La Iglesia en España está rota, fracturada y fracasada.
Lo que estamos viendo -y sufriendo- los españoles por lo que nos viene de la Jerarquía de la Iglesia Católica en España -de la mayor parte de sus miembros; no de todos, es justo decirlo- y, desde ahí para abajo, por parte de una no pequeña -aunque no mayoritaria, como sí pasa con los obispos y con algunos representantes de órdenes religiosas- es lamentable. Y de muy difícil recomposición, hablando a lo humano y con los datos que hay a la vista.
No entro “ex profeso” -que podría-, a que “el Señor puede hacer de las piedras hijos de Abraham"; pero eso es lo que puede hacer Él, si quiere, aunque normalmente en “Su” hacer quiere contar con los hombres; y ahí es donde entro a lo que deberían hacer los obispos y demás. Y a lo que debería hacer yo también, por supuesto.
Lo que ya es tan evidente como patético es la desbandada general -como si hubiesen tocado “a rebato": verdadera fuga-, que la inmensa mayoría de españoles, desde su más tierna infancia, ejerce al respecto. La descristianización en este País es brutal. Y en menos de 35 años, por poner una cifra.