en la generación siguiente eso fue precisamente lo que hizo el Beato Duns Escoto, apoyado en el concepto de la “redención preventiva o preservativa” en atención a los méritos de la Pasión de Cristo, por el cual la Virgen también es redimida sin que por ello haya incurrido efectivamente en el pecado original, pero es que tampoco se lo hubiese podido criticar demasiado si no lo hubiese hecho.

Y con todo eso, no se puede negar que ha sido precisamente el tomismo, basado en los principios de Santo Tomás, el que ha proporcionado la teología más firme y segura acerca de la Inmaculada Concepción, con la distinción entre el débito de contraer el pecado original y el pecado original mismo. 

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¿Qué interés puede tener, entonces, esta aclaración sobre lo que probablemente sostuvo Santo Tomás? Pensamos que un interés de algún modo dogmático, en la medida en que pueda contribuir a destacar más claramente el dogma de la Inmaculada Concepción de María.

En efecto, entendemos que queda más claramente destacado el dogma de la Inmaculada Concepción si se acepta que un autor que dijo que la Virgen contrajo el pecado original e incurrió en la mancha de la culpa original negó esa doctrina, en vez de afirmarla.

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Terminamos haciendo nuestros los sentimientos de los Salmanticenses y del P. Cuervo O. P. tal como resultan de dos citas del artículo del mismo P. Cuervo.

En la primera, refiere lo que dicen los teólogos tomistas carmelitas conocidos como los “Salmanticenses”, cuyas palabras hemos traducido del latín:

Es muy digno de ser conocido por todos el testimonio de los insignes teólogos Salmanticenses, tomistas sinceros y leales como el que más.Considerando sinceramente estas cosas, sea las que escribió de joven acerca de las Sentencias, sea las que ya maduro en la Suma Teológica y otros lugares, a favor de la contracción del pecado original [por parte de la Virgen] son claras y coherentes entre sí, de tal modo que en conciencia no nos atrevemos a entenderlas del sólo débito. Leímos muchas veces los dichos textos, meditamos atentamente su secuencia, palabras y ápices, deseando y buscando el camino para poder afirmar sin perjuicio de la verdad que Santo Tomás no rechazó la piadosa sentencia [de la Inmaculada Concepción] pero de ningún modo pudimos encontrarlo (lo cual no decimos sin dolor del alma).” Cursus theol., VIII, disp. 15, dub. 5.” (P. Cuervo, p. 30)

La segunda cita es del mismo P. Cuervo, sólo que nosotros, apoyados también por el reconocimiento que hace el P. Cuervo de que la “materialidad” de la doctrina de Santo Tomás incluye a la Virgen en el pecado original, extendemos el sentido de estas palabras que siguen, incluyendo el que Santo Tomás no solamente no enseñó la doctrina que con el tiempo iba a ser definida por la Iglesia, sino que además muy probablemente la negó, como hemos dicho y como de hecho reconocen los Salmanticenses en el texto citado por el mismo P. Cuervo.

Dice la cita en cuestión:

Es persuasión nuestra firme, que Santo Tomás no enseña, ni afirma Ia concepción inmaculada de María; el Padre Henno, franciscano, inculpa a los dominicos de no ser solícitos en Ia defensa de su gran maestro en Ia cuestión de Ia Inmaculada, cosa que, según él, es muy fácil. Pero a nosotros nos parece del todo imposible, siempre que se trate de una enseñanza formal o explícita. Pocas veces se habrá dicho con mayor razón: amicus Plato, sed magis amica veritas. El tomismo verdadero consiste en Ia profesión de Ia verdad limpia y pura.” (P. Cuervo, p. 33)

36 comentarios

  
Franco
Ya se extrañaban tus posts kilométricos.
Leyendo las citas, da la impresión de que el propio Sto. Tomás no se daba cuenta de que su filosofía sí apoyaba la Inmaculada Concepción. Aparte de la posibilidad, tengo entendido que Duns Scoto probó también la conveniencia de tal privilegio.
Supongo que cabe aclarar que la postura del Aquinate en nada disminuye ni su genialidad ni su servicio a la Iglesia.

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Sí, un poco largo, a pesar de que uno trata de ir nada más que a lo esencial. Sin duda que con los principios de Santo Tomás se entiende mejor la Inmaculada Concepción, pero eso no alcanza para decir que la afirmó, o que no la negó, cuando los textos dicen lo que dicen, al menos en su interpretación más probable.

Fue Duns Escoto, en efecto, el que dio con la clave del asunto, que es la "Redención preventiva o preservativa", por la cual la Virgen es redimida del pecado original, no porque haya incurrido él y luego le sea borrado, sino precisamente porque la gracia impide que incurra en él.

Y obviamente, Santo Tomás sigue siendo el más grande entre los grandes, ante todo porque, como se dijo, de sus principios no se sigue la negación de la Inmaculada Concepción, sino más bien la mejor forma de comprenderla.

Saludos cordiales.
01/02/23 9:04 PM
  
Federico Ma.
Excelente, Néstor. Muchas gracias. Dios te lo pague.

"El tomismo verdadero consiste en la profesión de la verdad limpia y pura".

Y hace poco leía que Juan de santo Tomás decía que lo propio del tomista es "no torcer los textos de santo Tomás en favor de la propia opinión". Me parece que, ante este excelente post, que pienso que zanja la cuestión, los que pretendían hacer inmaculista al Angélico deberían, cual otros san Buenaventura, romper los escritos en los que eso pretendían concluir...

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Muchas gracias. De Santo Tomás siempre se aprende, incluso en los contados y rarísimos casos en que ha afirmado algo que ya no puede afirmarse hoy día.

Saludos cordiales.
01/02/23 10:07 PM
  
Vladimir
Santo Tomás, no afirma la Concepción Inmaculada de María, no simplemente por acomodación a lo que se pensaba en su tiempo, sino porque, en sí mismo, no encontró la forma de conciliar tal condición en María con el Dogma de la Redención Universal operada por Cristo.

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En efecto, ésa es la conclusión más natural a la que se llega en esta cuestión.

Saludos cordiales.
01/02/23 10:08 PM
  
Vladimir
“En los tiempos de Duns Scoto la mayoría de los teólogos oponía una objeción, que parecía insuperable, a la doctrina según la cual María santísima estuvo exenta del pecado original desde el primer instante de su concepción: de hecho la universalidad de la redención que realiza Cristo, a primera vista, podía parecer comprometida por una afirmación semejante, como si María no hubiera necesitado a Cristo y su redención. Por esto, los teólogos se oponían a esta tesis. Duns Scoto, para que se comprendiera esta preservación del pecado original, desarrolló un argumento que más tarde adoptará también el beato Papa Pío IX en 1854, cuando definió solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Y este argumento es el de la «redención preventiva», según el cual la Inmaculada Concepción representa la obra maestra de la redención realizada por Cristo, porque precisamente el poder de su amor y de su mediación obtuvo que la Madre fuera preservada del pecado original. Por tanto, María es totalmente redimida por Cristo, pero ya antes de la concepción”. (BENEDICTO XVI, Audiencia General, 7 de julio de 2010)

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Solamente notar que el dogma no impone creer que María fue redimida "antes de la concepción", sino que en el instante mismo de la concepción fue preservada de incurrir en el pecado original.

Antes de su concepción la Virgen simplemente no existía y por tanto, tampoco podía ser redimida.

Saludos cordiales.
01/02/23 10:18 PM
  
Federico Ma.
Entonces, en lo que hace a la posición de santo Tomás respecto de la inmaculada concepción de la Santísima Virgen, es decir, si la negó (como de hecho se demuestra en el post) o si no la negó (como algunos dicen), parece que es de facto indiferente su posición a favor de la animación retardada de la misma Santísima Virgen. Me refiero a que sea que se sostenga tal animación retardada (como de hecho la sostiene santo Tomás), sea que se la abandone (conservando todas las demás tesis de santo Tomás), parece que lo mismo se mantiene su postura respecto de la negación de la inmaculada concepción de la Santísima Virgen.

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Eso es lo que yo entiendo también. Hay dos temas ahí: uno, la animación retardada y la comprensión de la "concepción" que de ella se deriva, y otro, la doctrina de Santo Tomás sobre el primer instante de la animación de la Virgen.

Es cierto que por el primer concepto, el solo hecho de que Santo Tomás diga que la Virgen ha sido concebida en pecado original no implica, curiosamente, que esté negando la Inmaculada Concepción, como explico en el "post".

Pero el tema está en el segundo concepto, lo que pasa en el primer instante de la animación para Santo Tomás, donde él cree, al menos según el sentido más natural de los textos, que el alma de la Virgen ha debido estar al menos un instante bajo el pecado original.

Y efectivamente, esto último es independiente de si se hace coincidir o no el instante de la concepción con el de la animación.

Saludos cordiales.
02/02/23 12:29 AM
  
Federico Ma.
Tengo, por favor, una pregunta sobre lo siguiente, Néstor (sobre todo sobre lo que resalto en negrita): "Máxime teniendo en cuenta el sentido que se da usualmente al término “concepción” hoy día, que ya no depende de la teoría de la “animación retardada” y para los creyentes coincide con el instante de la animación".

Puede que sea irse un poco de tema, pero ¿es una cuestión definida que la animación humana se da en el momento de la concepción? ¿No hubo algunos tomistas que incluso luego de la definición de la inmaculada concepción de la Santísima Virgen siguieron sosteniendo la doctrina de la animación humana retardada como compatible con el dogma? Bueno, incluso hay alguno que sigue sosteniendo que actualmente es una cuestión todavía "abierta" (https://docplayer.es/78042435-Revista-electronica-mensual-del-instituto-santo-tomas-fundacion-balmesiana-e-aquinas-ano-4-febrero-2006-issn.html). En fin, parece que daría para otro post. Gracias.

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Que yo sepa no hay definición dogmática sobre el punto, pero sí, al menos, un consenso generalizado posterior a los descubrimientos de la genética.

Filosóficamente, la animación retardada tiene el problema de que los padres no estarían engendrando a un ser de su misma naturaleza, por ejemplo, el perro recién concebido no sería un perro, pues no tendría todavía el alma sensitiva, sino sólo la vegetativa. El alma sensitiva vendría después, pero ¿por qué causa? Ya no los padres, que sólo actúan en el instante de la concepción.

Tal vez la compatibilidad entre la animación retardada y el dogma de la Inmaculada Concepción pueda venir por el lado de que "concepción", para la bula "Ineffabilis Deus", significa precisamente el momento de la animación, y como dije, a esos efectos no importa si se hace coincidir o no el instante de la concepción biológica propiamente dicha con el de la animación.

Saludos cordiales.
02/02/23 12:58 AM
  
EDAC desde La Paz Bolivia
Sí. Que Dios se lo pague.

Ave María Purísima.

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Muchas gracias y saludos cordiales.
02/02/23 10:20 AM
  
Ecclesiam
En otros lugares he expuesto argumentos en defensa de santo Tomás de Aquino a los cuales no se les ha respondido ni replicado debidamente.

Siendo que es el punto más común de los ataques contra el Angélico Doctor esta cuestión, es claro que, con la ayuda de la gracia, los tomistas deben salir en defensa de Santo Tomás, conforme es la actitud de todo católico en general y de todo tomista en particular: salvar la proposición conforme a la verdad, en la medida de lo posible, como fue el modo de obrar de santo Tomás de Aquino.

De todos modos, yo estoy más pronto a creer que santo Tomás de Aquino, el más grande doctor de la Iglesia, el más santo de los sabios y el más sabio de los santos, no erró en esta cuestión, antes que creer que los dicen que sí erró no están errados. Si es una cuestión de interpretación, interpreto a favor de este pequeñito sabio y santo. Con perdón.

[...]

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Como dice el P. Cuervo, los tomistas deben salir en defensa de la verdad, y salvar las proposiciones conformes a la verdad, es justamente lo que hemos querido hacer aquí.

Por otra parte, en este tema no se trata de creer, sino de argumentar.

No olvidar que de algún modo entra en liza un dogma de fe como es la Inmaculada Concepción, y que los dogmas están por encima de toda la teología y de todos los teólogos.

Saludos cordiales.
02/02/23 12:25 PM
  
Vladimir
Don Néstor, en referencia al segmento que le transcribí, de lo pronunciado por el Papa Benedicto XVI, en una audiencia, sobre Duns Scoto, dice usted "el dogma no impone creer que María fue redimida "antes de la concepción", sino que en el instante mismo de la concepción fue preservada de incurrir en el pecado original. Antes de su concepción la Virgen simplemente no existía y por tanto, tampoco podía ser redimida".
Su argumento es irrebatible; sin embargo, no creo que alguien de la talla de Benedicto haya colocado ahí descuidadamente esa expresión: "María es totalmente redimida por Cristo, pero ya antes de la concepción”.
Sólo se me ocurre pensar que la tradujeron mal o que el Papa tenía algo en mente que no explicitó.

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Sí, la verdad es que yo también me sorprendí de ver esa frase ahí, y está en el sitio del Vaticano donde aparece esa audiencia. Habría que ver si hay versiones más originales a las que se pueda acceder.

Así como está escrita es inaceptable. Se podría pensar en una referencia a la predestinación de la Virgen, pero eso lo sostienen también todos los que dicen que María no fue redimida antes de su concepción.

Saludos cordiales.
02/02/23 2:47 PM
  
Vladimir
"María es redimida por Cristo, pero ya antes de la concepción" dice el Papa Benedicto.
Podríamos interpretarla de esta forma: María es redimida por Cristo, pero ya antes de la concepción DE EL.

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Pero ése no es el dogma de la Inmaculada Concepción, que es de lo que estaba hablando el Papa, porque eso mismo lo pueden decir todos los "maculistas": contrajo el pecado original y fue redimida de él antes de la concepción de Cristo.

Saludos cordiales.
02/02/23 2:58 PM
  
Mn. Jaime Mercant Simó
De lo primero que me alegro, después de haber leído este excelente escrito, es de la buena interpretación de la Bula de Pío IX, dejando claro qué se entiende aquí por "concepción". Para los que piensan de forma confusa que santo Tomás estaba "atado" a los rudimentarios conocimientos médicos de la época, estando de algún modo "obligado" a negar la Inmaculada Concepción por esta razón, conviene recordarles que la cuestión de la "animación retardada" no afecta en absoluto a este dogma mariano. En efecto, la Bula, cuando dice "in primo instanti suae conceptionis", se está refiriendo, no a la simple concepción corporal, sino a la "animación", es decir, a la concepción pasiva perfecta o consumada, que es cuando se empieza a ser persona.

En fin, trabajo magnífico, preciso, bien documentado y escrupuloso respecto de las normas de la lógica.
Enhorabuena y muchísimas gracias!!!

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Muchas gracias, y en efecto, ese punto es clave.

Saludos cordiales.
02/02/23 3:10 PM
  
Vladimir
Don Néstor, aunque talvez no viene al caso, me permito, A MODO DE CURIOSIDAD, comentar que, todo lo que Santo Tomás le concedía a la Virgen (exceptuando su inmaculada concepción) es lo mismo que, desde los últimos cuatro o cinco siglos, le atribuyen muchos autores, y hasta santos, a San José, el Esposo de María. O sea, dado que a José no se le puede atribuir una Concepción Inmaculada, los autores le conceden todo lo que está después de eso, que es lo que se muestra en la cita que aparece en su escrito, aplicada a la Virgen. (y que copio más abajo, para mayor entendimiento de lo que digo). La Iglesia nunca ha desautorizado tales proposiciones referentes a José, y más bien ha manifestado recientemente que, El es la creatura que más se acerca a María en cúmulo de gracias y dignidad.
“Contra esto, dice Santo Tomás en el mismo Comentario a las Sentencias, sólo que no en el Libro I, sino en el Libro III:
Super Sent., lib. 3 d. 3 q. 1 a. 2 qc. 1 ad 4:
“A lo que se objeta en cuarto lugar hay que decir que la santificación de la Virgen fue más excelente que la santificación de los otros, como se ve por lo que sigue. En la santificación que se hace por la ley común mediante los sacramentos, se quita la culpa, pero permanece el “fomes” que inclina al pecado mortal y venial; pero en los santificados en el útero no permanece el “fomes” en tanto que inclina al pecado mortal, sí permanece la inclinación del “fomes” al pecado venial, como es claro por Jeremías y Juan Bautista, que tuvieron pecados actuales no mortales, sino veniales. Pero en la Bienaventurada Virgen la inclinación del “fomes” fue totalmente quitada, tanto en cuanto al pecado venial como al mortal, y lo que es más, según se dice, la gracia de la santificación no solamente reprimió en ella los impulsos ilícitos, sino que también tuvo eficacia en otros, de modo que aun siendo hermosa en su cuerpo, no pudo ser codiciada por ninguno.”
Como se ve por estos dos textos, Santo Tomás no pone la superioridad o lo especial de la santificación de la Virgen respecto de la santificación de Jeremías o de Juan Bautista en el hecho de que éstos estuvieron bajo el pecado original antes de ser santificados y la Virgen no, sino en el hecho de que la santificación de la Virgen tuvo como efecto suprimir la tendencia al pecado mortal y al pecado venial, de modo que la Virgen no pecó de hecho nunca, ni mortal ni venialmente, mientras que en Jeremías y San Juan Bautista, la santificación en el útero los libró de la inclinación al pecado mortal y de la caída efectiva en el pecado mortal, no así de la inclinación al pecado venial y la caída efectiva en el pecado venial”.

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Suárez, Gerson y Alfonso María de Ligorio sostienen que José fue santificado antes de nacer, como lo fueron Jeremías y Juan Bautista. No conozco si hay doctrina del Magisterio de la Iglesia al respecto.

//sagradoscorazonesunidos.org/asuncion-de-san-jose/#:~:text=En%20el%20caso%20de%20Jos%C3%A9,santificaci%C3%B3n%20en%20el%20seno%20materno.

Saludos cordiales.
02/02/23 5:20 PM
  
Juan Argento
Relacionado con este tema, noto que S. Tomás da la base conceptual en ST I-II, Q. 81, Art. 5 para conectar el tema del débito de contraer el pecado original con la necesidad de la concepción virginal de N. S. J. C., al afirmar que el pecado original es transmitido patrilinealmente, afirmación con la cual 4 siglos más tarde estará en línea el canon 2 del "Decreto sobre el pecado original" del concilio de Trento, el cual menciona solamente a Adán y no a Eva.

De esta doctrina se desprende que era necesario que N. S. J. C. no descendiera patrilinealmente de Adán, o en otras palabras que fuese concebido virginalmente, para que no incurriese en el débito del pecado original y como consecuencia de ello necesitase autorredimirse preventivamente en atención a los méritos de su propia futura Pasión para evitar incurrir en el pecado original propiamente dicho.

Destaco que lo anterior NO está mencionado entre "las razones misteriosas por las que Dios [...] quiso que su Hijo naciera de una virgen" en el Catecismo (puntos 503 a 507).

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Es cierto que Santo Tomás da esa razón, pero en todo caso no se trata de una necesidad absoluta, como se sigue de lo que enseña el P. del Prado en la obra citada en el "post":

"En tercer lugar, por la gracia de Dios, absolutamente hablando, pueden también algunos que deriven de Adán ser preservados de la misma necesidad personal de incurrir en el pecado original y de todas las cosas que se incluyen en ese pecado.
a) II Sent. dist. 31. q. 1. a. 2. ad 5.: “Hay que decir que no puede ser que la concupiscencia habitual, que consiste en el desorden de las fuerzas del alma sea quitada del todo, si la naturaleza no es plenamente restaurada, y sobre eso no hay duda alguna de que Dios puede hacerlo, y si lo hiciere, sin duda que los engendrados nacerían sin pecado original.”
b) III. Sent. dist. 3. q. 1. a. 1. solución 1.: “La condición espiritual no pasa de los padres a la prole, si no pertenece a la naturaleza, como la gramática no pasa del padre al hijo, porque es una perfección personal. Por lo cual la santificación de los padres no pudo trasmitirse a la Bienaventurada Virgen, a no ser que fuese curado en ellos no solamente lo que es personal, sino también lo que es de la naturaleza como tal, lo cual ciertamente que Dios puede hacerlo, pero no convino."

(….)

Por tanto, también serían preservados de la misma necesidad personal de incurrir en el pecado todos los que fuesen santificados a) o en sus padres b) o en su carne antes de la animación c) o en el mismo instante de la infusión del alma, de modo que antes con anterioridad de orden o natural se entienda ser santificada el alma por la gracia que unirse ella al cuerpo.”

(p. 62)

Saludos cordiales.
02/02/23 5:56 PM
  
esron ben fares
Estimado Néstor:
No se preocupe por la extensión del post. Toma un poco de tiempo leerlo, pero es entretenido. Y como suelo hacer, aquí van mis preguntas:

1) En el texto dice: "atendiendo a la biología de la época de Santo Tomás".
Si en 1677 se descubrió el espermatozoide y el óvulo en 1827.
¿Qué entendían por concepción en la época del Aquinate?

2) Según la traducción de Clerus, en la Suma Teológica II-II Qu.26 a.9 dice: "el padre es principio de modo más excelente que la madre, por serlo como principio activo, y la madre lo es como principio pasivo y material. En consecuencia, y hablando en absoluto, debe ser más amado el padre. En la generación del hombre, la madre aporta la materia informe del cuerpo, y esa materia se va formando por la capacidad formativa del semen paterno."
¿A qué se refiere con principio activo y pasivo? (Desde mis conocimientos, la mujer me parece más activa, dado que aporta el óvulo y lleva el embarazo. Mientras que el hombre aporta el espermatozoide).
¿Es correcto que se debe amar más al padre biológico? ¿O se debe amar igual a ambos?

Como siempre, muchas gracias de antemano, por su paciencia y respuestas.

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Muchas gracias. En términos generales, en la época de Santo Tomás se sabía que la concepción es el resultado de la unión del semen paterno con la materia que aporta la madre. Lo del espermatozoide y el óvulo son especificaciones posteriores hechas posibles gracias al avance de la ciencia.

Había también la idea de que el semen era la virtud activa y la materia materna la pasiva. En general, "activo" es el que realiza una acción, "pasivo" el que es término de la acción de otro.

Esto no deja de estar de algún modo presente, me parece a mí, en la biología actual, por cuanto es el espermatozoide el que viaja, por así decir, hasta el óvulo, penetra su membrana y lo fecunda, y además, es el que determina el sexo del nuevo ser humano, pues todos los óvulos son X y los espermatozoides algunos son X y otros Y, de modo que determinan si el resultado ha de ser XX (mujer) o XY (varón).

En cuanto al amor que se debe a los padres, ahí Santo Tomás aclara que se coloca en un punto de vista específico, y que desde otros puntos de vista la cosa puede ser de otra manera.

En efecto, se plantea ahí mismo esta objeción:

"El hombre debe amar más a quien más le ama. Pues bien, la madre ama a su hijo más que el padre, según expone el Filósofo en IX Ethic.: Las madres son más amantes de los hijos, pues es más trabajosa la gestación de las madres y saben con más certeza quiénes son sus hijos que los padres. Debe, pues, ser más amada la madre que el padre."

Y responde:

"Lo que se afirma en esa objeción se refiere a otra clase de amor. Efectivamente, la amistad que tenemos con quien nos ama es específicamente distinta de la que tenemos con quien nos ha engendrado. Pero aquí tratamos de la amistad debida al padre y a la madre considerados como principio de nuestra generación."

Saludos cordiales.
02/02/23 10:28 PM
  
claudio
Estimado Néstor.
Una reflexión más que simple. Pobre Benedicto. Benedicto hablaba enseñando lo que denominaba el Plan de Dios, de siempre, de antes de formarnos en el seno de nuestra madre ya nos conocía.
"Lo que nos hace santos e inmaculados es la caridad. Dios nos ha llamado a la existencia, a la santidad. Y esta elección es anterior incluso a la creación del mundo. Desde siempre estamos en su plan, en su pensamiento. Con el profeta Jeremías podemos afirmar también nosotros que antes de formarnos en el seno de nuestra madre él ya nos conocía (cf. Jr 1, 5); y conociéndonos nos amó. La vocación a la santidad, es decir, a la comunión con Dios pertenece al plan eterno de este Dios, un plan que se extiende en la historia y comprende a todos los hombres y las mujeres del mundo, porque es una llamada universal".
Audiencia General 20 de junio de 2012.

Es posible que en ese marco María haya sido "pensada" para lo que iba a tener que hacer en la tierra a partir de su inmaculada concepción concreta en beneficio de todos los demás dentro del Plan de Dios, el hecho tan singular del voluntario "Si" de María cierra el círculo.

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Claro, pero nada de eso quiere decir que haya sido redimida antes de ser concebida. Además, en ese sentido serían "redimidos" todos los que se salvan, aunque hayan incurrido en el pecado original, mientras que la Inmaculada Concepción es un privilegio mariano.

Y además, en ese plano de la elección y predestinación, la Virgen no fue "pensada" por Dios para ser redimida antes de ser concebida, sino para ser redimida en el instante mismo de su concepción, como dice la Bula "Ineffabilis Deus".

Saludos cordiales.
03/02/23 4:07 PM
  
Urbel
Si entiendo bien el magnífico artículo, los comentarios y su respuesta a algunos de ellos, no es exacto decir que Santo Tomás no hubiera podido afirmar la Inmaculada Concepción aunque sólo fuera porque era deudor de la biología de su época.

En realidad tanto la biología de su época como la de hoy son ajenas a la cuestión. También la animación retardada o simultánea.

Ni siquiera comprendo que la cuestión de la animación retardada sea verdaderamente biológica, sino más bien filosófica. ¿Puede la biología excluir la animación retardada o afirmar la simultánea? No lo creo.

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Muchas gracias. Cierto, desde que se trata del alma, es una cuestión filosófica. Lo que pasa es que la biología de aquella época también tenía una base filosófica.

De todos modos, la biología da indicios importantes. En el hilemorfismo aristotélico y tomista, la materia del cuerpo humano es humana por el alma espiritual. Si la genética, entonces, nos dice que desde el comienzo están en el óvulo fecundado los cromosomas propios de la especie humana, es lógico pensar que está allí también el alma espiritual.

Un signo claro de que los argumentos a favor de la animación retardada no concluyen en forma necesaria es que Santo Tomás la elimina en el caso de Nuestro Señor Jesucristo, afirmando que el alma intelectiva del Señor se unió a la materia de su cuerpo en el mismo instante de la concepción.

Saludos cordiales.
03/02/23 5:42 PM
  
claudio
Estimado Néstor.
Yo no se como fue pensado el Plan de Dios, ni pretendo saberlo, pero que existe existe.
El Privilegio Mariano es ser la Madre de Dios theotkos y la Llena de Gracia kejaritomene, siempre llena de gracia.
Un enorme privilegio para privilegiarnos a nosotros los bautizados y a todos los hombres con la salvación.
Es de una aplicación concreta y práctica terminante que resiste todo análisis académico y teológico como el de Santo Tomás, de cuyas enseñanzas se advierte la tremenda importancia del tema que tu destacas precisamente.
Por qué era necesaria la Inmaculada Concepción para Cristo es lo que indica la trascendencia del hecho concreto ocurrido una vez en el tiempo.
Muy afectuosamente.

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Me refiero a que la Inmaculada Concepción es un privilegio mariano en el sentido de que nadie más que la Virgen, exceptuando a Jesucristo, fue concebido sin pecado original.

Por otra parte, el plan de Dios es Eterno, pero su realización es temporal. Por eso, desde la Eternidad figura en el Plan divino que seamos redimidos por Jesucristo, pero somos de hecho redimidos cuando Él muere en la Cruz por nuestros pecados, hablando de la Redención objetiva, y en nuestro Bautismo, hablando de la Redención subjetiva.

Igualmente, y hablando de la Redención subjetiva, desde la Eternidad figura en el plan divino que la Virgen sea redimida por su Hijo, pero eso se realiza de hecho en el instante mismo de la concepción de la Virgen, y no antes.

Saludos cordiales.
04/02/23 4:27 PM
  
Federico Ma.
En cuanto al comentario de Juan Argento, santo Tomás da en S. Th., III, q. 28, a. 1, c., como tercera razón de «conveniencia» («…conveniens est…», dice al principio, al enumerar las cuatro razones) de la concepción virginal de Jesucristo la siguiente: «Non poterat autem esse quod in natura iam corrupta ex concubitu caro nasceretur sine infectione originalis peccati». (También dice algo al respecto en S. Th., III, q. 15, a. 1, ad 2).

Ahora bien, según expone el p. Garrigou-Lagrange comentando la q. 15 de la III parte de la S. Th., Jesucristo es absolutamente impecable, y lo es por una triple razón: por la unión hipostática, por la visión beatífica y por la plenitud de gracia habitual inamisible. E incluso por la sola unión hipostática (prescindiendo de las otras dos razones) dice el p. Garrigou-Lagrange que su impecabilidad es absoluta (contra los escotistas).

A partir de ello parece que en el hipotético caso de que el Verbo (u otra Persona divina) asumiera una humanidad descendiente de Adán por vía de generación natural, a la cual le correspondería por ello, de suyo, contraer el pecado original, ipso facto (al ser asumida) tal humanidad sería absolutamente impecable (sin necesidad de recurrir a la concepción virginal de su madre, que no se daría en ese caso, ni a ningunos méritos, como no fue merecida la misma unión hipostática, aunque parece difícil no tener que recurrir también a la gracia habitual, dado que el pecado original consiste en el estado de su culpable privación). La concepción virginal de Jesucristo, que de hecho se dio, parece ser un motivo más, por así decir, que asegura por otro capítulo la no contracción del pecado original por parte de Jesucristo, en cuanto que, abstrayendo de la Encarnación, así y todo el hombre así concebido virginalmente no contraería el pecado original ni el débito del mismo. Pero supuesto que Jesucristo hubiera sido concebido naturalmente, mientras otro cualquier puro hombre, en ese caso, hubiera debido contraer el pecado original, parece que Él tampoco lo hubiera contraído a dicho pecado original merced a la gracia de unión. La pregunta es si en tal caso cabría o no hablar de algún «débito» del mismo pecado original, considerada la sola humanidad de Jesucristo, absolutamente imposible tal «débito», sin embargo, de pasar de facto a ser contraído, imposibilitándolo absolutamente la gracia de unión (además de la visión beatífica y la plenitud de gracia). Pues así como rectamente se dice que la humanidad de Cristo, sin la gracia de unión, «debería» ser persona humana, parece que de modo parecido podría decirse, en ese hipotético caso de su concepción natural, que su humanidad, sin la gracia de unión, «debería» haber contraído el pecado original.

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En efecto, parece claro que con la sola unión hipostática y lo que de ella se deriva alcanzaría para hacer imposible la trasmisión del pecado original. En cuanto al "débito hipotético" hay que aclarar que en todo caso no sería el mismo "débito" en que incurrió de hecho la Virgen. Éste se trata de la necesidad que tiene la persona de la Virgen, una vez que existe, de incurrir en el pecado original si ello no es impedido por la gracia de Dios, aquel, en la necesidad que tendría la naturaleza humana del Señor de incurrir en el pecado original en el caso de haber existido de otra manera, a saber, sin la unión hipostática.

Saludos cordiales.
04/02/23 4:54 PM
  
Franco
La insistencia de algunos autores en pretender que Sto. Tomás afirmó la Inmaculada Concepción pareciera deberse a la idea de que de otra forma se abriría la puerta a decir que el Aquinate iba contra la fe en algún punto. Claro que tal cosa no es posible ni tendría sentido, pero los argumentos usados se ven algo rebuscados, demasiado diría yo, teniendo en cuenta la precisión con que el santo escribió.

Ya que estamos, Néstor, recuerdo que hace tiempo me dijiste que Balmes no era totalmente tomista, pero nunca me di cuenta de preguntarte cuáles eran las diferencias, y si hay algo como para "estar alerta".

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Pienso que se puede decir que en este punto Santo Tomás fue contra la fe de la Iglesia materialmente, pero no formalmente. Porque la verdad de la Inmaculada Concepción de María no fue creada al ser definido ese dogma, sino que, precisamente porque pudo ser definida, forma parte de la Revelación divina que terminó con la muerte del último Apóstol.

Pero en tiempos de Santo Tomás esa verdad no sólo no estaba definida, sino que ni siquiera había consenso en la Iglesia acerca de ella, y para el católico, la verdad de fe, formalmente considerada, es aquella que Dios ha revelado y la Iglesia propone como revelada por Dios para ser creída.

Por lo que tiene que ver con Balmes, ante todo hay que aclarar que es un gigante, que coincide con Santo Tomás en muchos puntos de su doctrina. Pero también es cierto que en algunos puntos de su filosofía está influenciado, para mal, por la filosofía moderna.

Un ejemplo, nada más, tomado de su "Filosofía Fundamental", tomo II:

"La sensación, considerada en sí, es una mera afección interior; pero va casi siempre acompañada de un juicio mas ó menos explícito, mas ó menos notado por el mismo que siente y juzga.

Veo dos molduras á una distancia conveniente: no descubro entre ellas ninguna diferencia. Aquí hay dos cosas.

1ª. Esa afección interior, ó apellídese como se quiera, que llamamos ver. En cuanto á esto, no me cabe ni puede caberme duda. Podré estar despierto ó dormido, en sano juicio, ó demente; podrán ser las molduras semejantes ó desemejantes, y hasta existir ó no existir; pero en cualquiera de dichas suposiciones, dentro de
mí pasa esta representación que llamo ver las molduras."

Como se ve, un concepto totalmente subjetivista de la sensación. Para Santo Tomás, que sigue en esto a Aristóteles (y al sentido común) es imposible "ver" algo dormido, o mediante algún tipo de alucinación, o ver algo que no existe, o ver como semejante lo que no es semejante o inversamente.

Para todas esas cosas no tenemos el "ver", sino el soñar, el imaginar, el alucinar, etc.

"Ver", por el contrario, como toda percepción sensible, implica captar lo existente en cuanto existente. Puedo imaginar un perro delante mío sin que lo haya, no puedo verlo sin que lo haya.

Hay alguna otra cosa que debería buscar ahora para poderla exponer exactamente, luego veré de hacerlo Dios mediante.

Saludos cordiales.
05/02/23 10:50 PM
  
Néstor
Otro ejemplo acerca de Balmes:

“El entendimiento agente de los aristotélicos, admisible en buena filosofía en cuanto significa una actividad del alma aplicada a las representaciones sensibles, no lo parece tanto si se le supone productor de nuevas representaciones distintas del acto mismo intelectual. El entender es todo actividad; la receptividad del alma no tiene en ello más parte que el proporcionar los materiales: los conceptos elaborados en presencia de dichos materiales no parecen ser otra cosa que el ejercicio de esa misma actividad, sujeta de una parte a las condiciones entrañadas por la cosa entendida, y subordinada por otro lado a las condiciones generales de toda inteligencia.”

(Filosofía fundamental, libro IV, cap. 20)

Lo que hace aquí Balmes es negar la existencia de conceptos de las cosas producidos por el intelecto agente que sean distintos de la acción misma del intelecto agente. La base parece ser la adopción acrítica de la tesis kantiana del entendimiento como pura actividad, contrapuesto a la sensibilidad como pura pasividad.

En efecto, si el entendimiento es pura actividad, no se ve qué podría hacer con un concepto de la cosa que estaría como enfrente del entendimiento mismo puramente activo. No habría lugar a ninguna recepción del contenido de ese concepto por parte de la inteligencia, pues eso sería pasividad.

Y por eso precisamente distinguen Aristóteles y Santo Tomás entre un intelecto agente y un intelecto pasivo, el cual es informado por la “especie” abstraída de lo sensible por el intelecto agente.

De hecho, en el tomismo el el acto de conocimiento intelectual no es la actividad del intelecto agente sobre las representaciones sensibles, sino la actividad del intelecto que inicialmente es pasivo o "posible", luego de ser éste fecundado por la especie inteligible abstraída de lo sensible por el intelecto agente.

Claro, un intelecto pasivo va contra la tesis kantiana del intelecto como pura actividad, pero es que esta tesis kantiana está en la base del idealismo: si el intelecto es pura actividad, si no es pasivo en modo alguno, si no recibe por tanto nada, entonces al final no hay más remedio que admitir que todo lo que conoce lo produce, como hicieron los idealistas post-kantianos.

Por otra parte, eliminar los conceptos o “especies” y dejar solamente los actos del intelecto es volver inexplicable el conocimiento ¿qué es lo que distingue el acto de pensar en un caballo del acto de pensar en una hormiga, sino el término de ese acto intelectual, que es justamente la representación o especie intelectual del caballo en un caso, de la hormiga en el otro?

Esa tesis, finalmente, es heredera del nominalismo. Se entiende que Ockham o sus seguidores hayan negado la existencia de los conceptos, desde que les negaban toda contrapartida real.

Saludos cordiales.
07/02/23 3:19 AM
  
Franco
Se diría que la debilidad de Balmes era la epistemología. Al menos es sabido que su fuerte era la apologética.
A propósito de la "Filosofía fundamental", ¿no habrá algún manual similar, sencillo y bastante completo, que sea bien tomista?

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¡Noble "desideratum"! :) Se me ocurre pensar en un buen comentario a las 24 tesis tomistas. Está el de Hugon, que es bueno, aunque no profundiza mucho la parte filosófica. Grenet tiene otro que se llama "De la evolución a la existencia", que puede que sea más técnico. La "Introducción a la Filosofía" de Maritain también puede servir, aunque no toma como estructura las 24 tesis.

Ante todo hay que dominar bien la Metafísica tomista, y ahí me gustaría mucho que estuviese traducida al castellano la "Metaphysica Generalis" del P. Dezza, S.J., un jesuita bien tomista (tanto que Juan Pablo II lo nombró Interventor de la Compañía cuando ya tenía como 80 años!!).

"El sentido común" de Garrigou - Lagrange es muy bueno para la base filosófica.

En ningún caso vamos a encontrar un manual con el cual concordemos en el 100 % de sus afirmaciones, pero eso no quiere decir que no puedan ser muy útiles, por ejemplo, el mismo P. Dezza tiene traducida al castellano una "Introducción a la Filosofía" muy completa y muy tomista, en la cual sin embargo endorsa el "probabilismo" y ve con buenos ojos la formación de un gobierno mundial, cosa que en teoría podrá ser muy buena pero que hoy día tiene irisaciones apocalípticas, genocídicas y transhumanistas.

//pdfcoffee.com/paolo-dezza-pdf-free.html

Saludos cordiales.
07/02/23 3:02 PM
  
Néstor
Aclaremos que Dezza fue hecho Cardenal por San Juan Pablo II en 1991, y que había sido confesor de San Pablo VI y del beato Juan Pablo I, así como profesor de San Juan Pablo II.

//www.facebook.com/1675047766077508/photos/a.1675050336077251/2324030611179217/?type=3

Saludos cordiales.
07/02/23 5:22 PM
  
Franco
Gracias, Néstor. Es que estoy leyendo la ST, y aunque no es especialmente difícil me parece que me convendría tener algunas cosas más claras. El Curso de filosofía tomista es bueno, pero no es muy práctico para consultar.

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Pienso que ese manual de Dezza sirve para eso. También está la "Metafísica" de Alvira en EUNSA.

Saludos cordiales.
07/02/23 6:21 PM
  
Federico Ma.
Teniendo en cuenta lo que hace a la formalidad de la verdad de fe, parece que tampoco correspondía afirmar, de modo absoluto, tal privilegio mariano antes de la definición dogmática, sino más bien plantearlo sólo como posible (y, a lo sumo, conveniente) y suspender el juicio respecto de si de hecho se había dado o no. Por eso, decir que santo Tomás afirmó tal privilegio, además de, a la luz del post, no ser correcto, atribuiría al Angélico el sostener algo por lo menos imprudentemente (si bien verdadero).

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El problema ahí es que, en lo humano al menos, se llegó a la definición dogmática precisamente por la gran fuerza que el bando "inmaculista" fue adquiriendo con los siglos. Tengo la impresión de que la devoción popular terminó apareciendo como un signo del "sensus fidei" del pueblo de Dios.

Saludos cordiales.
08/02/23 3:51 PM
  
Juan Argento
Nestor, disculpa que señale un contrasentido al final de tu respuesta al comentario de Federico Ma.

"la necesidad que tendría la naturaleza humana del Señor de incurrir en el pecado original en el caso de haber existido de otra manera, a saber, sin la unión hipostática."

Para los calcedónicos (y de hecho también para los monofisitas), la única manera en que una naturaleza humana puede ser "del Señor", o sea de una Persona divina, es por la unión hipostática!

O una naturaleza humana existe por el Acto de Ser Subsistente y es "del Señor" en sentido calcedónico (enhypostasis), o existe por un acto de ser contingente y sólo podria ser "del Señor" en un sentido nestoriano. (Recordemos que hypostasis en el discurso filosofico griego no aludia al concepto de persona sino al de existencia real, lo mas cercano al acto de ser tomista. Un caballo tenia hypostasis pero un centauro no.) Relacionado con esto, para mí es clarísimo que la metafísica escotista de la Encarnación es mero nestorianismo con un truco lingüístico (persona humana es una naturaleza humana no asumida por el Verbo).

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Sí, está bien, lo que pasa es que "la naturaleza humana del Señor" puede querer decir "la naturaleza humana de Cristo considerada en tanto que está actualmente unida al Verbo" o "la naturaleza humana de Cristo considerada en la hipótesis en que no hubiese estado unida al Verbo".

Ésa es una hipótesis posible, porque esa naturaleza humana es del Verbo de Dios en virtud de un libre decreto divino y no por una conexión necesaria.

En esa hipótesis, esa naturaleza que de hecho es la del Señor, no sería, en ese sentido, del Señor, pero sería la misma naturaleza individual, porque no hay mezcla entre las naturalezas, tampoco.

Sería entonces "la naturaleza del Señor" en el sentido de "la naturaleza que ahora es la del Señor".

Saludos cordiales.

08/02/23 8:49 PM
  
Juan Argento
Disiento con el ultimo comentario de Federico Ma. No es necesario ni necesariamente prudente suspender el juicio sobre temas en que el Magisterio no se ha expedido. Si en un tiempo determinado el Magisterio (tanto el extraordinario papal o conciliar como el universal ordinario) no se ha pronunciado sobre una cuestión, es perfectamente legítimo que un fiel sostenga una posicion particular sobre esa cuestion, mientras tenga claro que lo hace como opinion y que quienes sostienen una posicion distinta tambien lo hacen legitimamente.

Por ejemplo, yo sostengo que el Verbo se habría encarnado también si los seres humanos no hubiesen pecado. Obviamente en ese caso no habria sido rechazado por los seres humanos ni habria padecido. La lógica de esta posición es que, así como la Pasión fue la mejor manera, pero no la única posible, de redimir a la seres humanos tras el pecado, la Encarnación, esto es la asunción por parte del Verbo de una naturaleza humana, es la mejor manera, pero no la única posible, de hacer a los seres humanos partícipes de su naturaleza divina (2 Pe 1,4). Esta noción está insinuada en textos de algunos Padres de la Iglesia, por ej. S. Atanasio, y en la liturgia ("O admirabile commercium!"), que contemplan la grandeza y bondad de la obra de la Encarnacion independientemente de que los seres humanos hayan pecado o no. Ver por ej. la alocucion de Benedicto XVI en la audiencia general del 4 de enero de 2012:

www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2012/documents/hf_ben-xvi_aud_20120104.pdf

Noto que mi posicion es consistente con la afirmacion del Credo niceno-constantinopolitano de que el Verbo se encarnó "por nuestra salvación", entendiendo salvación en su sentido positivo de hacernos partícipes de la naturaleza divina en vez de dejarnos en un estado de "natura pura", aún si no hubiesemos pecado.

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Me parece que la diferencia con lo que dice Federico es que la Inmaculada Concepción es una verdad de fe, mientras que esa forma de entender la Encarnación y su motivo es una tesis teológica. Sin duda que para emitir tesis teológicas no hace falta esperar al juicio de la Iglesia.

Por lo que toca a la tesis en sí misma considerada, el "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" del Credo no puede reducirse a la mera participación en la naturaleza divina. Si así fuese, la Encarnación del Verbo para salvarnos del pecado habría quedado fuera del Credo, lo cual es obviamente absurdo.

Saludos cordiales.
08/02/23 9:18 PM
  
Juan Argento
"Por lo que toca a la tesis en sí misma considerada, el "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" del Credo no puede reducirse a la mera participación en la naturaleza divina. Si así fuese, la Encarnación del Verbo para salvarnos del pecado habría quedado fuera del Credo, lo cual es obviamente absurdo."

Es que justamente la más grave consecuencia del pecado es la privación de la participación de la naturaleza divina (que tenemos por la gracia santificante y la caridad) y la consecuente perdida de la visión beatífica. Por lo tanto, la Encarnación del Verbo es en cualquier caso para hacernos partícipes de la naturaleza divina ("Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia." (Jn 10,10)). En el caso contrafáctico en que no hubieramos pecado, elevándonos del estado de natura pura. En el caso fáctico en que hemos pecado, elevándonos y curándonos del estado de natura caida, lo cual implica el perdón de los pecados, el cual nos obtuvo de la manera más perfecta satisfaciendo al Padre con su obediencia por nuestra desobediencia.

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Bien, pero entonces estamos en que de hecho el Verbo se encarnó para salvarnos de nuestros pecados y de la condenación eterna. Parece que hay que decir, entonces, que cuando Santo Tomás dice que si el hombre no hubiese pecado, el Verbo no se habría encarnado, está hablando de esta economía concreta, en la cual la liberación del pecado es el motivo de la Encarnación.

Saludos cordiales.

09/02/23 4:12 AM
  
Federico Ma.
Yo dije que «parece que no correspondía afirmar tal privilegio mariano de modo absoluto…». Pues, en efecto, en tiempos de santo Tomás, antes de la proclamación del dogma de la inmaculada concepción de la Santísima Virgen, no había al parecer elementos expresos que lo sustentaran (fuera de razones de conveniencia, que no sustentan por sí mismas una afirmación absoluta), tratándose de un misterio de fe sobre algo contingente (sin al parecer conexión necesaria con otros dogmas ya definidos) que pende del solo beneplácito divino. Como bien dice el mismo santo Tomás: «Ea enim quae ex sola Dei voluntate proveniunt, supra omne debitum creaturae, nobis innotescere non possunt nisi quatenus in sacra Scriptura traduntur, per quam divina voluntas innotescit» (S. Th., III, q. 1, a. 3, c.). Y esta frase la dice santo Tomás refiriéndose a la cuestión de «si el Verbo se habría encarnado si el hombre no hubiera pecado». Pues aquí vale lo mismo: parece que no hay, actualmente, elementos que nos permitan saberlo (ni, por tanto, afirmarlo) de modo absoluto… De modo que afirmarlo de modo absoluto no parece prudente. De allí que santo Tomás se incline a sostener que no se hubiera encarnado de no haber el hombre pecado. Dice, en efecto: «…convenientius dicitur…» (S. Th., III, q. 1, a. 3, c.); «Et nescimus quid ordinasset, si non praescivisset peccatum; nihilominus tamen auctoritates videntur expresse sonare quod non fuisset incarnatus, si non peccasset homo, in quam partem ego magis declino…» (Sup. 1 Tim, cap. 1, lect. 4). Pero se inclina a ello porque en este tema de la Encarnación del Verbo sí hay ciertos fundamentos expresos en la Sagrada Escritura (y en los Padres): «cum in sacra Scriptura ubique incarnationis ratio ex peccato primi hominis assignetur…» (S. Th., III, q. 1, a. 3, c.), cosa (el haber ciertos fundamentos expresos en la SE) que no parece aplicarse del mismo modo a la inmaculada concepción de la Santísima Virgen.
09/02/23 5:09 PM
  
Federico Ma.
Y sobre lo último, Néstor, que si bien no es directamente del post ha aparecido en un comentario, con tu permiso copio a continuación algo muy interesante y muy bueno del p. Garrigou-Lagrange (De Christo Salvatore, pp. 69-70 (la traducción es mía)). Me parece que todo tomista lo suscribiría.

Comparación entre santo Tomás y Escoto en cuanto a la libertad del decreto de la Encarnación

A primera vista es muy llamativo que santo Tomás, que es intelectualista, diga: «como la Encarnación sea un don libérrimo y absolutamente gratuito de Dios, su motivo no puede conocerse sino por la Revelación»; mientras que Escoto, que es voluntarista e inclinado a exaltar la libertad, quiera encontrar este motivo por argumentos o razones casi a priori, como hacen los intelectualistas inmoderados, como Leibniz y Malebranche, quienes dicen que la Encarnación es moralmente necesaria para que el mundo sea el óptimo entre todos los posibles.

La razón de esta oposición entre santo Tomás y Escoto parece radicar en que santo Tomás, por razón de su intelectualismo moderado, determinó exactamente la distinción entre el orden de la naturaleza y el orden de la gracia, por el objeto propio del intelecto creado, sea humano, sea angélico. Por ello santo Tomás reconoció plenamente la perfecta libertad de Dios para elevar la naturaleza del hombre (o la del ángel) al orden de la gracia y, a fortiori, a la unión hipostática. Así su intelectualismo moderado reconoce de modo óptimo los derechos de la libertad divina.

Por el contrario, Escoto, por razón de su voluntarismo, no distingue tan exactamente el orden de la naturaleza y el orden de la gracia; dice que en nuestra naturaleza hay un apetito innato y no sólo elícito de la visión beatífica, y agrega que si Dios lo hubiera querido, la visión beatífica sería para nosotros natural.

De donde Escoto se inclina a considerar el orden de la gracia como un complemento del orden de la naturaleza, y el orden hipostático como un complemento y una consumación casi normal del orden de la gracia. Así reconoce menos los derechos de la libertad divina en cuanto a esta doble elevación, y al fin habla casi como los intelectualistas absolutos, al modo de Leibniz, quienes consideran que la Encarnación es moralmente necesaria para que el mundo sea el óptimo entre todos los posibles.

De este modo los extremos se tocan: el intelectualismo absoluto reduce a un derecho ideal el hecho cumplido, el libertismo absoluto reduce a un hecho cumplido el mismo derecho. Así estos dos sistemas son inversos, pero en la práctica se tocan, porque ambos dicen que el hecho cumplido es lo mismo que el derecho ideal, y el suceso es lo mismo que la moralidad. Los primeros, sin embargo, insisten en el derecho; los segundos, en el hecho cumplido.

En cambio, el intelectualismo moderado está entre y por encima de estos dos extremos que mutuamente se oponen, porque salva simultáneamente el valor de los primeros principios de la razón y la verdadera libertad, que es negada por el intelectualismo absoluto.

Así en el tomismo la Encarnación aparece como el hecho supremo de todo el universo, pero como un hecho contingente, en el cual se manifiesta el libérrimo y gratuito amor de Dios respecto de nosotros por modo de misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito».

Así esta tesis de santo Tomás, comparada con sus otras tesis del intelectualismo moderado y de la libertad, tiene una profunda significación: en el orden de la gracia, en cuanto este orden es absolutamente gratuito, reina plenamente la libertad divina, su predilección libérrima, cuyo motivo no puede conocerse sino por la Revelación. Mas quitado este principio, no se pueden entender rectamente muchos puntos capitales del orden sobrenatural, como por ejemplo estas palabras de san Pablo: «Dios eligió lo débil del mundo para confundir lo fuerte, y lo que no es para anular lo que es» (1 Cor 1, 27-28).

Estas cuestiones son profundísimas y respecto de ellas se dividen entre sí los espíritus.

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Brillante el texto de Garrigou - Lagrange, muchas gracias.

Saludos cordiales.
09/02/23 7:52 PM
  
Franco
Por ahí encontré un par de obras más. Son "Filosofía fundamental" de Zeferino González, y "Lógica" de Ortí y Lara. Parecen bastante tomistas.

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Muy interesante, muchas gracias.

Saludos cordiales.
14/02/23 8:06 PM
  
Luis López
Profundo estudio para ser leído con los codos en la mesa, pero vibrando el corazón de la fe. Sin entrar en tales profundidades, pienso que la verdad católica (aun no reconocida como dogma) de la "corredención de María" puede iluminar el dogma que proclamó Pío IX en 1854

Si la redención del hombre exigía, como dice Hebreos, un sumo sacerdote "santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores" (Hb. 7,26), la misma exigencia debió tener aquella a quien el Señor asoció a su redención.

Todavía recuerdo con emoción esa frase que María dirige al Señor al pie de la cruz en la película "La pasión de Cristo" de Mel Gibson, frase que no encontramos en los evangelios, pero que sin duda debió estar en el corazón y la mente de nuestra madre:

"Carne de mi carne, corazón de mi corazón ¡déjame morir contigo!"

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Muchas gracias. A diferencia de Jesucristo, el carácter corredentor de María implica que es una redentora redimida, lo cual, si ciertamente no se entiende en un Redentor a secas, puede entenderse en el caso de una corredentora, subordinada al único Redentor que es Jesucristo.

Saludos cordiales.
16/02/23 1:04 PM
  
Franco
Naturalmente que primero leo la obra de Dezza. Está bastante interesante, y bastante más corta.
A propósito, encontré otra obra de Zeferino González llamada "Estudios filosóficos de Santo Tomás". Es como una exposición de la filosofía tomista en sus puntos más 'controversiales' con cierto enfoque apologético.

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Sí, ambos son muy buenos tomistas. Como dije, me gustaría que la Metafísica de Dezza estuviese traducida al castellano, porque de las que he visto hasta ahora es la que mejor conjuga la brevedad, la claridad y la profundidad y el rigor tomistas.

Saludos cordiales.
16/02/23 4:07 PM
  
Franco
Otra consulta (ya que estamos de nuevo). Dezza menciona que el escepticismo entra en contradicción al tener que aceptar ciertas cosas sin dudar, como la propia existencia, los conceptos de duda, certeza, y todo eso. Algunos capítulos después, menciona la crítica que Aristóteles hacía a Parménides acerca de su negación del movimiento y de la multiplicidad de los entes, recordando que todo conocimiento proviene, en última instancia, de los sentidos; y que tanto el movimiento como la variedad de entes son datos de la experiencia en los que el filósofo puede basar sus razonamientos, pero de ninguna manera alterar por el razonamiento. A mí me parece que esta crítica aplica muy bien al escepticismo. En efecto, un escéptico, para poder formular sus argumentos, necesita de usar conceptos (y sus representaciones verbales y/o escritas) que debió conocer, en última instancia, de los sentidos, los que, según el propio escéptico, no son confiables para darnos a conocer la realidad.
Creo que en un post de hace tiempo mencionaste que, si los sentidos no fueran confiables, no podríamos tener ninguna noción de "error".

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Sin duda que la desconfianza ante el valor objetivo de las sensaciones es el punto de partida de todo escepticismo, que en general implica el desconocimiento del valor de la evidencia inmediata. Otro argumento distinto es el de la contradicción interna de todo escepticismo, y que consiste en lo que antes dijiste, que no se puede dudar de todo, porque al menos no habrá que dudar de los motivos para la duda, y de que se está dudando, y de que se existe. Y antes de todo eso, del principio de no contradicción, sin el cual no se puede hablar con sentido, porque es lo único que garantiza que "sí" no signifique "no" y que "perro" no signifique "gato" o "ladrillo".

Como dijo un profesor que tuve, puede ser que haya escépticos coherentes, pero no lo podemos saber, porque no hablan. Desde que dicen algo, dejan de ser escépticos coherentes. No se puede decir realmente algo sin afirmar o negar nada, si digo solamente "caballo" no estoy diciendo en realidad nada, al menos nada completo. Y afirmar algo es afirmarlo como verdadero, aunque sólo se afirme que se duda, en ese caso, es verdad que se duda, y de eso no se duda.

Saludos cordiales.
22/02/23 7:50 PM
  
Franco
Exactamente. El escepticismo no puede escapar a la precedencia de la experiencia respecto del pensamiento, ni al hecho de que el ser humano no "funciona" (ni puede) como escéptico.
PD: Ortí y Lara también tiene un par de obras llamadas "Psicología" y "Ética" que, junto con la de "Lógica" que mencioné antes, forman una especie de mini-curso de tomismo.
23/02/23 4:53 PM
  
Federico Ma.
De Balmes, agrego que, contra santo Tomás y el tomismo, y en la línea de Suárez, se declara contrario a la distinción real entre esencia y acto de ser. Véase "Filosofía fundamental", lib. V, cap. XII: https://biblioteca.org.ar/libros20/201517.pdf.
07/11/23 8:46 PM
  
Federico Ma.
Balmes también parece confundir la unidad trascendental con la unidad que es principio del número (Filosofía Fundamental, lib. VI, cap. II, n. 14 [se encuentra en el mismo enlace que di en el comentario anterior, en la p. 132, mientras que lo anterior, sobre el acto de ser y la esencia, está en las pp. 122-124]), nuevamente aquí contra santo Tomás (S. Th., I, q. 11, a. 1, ad 1).
10/11/23 10:38 PM

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