"Bajada de pantalones", con perdón. (por lo civil y lo eclesiástico).
He especificado “por lo civil y lo eclesiástico", porque son dos mundos distintos esencialmente; aunque, tal como están discurriendo las cosas, lo eclesiástico es cada vez más un remedo de lo civil. Fatalmente, y por desgracia. Porque, como sucede también a nivel personal, cuanto menos se mira a Cristo y menos se cuenta con Él, más se mundaniza -y se animaliza, por tanto-, uno; sea persona o Institución, divina o humana.
Como así están las cosas, me voy a centrar en “lo eclesiástico", que es mi mundo más directo: ¡que soy sacerdote! Y ahí vamos. Y de rebote, ya caerá algo para el mundillo de lo civil.
El insigne secretario de la CEE y gran portavoz de la misma, mons. Luis Argüello, no solo ha dicho que los señores obispos asumen corporativamente la nota de sus coleguis catalanes, sino que le añaden “matices": sumando siempre, que es lo suyo. En qué dirección lo hacen, esa es otra historia; de la que también hablaremos, como es lógico, si nos da tiempo.
Lo primero que señala es que ambos, “los catalanes” y “los conferenciantes” -o sea, “los restos de la propia Conferencia"-, están en el mismo carro; aunque alguno -gracias a Dios-, ya se ha bajado y se ha soltado de la manita inicua del resto; y ha largado lo que tenía que largar, como era su obligación. Como ejemplos, mons. Sanz y mons. Cerro, dos grandes figuras del episcopado español. Hay más.