10.07.19

Ideología de género, ciencia y sensatez

Quienes hablamos contra la antropología que se quiere imponer por la educación y las leyes solemos ser acusados de exagerados, de “fundamentalistas”, de estar peleando con “molinos de viento” que en realidad no existen, de no estar “entendiendo nada"… Algunos dicen “la ideología de género no existe”, hay sólo “estudios de género” y que estos son un avance innegable en la comprensión del complejo fenómeno humano.

Ciertamente los “estudios de género” y una atención mayor a la dimensión psicológica y cultural de la identidad sexual de la persona son un elemento valioso. Pero ciertamente la extrapolación de esos aspectos, la negación de la evidencia científica en el campo de la biología y la pretensión de imponer esa visión a todos hacen que los “estudios de género” tomen la forma de una “ideología”.

Si alguien quiere saber qué es la ideología de género (1) y contra qué antropología estamos batallando, la tiene sintetizada en este gráfico que comparto. El mismo es un folleto que expone lo que hoy se entiende por “diversidad sexual”, utilizado en Argentina para difundir y explicar los diferentes conceptos vinculados a la temática.

No voy a hacer un análisis exhaustivo de cada afirmación. Señalaré algunos errores groseros y falsedades tan notables que no se pueden minimizar, manteniéndome siempre en el ámbito de la biología, aunque es claro que se podría aportar mucho más desde la filosofía y la teología.

Los errores que quiero señalar están en la base de la IG, y tienen que ver con una descripción y comprensión reduccionista del sexo y del papel de la biología, y con la separación total de la dimensión corpórea y la identidad personal.

1. El gráfico que muestra a la persona, al referirse la palabra “SEXO“, señala sus genitales. En la explicación que aparece a la derecha se explica que el sexo “se asigna al nacer según la presencia de genitales externos y se ordena de manera binaria en el sistema médico-legal de modo que un ser humano suele ser identificado como femenino (mujer) o masculino (hombre)".

La definición es muy curiosa, ya que hoy cualquiera de nosotros sabe que el sexo genital es (cronológicamente hablando) la quinta manifestación del sexo en el ser humano. Nadie duda hoy de que cada uno de nosotros tiene un sexo desde el primer instante de la fecundación, y lo determina el espermatozoide que se une al óvulo, formando el cigoto, que ya es sexuado.

Ese sexo cromosómico está determinado por el patrón XX o XY presente en el núcleo de todas las células del organismo.

De acuerdo al sexo cromosómico (y el sexo genético derivado de él) se formarán en el embrión testículos (en el caso de los XY) u ovarios (en el caso de las XX). A esta diferenciación se la conoce como sexo gonadal.

La embriología moderna ha demostrado fehacientemente que estas gónadas ya comienzan a actuar en la vida intrauterina produciendo hormonas y que, por ejemplo, en el caso de los XY, los testículos producen testosterona desde la semana 8 y aún antes. A esta dimensión se la llama sexo hormonal.

En ambos sexos, a partir del sexo cromosómico, genético, gonadal, hormonal se desarrolla el sexo genital, lo que implica el desarrollo de órganos internos y externos.

Definir el sexo como algo “asignado al nacer” es un retroceso de varios decenios y hasta siglos en el conocimiento científico. Pero claro, totalmente coherente con el principio de la IG según el cual “nada es natural, todo es cultural".

Definir “sexo” de esta manera es legitimar el uso de la expresión “cambio de sexo” desde el punto de vista legal o por intervenciones quirúrgicas que modifiquen apariencia. De acuerdo a lo que exponemos, es totalmente evidente que el cambio de sexo es imposible.


2. Otro gravísimo error del folleto es -al hablar del sexo- afirmar que existen tres clases de personas: hombres, mujeres e intersexuales. Cuando describe a las “intersexuales” señala que “hay personas cuyo cuerpo no es fácilmente catalogable de acuerdo a esta división binaria. A estas personas se les llama intersexuales. De cada 20 000 recién nacidos, aproximadamente 1 es intersexual”.
Incluir la clasificación “intersexuales” junto a varones y mujeres es una falacia muy evidente, y esto por dos motivos.

a) En primer lugar, porque la “intersexualidad” descrita aquí se refiere únicamente a la ambigüedad genital, dejando de lado todas las demás dimensiones del sexo ya mencionadas. Debe quedarnos claro: un “intersexual” en cuanto a sus genitales externos suele tener un sexo genético absolutamente definido (2). Cada una de sus células lleva el sello de su sexo, el cual es una condición originaria, irrevocable e ineludible.

b) En segundo lugar, porque la “intersexualidad” no es un tercer sexo. La intersexualidad surge de una diferenciación sexual inadecuada. Es una patología, como lo es la espina bífida, la polidactilia o una cardiopatía congénita.

En este caso parece ser evidente la intención de confundir los ámbitos de la salud con la no-salud, desdibujando los límites, con la finalidad de generar confusión y “romper” el “rígido esquema binario y heteronormado” (la frase la invento yo, no aparece en el folleto, pero le he leído casi textual en otros lugares) contra el cual se dirige con todas sus fuerzas la IG. Pero por más que el esquema “binario” a muchos les parezca rígido, es imposible hacerlo desaparecer, y forma parte esencial de la vida humana, en su radical inserción al mundo natural.

3. Por último –al menos por ahora- es sumamente interesante algo señalado en el recuadro inferior, porque constituye el núcleo conceptual de la IG: “La orientación sexual, la identidad de género, el sexo y la expresión de género constituyen aspectos importantes de la vida de las personas y, si bien están interrelacionados, son dimensiones independientes entre sí”.

Es este el meollo de la cuestión, y aquí radica –entonces- una de las tareas más importantes para recuperar el equilibrio. Hay aquí un equívoco –o una mentira- fatal, porque esos “aspectos importantes de la vida de las personas” no son independientes entre sí.

Los adelantos en las neurociencias, por ejemplo, confirman que en el momento del nacimiento el cerebro humano no es unisex, anatómica ni funcionalmente.
La llegada de las hormonas a las neuronas (como se señaló más arriba) induce la feminización o masculinización del cerebro, lo que se traducirá en rasgos diversos que pueden llegar a detectarse hasta en niños de 1 día.
Los estudios de Baron-Cohen, Lippa y Lytton y Rommey, por ejemplo, han demostrado -con datos empíricos- diferencias conductuales entre el sexo femenino y masculino en ambientes completamente diversos, costumbres y estratificaciones.

Además de su acción en la configuración del “cableado” del cerebro –con las consecuencias emocionales, cognitivas, sociales, que eso conlleva-, la acción de las hormonas a lo largo de toda la existencia ejercerá una influencia innegable, de modo especial en la pubertad y adolescencia.

Decir simplemente que “están interrelacionados pero son independientes entre sí” es minimizar la influencia, y es establecer un dualismo antropológico que muchas veces llega a constituirse en contraposición entre biología y psicología.


Soy consciente de que algunas personas experimentan muchas dificultades para vivir armónicamente estas diferentes dimensiones. Para algunos, la incomodidad con su propio cuerpo y la dificultad para percibirse a sí mismo en sintonía con su dimensión física representa un gran sufrimiento. Sé perfectamente que en algunas personas la orientación sexual no se despliega en consonancia con la dimensión heterosexual complementaria evidente en el cuerpo.

Todos sabemos que es necesario un proceso para configurar y desplegar tanto la identidad sexual como la orientación, y que en ese camino puede haber tropiezos, avances y retrocesos.

Pero difundir entre los jóvenes la idea de que estas “son dimensiones independientes entre sí”, y que “existen tantas combinaciones entre éstas como personas hay en el mundo, las mismas que pueden ir variando a lo largo de la vida” es GENERAR CONFUSIÓN, SEMBRAR INSEGURIDAD, igualar armonía con disarmonía, favorecer la fragmentación de la persona, y ocultar el lado más dramático de la cuestión: las personas en las cuales estos aspectos están armonizados presentan muchos menores problemas de salud mental y física que aquellas que por condición o por opción de vida están desarticulados.

Concluyendo este primer intento de análisis, quiero dejar en claro nuevamente que tengo el máximo respeto y aprecio hacia toda persona, y de ninguna manera quiero con estas líneas atacar a quienes por diversas razones tengan dificultades en el ámbito de su identidad sexual, sino todo lo contrario.

Pero a esta altura es bastante evidente que cuando la ideología desea imponerse, no vacila ni siquiera en negar los datos científicos o tergiversarlos.

Lo realmente valiosos para nuestros niños y jóvenes no es presentarles la persona como una especie de proyecto que pueden construir libremente según sus deseos: es invitarlos a aceptar lo que ya son, aceptar su identidad –que no es sólo la autopercepción, sino que incluye el cuerpo- y desplegarse armoniosamente de acuerdo al orden inscrito en la propia naturaleza.

Ecología humana, podríamos llamarlo, que nos invita al respeto de las leyes del Creador.

(1) Para el análisis y la crítica que propongo me inspiro fundamentalmente en una conferencia dictada por la Dra. Zelmira Bottini de Rey en Paraná el 23 de Mayo de 2019, y en uno de sus artículos referidos a la Educación sexual integral.

(2) Está claro que también existen otras formas de intersexualidad sin ambigüedad en genitales externos como es el caso que haya cormosomas de menos (sindr. De Turner. XO) o de más Klineffelter (XXY). Pero la explicación del folleto no parece referirse a estos casos. No obstante, también son patológicas.

20.06.19

Izar la bandera, rescatar la patria

Bandera

Los rituales cotidianos suelen esconder sabiduría, valores, intuiciones.

Uno de ellos es izar la bandera.

Se repite cada mañana o cada tarde al iniciar la jornada escolar en cada rincón de la Patria, desde Ushuaia hasta La Quiaca.

El paño celeste y blanco, sostenido al principio por las manos infantiles o juveniles de los herederos de nuestra identidad, comienza a elevarse lentamente. Se traba en ocasiones, se enreda y se libera, y -si ese día hay viento suficiente- comienza a agitarse, a ondear, a flamear, lentamente o con frenético ímpetu, casi con pasión.

Algunas veces -como esta mañana, en uno de los días más cortos del año- la bandera que izamos sólo se ilumina por completo y luce su colorido al llegar a la cima del mástil. Sólo en las alturas el sol apenas asomando en el horizonte la alcanza con sus rayos, y se tiñe entonces de un naranja que le da un mágico esplendor.

Y, ¿qué sabiduría, qué valor, qué intuiciones puede esconder y revelar al mismo tiempo este gesto?

Amigo: La Bandera simboliza la Patria misma. Venerarla es reconocer agradecidos el cúmulo inmenso de regalos recibidos de Ella y en Ella.

Pero izar la bandera, levantarla bien en alto, hacerla subir hasta la cima es algo más: es gesto que simboliza lo que cada argentino debe hacer con la Nación, y sobre todo con su propia vida y con el misterioso don de su propia libertad.

Leer más... »

19.06.19

La pucha con el hombre: antropología en seis octavos

Comparto con ustedes un breve texto que elaboré para la materia “Psicología y Familia", de la Licenciatura en Ciencias para la Familia. Debíamos hacer una síntesis sobre las notas de la persona humana sobre un texto de Ricardo Yepes Stork, y elegí vincularlo con este sublime poema que ennoblece el cancionero folklórico argentino.


Los artistas y pensadores de cada siglo han compuesto, pintado y escrito miles de obras para referirse al hombre. Muchas son de profundidad y belleza sublime, y, sin embargo, ninguna de ellas han logrado ni podrán lograr nunca abarcar a la persona en su totalidad.

No sólo porque cada “alguien” existente es una todo multidimensional, sino –principalmente- porque la persona es un misterio. Lo que vemos e intuimos de cada uno es sólo como la “punta del iceberg” de ese absoluto limitado que es cada miembro de nuestra especie. Hay siempre una plus ultra inalcanzable, no sólo en el concepto del ser humano en general, sino en cada individuo singular.

Consciente de eso, quiero intentar desentrañar la categoría de persona –magistralmente descrita por Ricardo Yepes Stork- valiéndome de una obra cumbre del folklore argentino. Una poesía que al ritmo de chacarera manifiesta intuiciones que pueden dirigirnos con precisión a alguna de las notas clave de la antropología, al misterio del hombre, que es la sal de la vida.

Su mismo título, “La pucha con el hombre”, expresa el asombro que todo pensador experimenta ante la complejidad del humano, que parece ser un eco de aquél “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?” del salmista.

Leer más... »

16.05.19

6.05.19

Resonancias de Jn 21

Amigo mío, que en las noches oscuras del tiempo echas una y otra vez las redes al agua, muchas veces sin resultados…

Amigo mío, que a menudo estás cansado de intentar, que sientes por momentos que la barca se hunde, y que la orilla está lejos…

Amigo querido, a quien el frío, la oscuridad, el miedo, la fatiga, amenazan con abatir y dejar sin esperanza…

Dejame que te diga una cosa, una sola cosa:

EN LA ORILLA NOS ESPERA JESÚS

En la orilla de la Eternidad nos aguarda su amor, su mirada, su presencia que serena y reconforta el alma para siempre.

Nos espera en la orilla en la seguridad de su misericordia, las arenas puras de su fidelidad inquebrantable.

Nos espera en la orilla donde el amor de su Sagrado Corazón será el fuego que ilumine y que devuelva -para siempre- el calor a tu cuerpo y tu alma entumecidos.

Nos espera en la orilla observándonos con mirada cómplice, con mirada de amigo, ofreciendo a nuestra corazón hambriento el alimento perfecto de su presencia, en un banquete que no acabará JAMÁS.

En la orilla, en el Cielo, descansaremos y reiremos, cantaremos y nos saciaremos del amor que él nos dará, y amaremos como nunca antes pensamos que fuera posible.

En la orilla, en el Cielo, llegaremos a ser nosotros mismos.

En la orilla, en el Cielo, nos espera también María, como mamá que nos secará las lágrimas de nuestros ojos y nuestro cuerpo y corazón empapado por el agua salobre del mar de la historia.

En la orilla, en el Cielo, nos esperan también aquellos hermanos y amigos que partieron antes con esa esperanza en el corazón y habiendo sido fieles. ¡Qué inmenso será el abrazo de todos con todos!

¡Animo!, mientras vas en el mar.

¡Tira las redes a la derecha!

¡Sigue amando, obediente al mandamiento de Jesús!

Y disfruta de los pequeños momentos que -incluso ya aquí- él te deja gozar de la alegría de la pesca abundante y de la serenidad de la orilla, en cada altar, en cada sagrario, pedacito de Cielo.

P. Leandro Bonnin.