Subsistit in

(…) En este lugar quisiera terminar con el análisis del término communio, y, al menos brevemente, mostrar aún mi parecer respecto al que es quizá el punto más controvertido de la Lumen gentium: sobre el significado de la frase ya mencionada de la Lumen gentium 8, acerca de que la única Iglesia de Cristo, que en el Credo confesamos como la una, santa, católica y apostólica, «subsiste» en la Iglesia católica que es dirigida por Pedro y por los obispos en comunión con él. En el año 1.985, la Congregación para la Fe se vio en la necesidad de tomar una postura sobre este texto tan discutido, con motivo de un libro de Leonardo Boff, en el que el autor exponía la tesis de que así como la Iglesia una de Cristo subsiste en la católico-romana, del mismo modo lo hace también en otras Iglesias cristianas (17). Sobra decir que la declaración de la Congregación para la Fe fue cubierta de críticas mordaces y , consecuentemente, dejada a un lado. En el intento de reflexionar acerca de dónde nos encontramos hoy respecto a la recepción de la eclesiología conciliar, la cuestión sobre la interpretación del «subsistit» resulta ineludible y, por ello, la única declaración oficial del magisterio después del Concilio sobre esta palabra, justamente la mencionada Notificatio, no puede ser pasada por alto. En el intervalo de 15 años se muestra más claramente que entonces que no se trata aquí tanto de un único teólogo, sino de una visión de la Iglesia que circula con distintas variaciones que todavía es absolutamente actual. La declaración de 1985 expuso detalladamente el contexto de la tesis de Boff, precisamente reproducida brevemente. No necesitamos volver aquí sobre estos detalles, porque tratamos de algo más fundamental. La tesis, cuyo representante de entonces fue Boff, se podría caracterizar de relativismo eclesiológico. Se basa en la opinión de que el mismo «Jesús histórico» no pensó en una Iglesia, y mucho menos la fundó. La figura real de la Iglesia sólo surgió tras la resurrección en el proceso de la escatologización a partir de las férreas necesidades sociológicas de la institucionalización, y, al principio, no hubo tampoco de ningún modo una Iglesia universal «católica», sino sólo distintas iglesias locales con diferentes teologías, ministerios, etc. Por tanto, ninguna Iglesia institucional puede afirmar que sea la Iglesia de Jesucristo querida por el mismo Dios; todas las formaciones institucionales se han originado, pues, por necesidades sociológicas, y, por ello, como tales, todas las formaciones humanas, bajo nuevas circunstancias, pueden también, o incluso deben, cambiar radicalmente. En su calidad teológica se diferencian entre sí mayormente de forma secundaria, y, por ello, se puede decir que en todas ellas, o en cualquier caso en muchas, subsiste la «Iglesia una de Cristo», con lo que la pregunta es con qué razón se puede hablar en general bajo esta perspectiva de una Iglesia de Cristo.

Frente a esto, la tradición católica ha optado por otro punto de partida: confía en los autores de los evangelios, cree en ellos. Entonces es claro que Jesús, que anunció el Reino de Dios, reunió en torno a sí discípulos para llevarlo a cabo; que no sólo les transmitió su palabra como interpretación del Antiguo Testamento, sino que, en el sacramento de la comunión, les dio un nuevo medio unificador, a través del cual todos los que le confiesan serán uno con él de una forma totalmente nueva; de tal forma que Pablo pudo designar esta comunión como ser-cuerpo con Cristo, como unidad corporal pneumática. Entonces también es claro que la promesa del Espíritu Santo no alude a un anuncio impreciso, sino a la realidad de Pentecostés, al hecho, pues, de que la Iglesia no ha sido ideada y hecha por hombres, sino que ha sido creada por Espíritu y es y continúa siendo criatura del Espíritu Santo.

Pero, entonces, en la Iglesia, institución y Espíritu se encuentran confrontados entre sí, como las corrientes mencionadas que nos quieren hacer creer. Entonces, la institución no es simplemente un andamiaje cualquiera desmontable y reorganizable que, como tal, no tendría absolutamente nada que ver con la cuestión de la fe. Entonces, esa forma de corporalidad pertenece a la Iglesia misma. La Iglesia de Cristo no se puede ocultar de forma inalcanzable tras las múltiples formaciones humanas, sino que existe realmente como Iglesia misma que se manifiesta en el Credo, en los sacramentos y en la sucesión apostólica.

El Concilio Vaticano II quiso expresar con la fórmula del subsistit – fiel a la tradición católica – justamente lo contrario del «relativismo eclesiológico»: existe la Iglesia de Jesucristo. Él mismo la quiso, y el Espíritu Santo la creó contra todo fracaso humano a partir de Pentecostés y la conserva en su identidad esencial. La institución no es una formalidad inevitable pero teológicamente irrelevante o en absoluto perjudicial, sino que pertenece en su núcleo esencial a la concreción de la encarnación. El Señor mantiene su palabra: «El poder del abismo no la hará perecer».

En este lugar es necesario indagar de forma algo más precisa sobre el término subsistit. El Concilio diferencia con esta expresión la fórmula de Pío XII, que en su encíclica Mystici Corporis Christi había dicho: la Iglesia católica «es» (est) el cuerpo uno místico de Cristo. En la diferencia entre subsistit y est descansa todo el problema ecuménico. La palabra subsistit proviene de la filosofía antigua reelaborada por la Escolástica. Corresponde al término griego hypostasis, que en la cristología desempeña un papel central a la hora de describir la unidad de naturaleza humana y divina en la persona de Cristo. Subsistere es un caso especial de esse. Es el ser en la forma de un sujeto independiente. Exactamente de eso se trata aquí. El Concilio nos quiere decir que la Iglesia de Jesucristo se puede encontrar en la Iglesia católica como sujeto concreto en este mundo. Esto sólo ocurre una vez , y la representación de que hay que multiplicar el subsistit equivoca precisamente lo pensado. Con el término subsistit el Concilio quería expresar lo específico e irrepetible de la Iglesia católica: existe la Iglesia como sujeto en la realidad histórica (18).

La diferencia entre subsist y est comprende, sin embargo, el drama de la división de la Iglesia: aunque la Iglesia es sólo una y existe realmente, hay ser a partir del ser de la Iglesia, realidad eclesial también fuera de la Iglesia una. Al ser el pecado una contradicción, lógicamente esta diferencia entre subsistit y est no se puede solucionar finalmente de forma plena. En la paradoja de la diferencia entre unicidad y concreción de la Iglesia, por una parte, y realidad eclesial consistente fuera del sujeto uno, por tora parte, se refleja lo contradictorio del pecado humano, lo contradictorio de la división. Tal división es algo absolutamente distinto de la dialéctica relativista arriba expuesta en la que la separación de los cristianos pierde su dolor y, propiamente, deja de ser división para convertirse en una representación de las diversas variaciones de un tema en el que todas las variaciones de un tema en el que todas las variaciones de algún modo tienen y no tienen razón. No hay, entonces, propiamente una necesidad interna para la búsqueda de unidad, porque, de todos modos, la Iglesia una está en todas partes y en ninguna. El cristianismo sólo puede existir en suma en variaciones dialécticamente opuestas unas a otras. Y el ecumenismo consiste en que todos se reconozcan mutuamente de algún modo, porque todos son sólo fragmentos de lo cristiano. El ecumenismo es el conformarse con una dialéctica relativista, porque el Jesús histórico pertenece al pasado y, de todos modos, la verdad permanece oculta.

La perspectiva del Concilio es totalmente otra: que en la Iglesia católica está presente el subsistit del sujeto uno que es la Iglesia, que no es en absoluto logro de los católicos, sino únicamente la obra de Dios que Él mantiene firme frente a los despropósitos permanentes de los responsables humanos. No pueden vanagloriarse de ello, sino sólo avergonzarse de su propio pecado y, al mismo tiempo, admirarse plenamente agradecidos por la fidelidad de Dios Sin embargo puede verse la obra de su propio pecado: todo el mundo puede observar el espectáculo de las comunidades cristianas separadas y enfrentadas, cómo se arrojan unas a otras sus pretensiones de verdad, y , así, echan a perder en apariencia la oración de Cristo en la tarde de su pasión. Mientras la división sea posible como realidad histórica para todo el mundo, la permanencia estable de la Iglesia una en la figura concreta de la Iglesia católica como tal sólo podrá percibirse en la fe.

Porque el Concilio Vaticano II ha comprendido esta paradoja, el ecumenismo es explicado como obligación de buscar la unidad real, y la Iglesia del futuro se ha puesto en camino.

(…)

Convocados en el camino de la Fe, Joseph Ratzinger. Ediciones Cristiandad, 2.004, pp. 149 - 154

(17) «Notificazione sul volumen: “Chiesa: Carisma e potere. Saggio di Ecclesiologia militante” del P. Leonardo Boff OFM», en Congregatio pro doctrina fidei, Documenta inde a Concilio Vaticano secundo expleto edita (1966-1985) (Librería Editrice Vaticana, 1985) 286-294. Las declaraciones aquí presentadas se corresponden en gran parte con lo que expliqué en 1990 en el encuentro de Vallombrosa (san Franciso-California): «Deus locutus est nobis in Filio: Some reflections on Subjectivity, Christology and the Church», en Proclaiming the truth of Jesus Christ. Papers from the Vallombrosa Meeting (Washington DC 2000) 13-29; para esto: 23-29

(18) Los padres conciliares, que fueron educados en la teología y la filosofía neoescolásticas, sabían bien que susbsistere es un concepto más estricto que esse: mientras esse comprende en la analogía entis todo el ámbito del ser en todas sus formas y maneras, subsistere es la forma de existencia de un ser subsistente en sí, como se produce de forma especial en el «sujeto».

7 comentarios

  
luis
La verdad, una forma un poco forzada de intentar explicar lo inexplicable: por qué de una fórmula clara y sin equívocos, se pasó a una conflictiva y que requiere que un compatriota de Hegel se devane los sesos intentando sacarle una interpretación ortodoxa.

Bien por el esfuerzo de Ratzinger, pero no valía la pena cambiar los tèrminos tradicionales y venerables de Pío XII. Y cuando uno recuerda que entre los "periti" de este Concilio no estaba sólo Ratzinger, sino Schillebecx, Kung, Haring, Congar... pues la terminología equívoca no fue inocente.
30/06/09 7:12 PM
  
Miguel Serrano Cabeza
Si tan importante era poner "susbsistit in" ¿por qué motivo teológico no se añadió a continuación un simple y modesto "unice"?

La respuesta es evidente: porque no se quiso hacer así.

ADVENIAT REGNVM TVVM.
30/06/09 8:51 PM
  
luis
Miguel, entre los periti progres del Concilio había un debate, lo cuenta Michael Davies en el Concilio del Papa Juan. Unos querían poner claras las cosas, las doctrinas de la Nouvelle Theologie en los esquemas preparatorios, con el famoso "giro antropologico" de Karl Rahner.

Otros preferían poner términos ortodoxos pero ambiguos, de modo de sacar luego la interpretacion progresista, porque sabìan que los Padres conciliares no votarían esquemas heterodoxos. Schillebecx objetó dicho proceder, diciendo que no era honesto usar términos equívocos, que había que poner doctrina heterodoxa directamente.

Triunfaron los partidarios de la ambiguedad, con el argumento de que el posterior "Espíritu del Concilio" se encargaría de sacar la interpretación capciosa.
Eso es lo que Benedicto, que conoce bien la historia, quiere decir cuando habla contra la hermenéutica de la ruptura y contra el "Espíritu del Concilio".
30/06/09 9:00 PM
  
Eduardo Jariod
En efecto, como explica perfectamente el entonces Cardenal Ratzinger, el origen de la confusión no reside tanto en los matices ontológicos entre est y subsistit, sino en la determinación del origen de la Iglesia como fundada por Dios o por los hombres. Pues subsistir denota una forma de ser que permanece íntegramente en aquello en lo que existe. Así, subsisitr no es una, por así decir, forma "débil" de ser que no caracteriza aquello en lo que existe, sino que es en plenitud en el ente, y sólo en el ente en que reside. Est implica una relación de identidad ontológica en cuanto que algo est lo que es. Así, la afirmación Cristo subsiste en la Iglesia es más atinada (aunque sin duda no es incorrecta) que decir Cristo es la Iglesia.

El que se haya querido aprovechar una supuesta (que tampoco real) ambigüedad terminológica para afirmar posiciones no apoyadas en el Evangelio, es una cuestión de aquellos que quieren introducir la confusión y sus intereses particulares con justificación o sin ella.
01/07/09 12:44 PM
  
Paco López
Para entender el alcance y significado de la fórmula "subsistit in" del Concilio hay que haberse leído las actas conciliares, y dudo que los presentes en este foro lo hicieran.
Tras haberlas leído, les digo que:1)el "padre" de la expresión fue S. Tromp, autor en la sombra de la Mystici Corporis; 2) la expresión hay que entenderla desde la filología y no desde la filosofía de la subsistencia, pues se contradice con Unitatis Redintegratio 13c cuando se dice que la Iglesia de Cristo "ex parte subsistere" en la comunión anglicana (UR 13c;

Soy Licenciado en Teología Dogmática, profesor de religión en secundaria y bachillerato y profesor colaborador del Instituto superior de Teología de las Islas Carnarias. Laico.
05/09/10 9:26 PM
  
Amaña
Los Padres del Concilio Vaticano II, al tratar el tema de la verdadera religión, han afirmado: « Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt 28,19-20). Por su parte todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla ».99

Constitución Dominus Iesus
04/12/10 4:13 AM
  
Paco López
No podemos confundir el "subsistit" de LG 8 que se vincula a la Iglesia Católica con la Iglesia de Cristo, con el "subsistit" de DH 1 que vincula a la "única y verdadera religión" con la Iglesia Católica.
Aún así, me parece interesante recordar que NA 2 señala que "la Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones es verdadero y santo", aunque "tiene la obligación de anunciar sin cesar a Cristo".
El "subsistit" siplemente nos invita a descubrir todo lo bueno que existe en otras iglesias y comunidades cristianas (y religiones), aunque afirmando a la vez que es en la Iglesia Católica donde se encuentra la plenitud de los medios de salvación.
27/12/10 8:52 PM

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