20.03.10

La verdad, la mansedumbre, la justicia

Homilía. V Domingo de Cuaresma (Ciclo C)

Jesús reúne en sí la verdad, la mansedumbre y la justicia: “Trajo por lo tanto – escribe San Agustín- la verdad como Doctor, la mansedumbre como Libertador y la justicia como Conocedor”. En el templo enseñaba, como Maestro, a todos los que acudían a Él (Jn 8,2). Enseñaba como quien tiene autoridad (cf Mt 7,29), perfeccionando la Ley y aportando su interpretación definitiva.

Incluso aquellos que se dirigen a Él para comprometerlo, los letrados y los fariseos, le llaman “Maestro” y le plantean cómo interpretar la Ley: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices?” (Jn 8,4-5).

La respuesta de Jesús no niega la justicia. Como comenta San Agustín: “No dijo no sea apedreada, para que no pareciese que hablaba contra la Ley. Tampoco dijo sea apedreada, porque había venido, no a perder lo que había encontrado, sino a buscar lo que se había perdido. ¿Pues qué responderá? ‘El que entre vosotros esté sin pecado, tire contra ella la piedra el primero’. Esta es la voz de la justicia. Sea castigada la pecadora, pero no por los pecadores. Cúmplase la Ley, pero no por medio de los mismos que la quebrantan”.

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18.03.10

San José, esposo de la Virgen María

Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María

“Este es el criado fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia” (Lc 12,42). Estas palabras de Jesús, que recoge el evangelista San Lucas, son aplicadas por la liturgia de la Iglesia a San José, esposo de la Virgen María. Él, con lealtad y sabiduría, supo asumir la responsabilidad que Dios le había confiado: José “hizo lo que le había mandado el ángel del Señor” (Mt 1,24).

¿En qué consistió esta responsabilidad? Fundamentalmente en cuidar de María y de Jesús: “No tengas reparo en llevarte a María, tu mujer… Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús”. Dios entrega a su propio Hijo, y a la Madre de su Hijo, a la custodia de San José. En su acción salvadora, Dios quiere contar con la colaboración de los hombres; de administradores fieles y solícitos que velen por su familia.

San José, sin ser el padre biológico de Jesús - ya que Jesús solamente tiene por Padre a Dios - , supo cumplir la misión de padre, de servidor de la vida y del crecimiento de aquel a quien Dios mismo le había confiado como hijo. En cierto sentido, todos los padres de la tierra reciben una encomienda parecida: servir a la vida y propiciar el crecimiento de sus hijos, a quienes, como colaboradores de Dios, han traído a la existencia. Los hijos no están confiados únicamente a la responsabilidad de las madres. También lo están a la responsabilidad de sus padres. Pero, más aun que de sus padres y de sus madres, los hijos son de Dios, pertenecen a Dios.

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17.03.10

Un nuevo libro: Treinta y un días de Mayo

Como la editorial CCS ya lo anuncia, pongo en conocimiento de los lectores del blog la próxima publicación del libro:

TREINTA Y UN DIAS DE MAYO
Para vivir el mes de María
Guillermo Juan Morado
ISBN 978-84-9842-5796 Formato: 12,5x19,5 cm. 136 págs.

El pueblo cristiano ha dedicado a la Virgen el mes de mayo. Es un gesto de cariño. Los treinta y un días de mayo son otras tantas exultaciones de la grandeza de Dios, de las maravillas que obró en favor nuestro. Y por ello es el mes de María, aquella en la que de modo más resplandeciente brilla la belleza de la salvación.

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14.03.10

El deseo y la concupiscencia

Desear no es malo. Gracias al deseo aspiramos a conocer, a poseer o a disfrutar los bienes. Agrandar el deseo es aumentar nuestra capacidad de recepción. Un deseo infinitamente dilatado se convierte así en la mejor manera de abrir el espíritu a Dios, el Bien Supremo.

Si es en exceso vehemente, impetuoso, irreflexivo, si contraría a la razón, entonces el deseo se vuelve peligroso. Se parece, en este caso, a lo que el vocabulario cristiano llama “concupiscencia”, el deseo de los bienes terrenos o el apetito de los placeres deshonestos.

La concupiscencia, como tal, no es pecado, pero inclina al pecado, al desorden. San Juan nos habla de tres tipos de concupiscencia: la de la carne, la de los ojos, la del espíritu. La “carne”, si se resiste al “espíritu”, puede ser motivo de las tentaciones más bajas. Los ojos pueden dejarse deslumbrar más de la cuenta por los bienes materiales. Y el espíritu puede ser seducido por el canto de sirena de la soberbia o de una exagerada independencia.

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13.03.10

Gracias, Miguel Delibes

Le he pedido a Flavia un texto sobre Miguel Delibes. Lo publico en este post a modo de homenaje a un literato excelso que fue, también, un buen hombre y un buen cristiano.

MIGUEL DELIBES (escrito por Flavia)

Nos ha dejado un vallisoletano egregio, humanista cristiano y escritor universalmente conocido, novelista emblemático de Valladolid, donde se ambientaban, en gran parte, sus novelas.

Miguel Delibes ha sido maestro de periodistas, académico de la Lengua y escritor premiado con los máximos galardones de las letras españolas, tales como: premio de la Crítica con “Las ratas“ (1962), premio Príncipe de Asturias (1982, compartido con Gonzalo Torrente Ballester), premio Cervantes (1993), considerado el Nóbel de las letras españolas. Consigue en dos ocasiones el premio Nacional de Literatura: por “ Diario de un cazador “ ( 1955 ), y por “ El hereje “ (1998 ), cuya primera edición se agotó a las pocas horas de aparecer.

Sus excepcionales dotes de narrador, talentos que había recibido de Dios, los puso al servicio de la verdad, en sus novelas. No miró a otro lado ante los problemas diarios; muy al contrario, su seguro dominio del idioma y su facilidad para retratar tipos y ambientes los ofreció al servicio del humanismo cristiano. Porque, en efecto, la crítica considera a Delibes uno de los mejores representantes del humanismo cristiano en toda su exigencia. Citemos algunas obras como ejemplo: preocupación por el mundo de los niños (“ El príncipe destronado"), por la soledad de muchos jubilados ( “La hoja roja“ ), la necesaria promoción de la mujer (“Cinco horas con Mario“ ), las desastrosas consecuencias de la mala educación en el seno de la familia (“Mi idolatrado hijo Sisí “), pero podríamos citar, uno a uno, todos sus títulos y ver cómo en cada obra, Delibes sabe analizar un hondo problema humano.

Y lo hace sin buenismos fáciles, sin ofrecer soluciones etiquetadas, muy al contrario: deja ver su simpatía por los débiles, los que sufren, por el mundo rural (¿cómo no recordar ahora su excepcional novela “ Los santos inocentes”?). Es muy importante para él no perder la esperanza y así lo refleja hasta en el título de una novela: “Aún es de día“. Pocos estudiantes de bachillerato desconocerán “ El camino “, con personajes inolvidables y entrañables, como Daniel El Mochuelo, Roque El Moñigo, y Germán El Tiñoso.

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