Más condones, más abortos
La primera campaña publicitaria del Ministerio de Sanidad promocionando el uso del condón se realizó en el año 1989 y proclamaba el eslogan “Póntelo, pónselo”. Tras una gran cantidad de dinero público invertido, el análisis del resultado desde un punto de vista objetivo fue un aumento del número de abortos en un 60%. No contentos, sucesivos gobiernos (también los del Partido Popular) insistieron en campañas de esta índole con el consiguiente aumento proporcional al dinero invertido de abortos y embarazos adolescentes. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra nuestros gobiernos deben llevar unos veinte años tropezando, porque después de analizar de forma imparcial los resultados obtenidos con la promoción del uso del condón, es inconcebible que el Ministerio de Sanidad dirigido por Bernart Soria lance de nuevo una campaña con la misma finalidad.
”Yo no corono rollos con bombo” es el eslogan de la nueva intentona de incentivar el uso del condón en la gente joven, que culmina los sucesivos derroches del dinero público del modo más zafio y grotesco que se pueda haber visto.

En Mayo de 1990 el Rey Balduino de Bélgica renunció a sus funciones como Jefe de Estado durante dos días al negarse a sancionar la ley del aborto que promulgaba su parlamento, alegando un impedimento de conciencia. No fue un gesto que evitase a la postre la aplicación de esa macabra ley que más tarde entraría en vigor ratificada por el Consejo de Ministros, pero si que sirvió por lo menos para ofrecer un testimonio valiente que traspasó fronteras, rompiendo por unos días el silencio tácito que la opinión pública suele otorgar al tema del aborto.
Señor Gallardón:
La adopción es un gesto de amor que materializa la vocación familiar de los padres. Un encuentro de destinos que se complementan en el compromiso trascendente y la inasequible voluntad de quienes entre los niños que necesitan una familia, reciben al hijo que también sus corazones precisan.
Hannah Jones tiene 13 años, la vida de esta adolescente inglesa no ha sido nada fácil, en su rostro se lee la madurez que otorga el sufrimiento prematuro. A los 5 años le detectaron una leucemia especialmente complicada, contra la que ha estado luchando toda su corta vida. Los recuerdos de su infancia están acompañados por duros tratamientos y largos periodos en fríos hospitales, a los que Hannah nunca terminó de acostumbrarse. Debido a los fuertes medicamentos con los que consiguió acabar con su leucemia, su corazón ha perdido un alto porcentaje de sus facultades cardiacas, y sin un transplante morirá.