InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Enero 2024, 03

3.01.24

¡Vivan las cadenas!

Feliz año 2024.

Por si alguien no lo sabía todavía, que sepan que hoy soy más reaccionario que ayer y probablemente menos que mañana. Sí. Soy reaccionario, contrarrevolucionario, antiliberal, carca… Iba a decir que antidemócrata, pero no sería preciso, así si una explicación previa. A mí me vale cualquier forma de gobierno – monarquía, aristocracia, democracia – con una sola condición: que se reconozca la soberanía de Cristo Rey y se respete la ley moral universal y eterna como fuente y límite a cualquier legislación y como ley fundamental de la Patria. De tal modo, que ningún parlamento, ninguna mayoría, pueda legislar contra la ley de Dios: ni aborto, ni eutanasia, ni divorcio, ni matrimonio gay, ni educación inmoral, ni desfiles de orgullo ni leches. Ya se lo había dicho: soy un reaccionario irredento. Y no quiero nada sin Dios ni, mucho menos, contra Dios. Como ven, efectivamente, soy un integrista sin remedio. 

El único Soberano es Dios. Los hombres, los pueblos o las naciones no son soberanos, no son dueños de sí mismos ni señores de sí mismos. El único Señor es Jesucristo: Él es el único Rey del Universo. Él nos da la vida y Él nos llama a su presencia, según su voluntad. Cristo es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos. Por tanto, el poder debe ser justo, no despótico, sino paterno, porque el poder justísimo que Dios tiene sobre los hombres está unido a su bondad de Padre. Pero, además, el poder ha de ejercitarse en provecho de los ciudadanos, porque la única razón legitimadora del poder es precisamente asegurar el bienestar público. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de uno o de pocos, porque está constituida para el bien común de la totalidad social. Si las autoridades degeneran en un gobierno injusto, si incurren en abusos de poder o en el pecado de soberbia y si no miran por los intereses del pueblo, sepan que deberán dar estrecha cuenta a Dios.

El hombre es libre para servir y amar a Dios, que nos ha amado primero. Pero si el hombre hace un mal uso de su libre albedrío y se rebela contra Dios, pasa a formar parte del ejército de Lucifer y se convierte en su esclavo, en un demonio desalmado más.

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