Cruzar de vereda
Casi cada mañana durante los últimos dos años -siempre que yo estoy en la parroquia- lo veo acercarse, lentamente, sin apuro, precedido por sus perros… El horario va variando de acuerdo a la estación y la intensidad del sol y del calor, pero la recorrida es esencial: sus mascotas no pueden vivir encerradas, y el baldío frente a la parroquia les ofrece el sitio ideal para esparcirse.
Pero creo yo que no viene solo para «pasear» sus canes. Casi siempre se pone de frente al templo, y especialmente desde que podemos mantenerlo abierto algunos días, se ubica directamente ante la puerta, pudiendo contemplar desde allí el ícono que preside la iglesia. Y lo vi, muchas veces, hacerse la señal de la Cruz.
El domingo pasado la escena fue aún más evidente para mí: yo estaba consagrando, y cuando elevé el Cuerpo sacrosanto, borroso, vi a nuestro habitual visitante, en la vereda de enfrente…