InfoCatólica / Javier Tebas / Categoría: Viajes

11.07.09

¿Tiene sentido irme de Misión a África?


Entiendo a quienes se preguntan si tiene sentido irse lejos de Misión. En un occidente descristianizado, lleno de necesidades y de estragos que por sí solos ocuparían cientos de artículos… ¿Es un acto responsable irse a lugares remotos para ayudar a sus gentes y mostrarles a Cristo? Mientras escribo, me atañe totalmente esta pregunta. En unas horas parto hacia Mozambique de Misión.

A los días que nos resultan importantes suele anteceder una noche en vela, llena de inquietudes, pensamientos y reflexiones que nos roban el sueño. Es éste momento, quizás el más idóneo para compartir con el lector, el análisis y las razones de mi convencimiento en la necesidad y la utilidad de viajar a otros lugares, por lejanos o ajenos que nos resulten, como mensajeros (en el sentido profundo de la Misión)del Evangelio.

Creo que para fundamentar la cuestión, hay que comprender primero las caracteríticas del mal que padece nuestra sociedad occidental. Los que conocemos como “países desarrollados” sufren una miseria que aqueja especialmente al espíritu y no tanto a los problemas materiales, que -crisis aparte- parecen más o menos cubiertos en comparación con la horrible miseria que existe en otros lugares. Occidete vive un abandono total del sentido de la vida y de nuestra condición humana, y se pierde en el individualismo egocéntrico, que nos hace cada vez más autómatas y menos personas. En una sociedad apoltronada en el materialismo y la comodidad, la gran batalla que tenemos los cristianos es la del ejemplo. Un ejemplo que reavive la caridad, la conciencia de todas aquellas instancias en nuestro entorno que superan el individualismo feroz, nuestra comunidad, la familia, la Patria (si, la Patria, porqué no). En definitiva el valor de la virtud en el esfuerzo como verdadero camino a la felicidad.

Las diferencias sustanciales entre la Misión que aquí urge, y la que prima en los países subdesarrollados, hace que estas no resulten contradictorias, sino totalmente complementarias.

África, Asia o gran parte de Hispanoamérica se ven también perjudicadas y necesitadas en el aspecto espiritual. Pero no precisamente desde la apatía y la anestesia social frente a lo trascendente, que tanto caracteriza a occidente. Sino por la proliferación de sectas engañosas en el caso de Hispanoamérica, y la falta de una tradición y unos medios que asienten con firmeza el mensaje de Cristo en África o Asia. Continentes que han sufrido colonizaciones racistas y segregacionistas, las cuales han causado que haya muchísimas personas que ni siquiera han tenido todavía la valiosa oportunidad de conocer a Cristo, por la que tanto se preocuparon los primeros misioneros como San Francisco Javier.

Y a este sentido espiritual de la Misión se une la necesidad física, material, de ayudar a quienes viven en unas condiciones tan difíciles, sin medios materiales tan siquiera dignos en tantísimas ocasiones. En unos Estados casi ficticios incapaces de dar la más mínima esperanza, en sociedades desestructuradas y desnaturalizadas. Allí nuestra ayuda, donde la situación de miseria es tan generalizada, tiene todo el sentido, y constituye también un testimonio práctico de fe en aquello que Jesús nos enseñó con su ejemplo.

En cuanto envío esta entrada al blog, estoy cerrando maletas y saliendo hacia el aeropuerto. Intentaré escribir desde Mozambique tantas veces como pueda.

Javier Tebas
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29.06.09

El encanto de la Città Eterna

Algo tiene Roma que siempre me seduce. Quizás el peculiar contraste entre las acaloradas masificaciones de turistas, y los grupos de jóvenes ensotanados que pasean por sus calles. O las monjitas de temprana vocación y futuro prometedor, de vuelta de la Universitá a la Casa Generalle, en un vagón de metro lleno de narcisistas y metrosexuales al genuino estilo “Armani” o “Versacce”.

El abrazo papal de la plaza de San Pedro o las tiendas de souvenir con estampitas y rosarios. Las céntricas casas decimonónicas de la nobleza decaída que ya no despacha con el Papa, cuyas fachadas almohadilladas han sido “graffiteadas” por algún necio.

La ciudad eterna habla en clave de sentimientos. Pese a sus defectos, sus iglesias neoclásicas y barrocas, o sus grandes basílicas (que no han olvidado el culto casi constante en alguna de las capillas laterales), no pueden dejar indiferente a quien de algún modo siente suya la historia y la tradición católica.

Aunque haya sido extremadamente fugaz, he podido respirar el encanto de Roma, ese que engancha. Tanto, que no es uno supersticioso, pero no fuera a ser verdad, pasé volando por la Fontana de Trevi para cumplir con el primer trámite de una futura visita.


Javier Tebas
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24.06.09

De vuelta y con nuevas ideas

Perdonen las vacaciones, me las tomé sin avisar. La verdad es que si eres estudiante, Mayo y Junio no son buenos meses para andar con muchas cosas entre manos. Tomen de allí -de los exámenes- mi excusa mediocre y mi disculpa de blogger sin hábitos. Vuelvo a Gaudeamus con la cabeza llena de ideas.

Quizás alguien recuerde las crónicas que envié desde Sidney el verano pasado a Religión en Libertad (va a hacer un año). En mi inocencia de novato en esto de los medios digitales, me sorprendieron mucho los comentarios de algunos malévolos navegantes, que apenas publicado el primer artículo ya me ponían “a caldo”. Basta poca experiencia en un blog para aprender a asumirlo religiosamente, pero quizás por ser la primera vez, al final uno se acuerda de los piropos. Venían a decirme que vaya gasto absurdo de dinero eso de ir a las JMJ, que vaya niño pijo repelente, que mejor me fuese de Misión o de asceta al monte, que iba a ser mucho más util que irme de juerga a Australia.

Cuento esto no tanto por aquellos comentarios, sino por mi intención de reeditar aquel formato de un diario “en vivo” desde una experiencia en el extranjero. Pero esta vez de Misión.

Ambas experiencias -tanto la del verano pasado como éste- son seguro complementarias y enriquecedoras. He de decir también que no comparto esa chapuza argumental contra la Jornada Mundial de la Juventud, uno de los acontecimientos clave para impulsar la regeneración espiritual de la juventud, y que los alientos de estos criticones no han influido lo más mínimo en mi decisión.

Pues eso…¡Que me voy a Mozambique! Cuando me lo propusieron, dije que sí antes de haberlo localizado en el mapamundi. Voy a acompañar en el viaje a dos amigos que van a dar el pistoletazo de salida a una labor inmensa, un proyecto cargado de ilusión, que se irá desgranando poco a poco, espero que con su colaboración también a través de este blog. Salimos el día 11 de Julio para estar un mes. Aunque estas experiencias están tan cargadas de impresiones e ilusiones previas, que ya es hora de empezar a contar y compartir.

Aunque antes de eso espero poder contaros como me va este fin de semana en Roma, en el Parlamento Universal de la Juventud que organizan las Misioneras Identes. Es una iniciativa a la que me han invitado, y que parece muy interesante y prometedora.

Javier Tebas
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8.01.09

Cartas marruecas

Siempre he pensado que viajar es una de las mejores formas de gastar el dinero. Me encanta planificar una escapada de un día para otro y aprovechar unos pocos días de fiesta para romper la rutina y abrirme a conocer todas esas cosas que el mundo esconde. Viajar me proporciona momentos de silencio, de reflexión. Por alguna razón encuentro más tiempo para rezar, y además hacerlo de una forma más intensa que normalmente. Cada viaje que he hecho, sin excepción, me ha cambiado en algún aspecto como persona y me ha descubierto cosas enriquecedoras y sorprendentes.

Escribo desde una sobria sala de espera del aeropuerto de Casablanca. El silencio respetuoso de los aeropuertos de madrugada, los tonos grises, las sillas metálicas, los fluorescentes parpadeando y una telenovela árabe mal sintonizada en una televisión que no mira nadie, invitan a coger el portátil y escribir algo.

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