
José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz, es sacerdote católico y además ocupa un cargo político. Producto típico del mal llamado espíritu del Concilio Vaticano II que lo mismo proclama que la Iglesia debe abandonar las estructuras del poder político (¿?), para por otra parte, justificar la presencia de un sacerdote en la política. ¿O es que al fin y a la postre, el cargo de Defensor del Pueblo Andaluz, no es un puesto político puesto por los mismos políticos que como perros se abalanzan contra la Iglesia de Cristo? ¿No habíamos quedado que la política era para los laicos?
Las formas empleadas por Monseñor Demetrio Fernández, a la sazón obispo de Córdoba, no le parecen las más adecuadas para «resolver la convivencia» entre católicos y musulmanes, tras el lamentable incidente ocurrido la pasada semana en la Catedral de Córdoba, cuando un nutrido grupo de musulmanes asaltaron la misma con el objeto de rezar en ella. Según el Defensor del Puelo Andaluz estas situaciones podrían acabar en episodios de «xenofobia», de ahí que el cura Chamizo apueste por construir una mezquita donde los musulmanes fuesen a orar:
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