Había estado. Epílogo
EPÍLOGO
Cuando el capitán hizo sonar, por tres veces, el cuerno, sueltas las amarras la nave zarpó puntualmente, a la hora tercia, de Seleucia rumbo a Zephyrion el puerto de Tarso, ciudades unidas por una vía recorrida por todo tipo de viajeros que hacían el desplazamiento, 13 millas, muy llevadero. La ruta, unas 94 millas, nunca era fija, pues si había mar de fondo de poniente las corrientes les llevaban hacia la costa prolongando la distancia; en todo caso tratarían de alejarse lo más posible del Sinus Issicus (Golfo de Issus). Si todo iba bien y la nave conseguía una velocidad promedio de 7 nudos llegarían pasada la hora séptima.
Para Rómulo y Melitón era un breve prólogo ya que su destino final, Roma, lo conseguirían embarcando en una nao militar trirreme de transporte de tropas que les llevaría a Ostia haciendo escala en Ἡράκλειον, Hêrákleion un puerto al norte de Creta, desde allí, a mar abierta, hasta Catăna (Catania) y por último llegados al puerto ampliado de Ostia, tomarían la calzada hacia Roma y cada uno enfrentaría su nuevo destino.
- Te digo, Rómulus (el que es fuerte y poderoso), que, en tus febriles delirios, no paraste de mencionar al crucificado, sabes al que me refiero de los tres, tu quejido era Filius dei, filius dei!. No hemos hablado mucho de lo que ocurrió con nosotros en aquella crucifixión, nos salpicó su sangre, y ya sabemos lo que significa eso para un judío, para nosotros es pura patraña pero lo cierto es que ni tu ni yo somos los mismos, estamos como ánfora a medio llenar y antes ambos vivíamos satisfechos aunque solteros.
- Sí, solteros, pero no solos – rió el interpelado – sin embargo, desde entonces miro a las mujeres de otra manera, no se me olvida la expresión de la madre del crucificado, allí al pié de la cruz. Pero, volviendo a mis delirios cuyo origen está en el vía crucis y posterior muerte te puedo asegurar que lo que dije no fue de mi cosecha, de algún modo vino a mi mente y lo expresé; no quiero decir que estuviera disconforme con lo dicho, pero yo no elaboré la frase.
Los militares, aposentados en un sobrio, pero exclusivo, camarote, recordaron aquellos momentos y expresaron, libre y crudamente, las repercusiones y consecuencias en sus vidas: tras aquello, en síntesis, ellos no eran los mismos. Gaio Acilio Rómulo sobrino-primo del gran Manio Acilio Canino, lugarteniente de Gaio Julius Caesar era un fiel seguidor de las virtudes estoicas de escuela senequista – apatía, ataraxia y autarquía – y desde aquel episodio se impuso a sí mismo vivir la castĭtas. Melitón más apegado a sus ancestros helénicos, pese a su origen humilde, hizo de las virtudes cardinales - phrónēsis (prudencia), dikaiosýnē (justicia), andreía (fortaleza) y sōphrosýnē (templanza) – su modus vivendi: ambos militares primaban el ethos sobre el ego. Pese a su admiración por el crucificado, les faltaba algo para identificarse con sus seguidores; en primer lugar no eran judíos ni estaban circuncidados – ni dispuestos a admitirlo – en segundo lugar desconocían todo sobre el Tanaj.