InfoCatólica / Non mea voluntas / Categoría: Sin categorías

28.11.17

Ni una sola palabra. ¿Incomprensible o escándalo?

Ni una sola palabra. Al menos que haya salido publicada. Me refiero al tema -que no es menor, en absoluto, sino que es sólo “la parte visible” del iceberg: pero el iceberg es ya de dimensiones más que mayúsculas y, por tanto, es un peligro real por presente- del “abuso de confianza” y “abuso de posición” que han ejercido unos cuantos COLEGIOS RELIGIOSOS en Barcelona -muy significados en la ciudad, y muy significativos por ellos mismos- y en Cataluña, sacando a los críos a la calle a favor del independentismo; y usándolos como escudos o como “líneas rojas” para su personal seguridad -la de los mayores, no la de los críos que tenían en custodia- que, por supuesto, los polis no iban a traspasar.

Y, ni sus superiores directos -los propios superiores de los religiosos-, ni los superiores eclesiásticos diocesanos bajo cuyo gobierno y juridisción están instalados -la Jerarquía Católica correspondiente-, han dicho esta boca es mía. Mudos de afición o de profesión o de desidia. O quizá es que están metidos tan de lleno en las vicisitudes políticas que no tienen tiempo -ni afición, quizás- para lo suyo, en lo que nadie les puede sustituir.

Es cierto que había padres que estaban en el ajo: estaban de acuerdo con ese “uso perverso” de sus hijos; porque las ideologías es lo que tienen, que arrasan con lo que sea: no se detienen ni ante sus propios hijos. Se hace lo que haga falta, que para eso están las ideologías, y hasta ahí llegan los que se dejan comer el tarro por ellas, sean las que sean. En este caso: “todo por la indepe".

Pero no es este el tema. ¡También hay padres que están a favor de que sus niños sean travestis cuanto antes y no por eso un colegio tiene obligación de “bailarles el agua"! Claro que, si son colegios llevados por religiosos, y si están sitos en Cataluña o en Barcelona, lo veremos muy pronto: los primeros, oigan. Al tiempo. Y a no tardar.

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26.11.17

Ni "Él" ni "Señor".

Es lo último desde el lado “luterano” sueco: proponen que sus “clérigos", es decir, sus funcionarios del Estado, que es lo que son -la iglesia luterana es absolutamente estatal o el Estado es absolutamente confesional, como gusten ustedes; y lo mismo pasa con “los anglicanos” en el Reino Unido: “Dios salve a la Reina", que es su cabeza en la tierra-, ya no usen el “género masculino” para referirse a Dios: ni “Él” ni “Señor", no vaya a ser que se les encoraginen las señoras. Señoras que llevan 500 años sin una sola queja, por cierto: y tiempo han tenido más que de sobra para quejarse, la verdad.

Bueno pues eso: “dios” pasa a ser un término que ni se sabe. [Lo pongo con minúscula con toda intención: por respeto a mi Padre Dios, que conste]. Algo así como un “hermafrodita", que reúne los dos sexos: vamos “un caracol", para entendernos; y así no se enfada nadie, según les parece a este personal. Y para referirse a “jesús” -lo pongo también con minúscula por lo mismo- van a usar “Hermano y Hermana", o así. Como lo oyen.

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19.11.17

Lo que pudo haber sido..., y no fue.

Una luz que venía del cielo lo envolvió con su esplendor. Y lo echó por tierra (Hch 9, 3-4). Me encanta esta total transformación que obra el Señor en san Pablo, y que éste hace totalmente suya convirtiéndose, sin el más mínimo resquicio o desfallecimiento, en un auténtico puntal para construir “la” Iglesia de Cristo. En san Pablo, lo que pudo haber sido, fue. Que conste que ese lo echó por tierra no fue sólo un tirarlo al suelo materialmente: lo que verdaderamente tiró por los suelos fue su alocada pretensión de acabar con la Iglesia naciente, que estaba dando sus primeros pasos en este mundo traidor. Y que sigue igual de traidor, por cierto, o bastante más.

Viene al caso para ilustrar, a sensu contrario, lo que pudo haber sido, y no fue. Me refiero a la ponencia de mons. José Rodríguez Carballo -franciscano él, obispo secretario de la Congregación correspondiente en el Vaticano-, en el último día de la XXIV Asamblea General de los Religiosos Españoles, CONFER 2017, hace unos pocos días.

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13.11.17

Léxico eclesial: ni inocente ni casual.

Todas las IDEOLOGÍAS han sido -y son: es lo suyo- maestras en el arte del lenguaje. Para corromperlo, por supuesto. Es la premisa mayor con la que primero se manejan: sólo corrompiendo el lenguaje se puede imponer luego -y a la vez- la ideología correspondiente, que es, por definición, sustitutiva de la verdad. Y siempre para dominar a los demás, que es lo que toda “buena” ideología pretende.

¿Por qué?

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5.11.17

"Uno sólo es vuestro maestro, el Mesías" (Mt 23, 12)

Es el Evangelio de ayer, XXXIº domingo del TO, del que copio una par de frases: Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno sólo es vuestro maestro, el Mesías.

Lo recojo porque me parece que la actual situación de confusión y polémica que se ha generado -y se genera- de unos años a esta parte, es una situación inédita en toda la historia de la Iglesia: es lo nunca visto ni oído. Y la explicación no puede ser sólo que estamos en la era digital. Es una polémica generada en su interior, y está partiendo en dos a la Iglesia Católica: porque la está polarizando y, en consecuencia, está enfrentando y fracturando las dos partes. ¿De intento? Da toda la impresión, porque no hay otra explicación posible: sería y se haría ininteligible.

Las posturas, que se hacen públicas ya no sólo sin ningún pudor sino también con “ganas", podrían concentrarse en estas dos. Una, la que “está a muerte” con el Santo Padre, diga lo que diga, y haga lo que haga; da lo mismo: ” él es la Cabeza de la Iglesia, y puede hacer y deshacer; además, nosotros no somos nadie para juzgarle". Por supuesto, es lo que dice “literalmente” la Doctrina Católica y es la postura “ortodoxa", por decirlo de alguna manera, respecto a lo primero: “es la Cabeza de la Iglesia", y no tengo inconveniente en recojerlo, aunque luego volveré sobre el tema. Respecto a las otras connotaciones o añadidos, ahí hay mucho que matizar. Y lo haré.

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