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5.01.24

Que todos los pueblos lo adoren

Nosotros vivíamos en medio de la oscuridad del pecado. Y la luz de una estrella brilló en el cielo para conducirnos a adorar a Cristo. Es la Caridad la única estrella que nos lleva hasta Jesús. Dios nos sacó de la oscuridad en que vivíamos y nos llevó al Reino de su Hijo Amado, quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados.

Jesús Sacramentado es la imagen del Dios que no podemos ver. Por medio de Él, Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, lo que puede verse y lo que no se puede ver, y también los espíritus poderosos que tienen dominio y autoridad. En pocas palabras: Dios creó todo por medio de Cristo y para Cristo.

Cristo es el Cordero degollado que, con su sangre ha comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación.

Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición.

Y todas las criaturas que existen en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra, y en el mar, y en todo cuanto hay en ellos, oí que decían: Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Póstrense ante Él todos los reyes de la tierra; sírvanle todas las naciones.

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No se puede ni se debe bendecir el pecado

Dice el cardenal Fernández, prefecto del dicasterio para la doctrina de la fe:

La Declaración contiene la propuesta de breves y simples bendiciones pastorales (no litúrgicas ni ritualizadas) a parejas (no a las uniones) irregulares, entendiendo que son bendiciones sin forma litúrgica que no aprueban ni justifican la situación en que se encuentran esas personas.

Algunos Obispos, por ejemplo, han establecido que cada sacerdote podrá discernir pero que podrá realizar estas bendiciones sólo en privado. Nada de esto resulta problemático si se expresa en un marco de respeto hacia un texto firmado y aprobado por el mismo Sumo Pontífice, intentando acoger de algún modo la reflexión que contiene.

Es la invitación a distinguir entre dos formas diferentes de bendiciones: “litúrgicas o ritualizadas” y “espontáneas o pastorales”. 

Es solo la repuesta de un pastor a dos personas que piden la ayuda de Dios. Por eso en ese caso el pastor no pide condiciones ni quiere conocer la vida íntima de esos sujetos.

Esta “reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”.

En el trasfondo se sitúa la valoración positiva de la “pastoral popular” que aparece en muchos textos del Santo Padre. En ese contexto, nos invita a una valoración de la fe sencilla del Pueblo de Dios, que aun en medio de sus pecados sale de la inmanencia, abre el corazón para pedir la ayuda de Dios.

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