Juan Manuel de Prada
Las principales corrientes de opinión social están infundidas y orientadas tan solo por un pequeño grupo de personas. Aquellos que ocupan las primeras páginas de los principales periódicos y que frecuentan las tertulias políticas en televisión, son la fuente de argumentos para toda la masa social que muestra algún interés por formarse un criterio frente a aquello que nos rodea. De allí la fuerza del poder mediático.
Lamentablemente no es frecuente encontrar valores católicos entre lo superficial del argumentario de este grupo de personas, muchas veces inducido descarada e interesadamente desde las sedes de los partidos políticos. Sin embargo el recuadro de Juan Manuel de Prada en ABC, viene convirtiéndose últimamente en un oasis de papel, un verdadero alegato a trascender para buscar la esencia y el fundamento de los problemas, conociendo la realidad de la doctrina y los valores católicos sin relativismos, incluso cuando estos no son suscritos por mayorías circunstanciales, o puedan sobrepasar los límites de la corrección política.

_Es tan simpático, tan extrovertido… ¡Qué maravilla! Cuando habla transmite tanta contundencia y una seguridad… ¿cómo dudar de sus palabras? Creo que el mundo va a cambiar con éste chico tan majo, ¡y qué sonrisa más convincente!
Frente a la reciente noticia de los autobuses con mensajes ateos en nuestro transporte publico, de un modo hay que decir muy zafio simplón que manifiesta en sus formas una clara voluntad hiriente. Alternativa Española en su aspiración de no ser meramente un partido político, sino todo un movimiento social, vuelve como tantas otra veces a romper el silencio y anuncia a través de un comunicado (que reproduzco a continuación)que por cada autobús público con publicidad atea, AES pagará dos con el mensaje “Dios existe, deja de preocuparte, confía en El”. Toda una buena noticia. Hay que decir que ya los evangélicos en Fuenlabrada pusieron en marcha una campaña parecida que ya está en funcionamiento, mientras que por otra parte Esperanza Aguirre al ser preguntada por esta cuestión contestó: «Vivimos en un país libre. Siguiente pregunta».
No tenía ganas de escribir. Parece que cuando uno abandona la rutina, con ella lo aparca todo, y estos días de vacaciones no he cumplido ni de lejos con el propósito inicial de escribir (por lo menos) dos veces por semana en el blog. De hecho no he escrito nada… ¡que vergüenza!.
Existe un consenso social asentado en la mentalidad del individuo occidental del siglo XXI, que irradia sobre determinadas instituciones un peligroso halo de infalibilidad sin fundamento. El caso más significativo es el de la ONU, paradigma para muchos de la justicia internacional en forma casi de divinidad terrenal, que en un análisis honesto quiebra impunemente los valores fundamentales del hombre, a través de hechos objetivos puestos en practica por diversas ramas de esta inmensa institución