28.06.09

Yo duermo y mi corazón vigila (Cant 5,2)

Evangelio de San Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: -«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

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26.06.09

Benedictina en crisis de fe

Escribe Santo Tomás (II-II, q.5,a.3)

El hereje que rechaza un solo artículo de fe no tiene el hábito ni de la fe formada ni de la fe informe. Y la razón de ello está en el hecho de que la especie de cualquier hábito depende de la razón formal del objeto, y si ésta desaparece, desaparece también la especie del hábito. Pues bien, el objeto formal de la fe es la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura y en la enseñanza de la Iglesia. Por eso, quien no se adhiere, como regla infalible y divina, a la enseñanza de la Iglesia, que procede de la Verdad primera revelada en la Sagrada Escritura, no posee el hábito de la fe, sino que retiene las cosas de la fe por otro medio distinto. Como el que tiene en su mente una conclusión sin conocer el medio de demostración, es evidente que no posee la ciencia de esa conclusión, sino tan sólo opinión.

Ahora bien, es evidente que quien se adhiere a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible presta su asentimiento a todo cuanto enseña la Iglesia. De lo contrario, si de las cosas que enseña la Iglesia admite las que quiere y excluye las que no quiere, no asiente a la enseñanza de la Iglesia como regla infalible, sino a su propia voluntad. Así, es del todo evidente que el hereje que de manera pertinaz rechaza un solo artículo no está preparado para seguir en su totalidad la enseñanza de la Iglesia (estaría, en realidad, en error y no sería hereje si no lo rechaza con pertinacia). Es, pues, evidente que el hereje que niega un solo artículo no tiene fe respecto a los demás, sino solamente opinión, que depende de su propia voluntad.

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24.06.09

23.06.09

José Antonio Marina: análisis de un texto

La Iglesia puede exponer sus opiniones, siempre que cumpla lo establecido por la ley. Lo que la democracia prohíbe es que una religión imponga sus dogmas mediante el poder político. La postura de los cristianos sobre el aborto ha sido siempre la misma. En tiempos del emperador Constantino, defendieron los derechos de los niños. Hasta entonces eran propiedad del padre, que podía hacer con ellos lo que quisiera. Las mismas razones que entonces llevaron a los cristianos a negar que el niño pueda ser considerado propiedad del padre, llevan ahora a negar que sea parte del cuerpo de la madre. La apelación a un posible “derecho a abortar” resulta ambigua. Hay dos tipos de derechos: los que proceden de una ley, y los que preceden a las leyes, es decir, los derechos fundamentales. ¿Qué tipo de derecho sería el derecho a abortar? Es un derecho que deriva de la ley, pero del que se habla como si fuera previo a ella. Despenalizar el aborto es la mejor solución, porque no reconoce un derecho preexistente, sino nuestra incapacidad para resolver un trágico problema. Y nos obliga por ello a intentar solucionarlo. | JOSÉ ANTONIO MARINA | Filósofo

Fuente: El Mundo.

El pasado domingo, José Antonio Marina dedicó la esquela en el Mundo a la publicación de la nota de la CEE respecto al aborto. En la misma concluye que la mejor solución respecto al tema del aborto sería la despenalización ya que «no reconoce un derecho preexistente, sino nuestra incapacidad para resolver un trágico problema. Y nos obliga por ello a intentar solucionarlo». La metáfora patética - ¿desde cuando un asesinato es «un trágico problema»? -, es un ejemplo más de la forma torticera con la que a través de la modificación semántica, se cambian las ideas: se pasa del homicidio, al trágico problema para desembocar finalmente en un simple problema.

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22.06.09

Un texto de Newman

“En mi larga vida he cometido equivocaciones. No puedo mostrar esa alta perfección que pertenece a los escritos de los santos; pero creo sinceramente que en todo lo que he publicado ha existido intención recta, ausencia de fines personales, actitud obediente, buena disposición para ser corregido, odio al error, afán de servir a la Santa Iglesia, y, por divina bondad, una razonable medida de éxito. Me alegra decir que desde el principio me he opuesto a un gran mal. Por espacio de treinta, cuarenta, cincuenta años, he resistido con mis mejores energías al espíritu del Liberalismo en religión.

El Liberalismo en religión es la doctrina según la cual no existe una verdad positiva en el ámbito religioso, sino que cualquier credo es tan bueno como cualquier otro. Es una opinión que gana acometividad y fuerza día tras día. Se manifiesta incompatible con el reconocimiento de alguna religión como verdadera, y pretende que todas han de ser toleradas como asuntos de simple opinión. La religión revelada no es una ferdad, sino un sentimiento o inclinación; no obedece a un hecho objetivo o milagroso. Todo individuo, por lo tanto, tiene el derecho de interpretarla a su gusto. La devoción no se basa necesariamente en la fe. Una persona puede ir a iglesias protestantes y a iglesias católicas, obtener provecho de ambas y no pertenecer a ninguna…Puesto que la religión es una característica tan personal y un bien exclusivamente privado, debemos ignorarla del todo en las relaciones con otros hombres. (…)

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