¿Y Aído, es un ser humano?

Las palabras sonrojantes de la ministra Aído, negando que un feto sea un ser humano, vienen a demostrar que para entrar en política da igual lo que seas mientras tengas buenos padrinos, y desde luego la ministra lo tiene.

Los políticos en España, se han dado cuenta del rollo: pueden engañar sin problemas a los españoles porque estos se lo tragan todo. Si Aído ha dicho que un feto no es un ser humano y se ha quedado más ancha que pancha, es porque es consciente de que no pasa nada. Algo similar es lo que ha hecho Alberto Núñez Feijó, el del «puntito» - Soraya dixit –, con lo del castellano en Galicia, es decir, engañar a su electorado.

La ministra de des-Igualdad afirma que un feto no es un ser humano, lo que induce a su vez un grave problema, ¿cuándo nos convertimos en seres humanos? ¿A la vigésima semana? ¿O a la decimotercera y un segundo después de iniciada la gestación? ¿No hay continuidad genética desde la concepción hasta el final de nuestros días? ¿Acaso ya no rigen los principios de la genética, con el subsiguiente alegrón de los estudiantes de Biología? ¿Ya no sirven para nada los guisantes de Mendel?

Realmente es un problema grave el que plantea la ministra, porque si un feto de trece semanas no es un ser humano, ¿podríamos aseverar que Bibiana Aído lo es? ¿Se podrían realizar entonces abortos diferidos?

Si el asunto no fuese tan hediondo, la cosa sería para tomársela a cachondeo. Y para pedir a continuación la dimisión de la Ministra. Primero por la vida de los niños; segundo por higiene intelectual.

Pero eso no ocurrirá: estamos en España.

España tiene el gobierno que se merece.

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