La Historia de los Papas, de Von Ranke

Schleiermacher y Dilthey, especialmente este último, introdujeron el método hermenéutico originariamente usado para la interpretación de la Sagrada Escritura, en su teoría de las ciencias del espíritu para designar conceptualmente la metodología que debe seguir la comprensión en su tarea de incorporación de las formas de la cultura.

En Scheleiermacher encontramos el primer intento explícito de fundamentar teóricamente el método hermenéutico, con el objeto de reconstruir el pensamiento y las intenciones de un autor de obras escritas. Según Schleiermacher, el modo de crear del genio constituye el modelo de toda producción espiritual. La posibilidad de la hermenéutica queda fundamentada en una metafísica de la vida vinculada a todas las individualidades, debido a la simpatía y congenialidad de todo el género humano.

Toda creación no es más que un momento vital en todo nexo total de la vida. Aplicado a la historia, la perfección última de toda interpretación, es decir de todo conocimiento, es la comprensión de la totalidad en la que se insertan las creaciones individuales. Cada texto, por ende, es un medio para el conocimiento de la totalidad.

De la aplicación del método hermenéutico al estudio de la historia se derivan dos conclusiones: la primera, que toda interpretación está en la comprensión de la totalidad, en la que se encuentra inserta la individualidad; la segunda, que cada texto individual es un material mediador para el conocimiento de la totalidad.

Hegel lleva estas conclusiones a su concepción de la historia universal llenando de contenido metafísico el principio hermenéutico de que la comprensión de lo individual se produce en referencia a la totalidad. De esta manera, Hegel afirma que lo individual sólo adquiere su significado en lo general: sólo hay historia genera. La libertad se expresa completamente y adecuadamente en la totalidad histórica y, aunque la historia no está acabada, se puede tomar como tal contexto unitario si se la toma de manera teleológica.

Von Ranke, de la Escuela historicista junto con Droysen y Dilthey se levanta frente a la concepción hegeliana de la historia. Para Ranke, cada momento histórico tiene su propio valor y perfección. A través del devenir histórico, lo único que mantiene unido el cambio de los destinos humanos, es la continua productividad de la vida. Los momentos del nexo histórico, son llamados por Ranke «escenas de libertad» y son las decisiones que dan forma a la historia. Estas decisiones son libertad frente a la resistencia de la necesidad; esta necesidad no es el poder de lo acaecido ya, sino algo que precede al comienzo de cada actividad, sea ésta la que sea, no es una fuerza distinta de la decisión libre, sino lo que procede de ella. Lo devenido delimita el ámbito de toda nueva actividad naciente. Esta dialéctica de libertad y necesidad forma el nexo histórico: «Lo que ha sido ya constituye el nexo con lo que será», dirá Ranke.

No son los individuos los que impulsan y unen el dinamismo histórico, sino las decisiones históricas que se reconocen en sus efectos. Los individuos están conformados por esas fuerzas históricas.

Efectivamente, esta concepción de la historia está sujeta a unos presupuestos apriorísiticos. Así, Ranke sostiene que la historia no se puede reconstruir a priori, es decir, la historia es un todo aunque no esté completa. Por otra parte, Ranke rechaza la existencia de un telos que se pueda des cubrir fuera de la historia. No hay una escatología religiosa o secularizada. El objetivo orientador de la continuidad histórica y artífice de su unidad, no es otro que el éxito. Que un hecho triunfe o fracase decide, a priori el sentido de la acción.

El conocimiento histórico no es un sencillo conocimiento empírico de datos históricos, sino una condición de la misma conciencia. La conciencia histórica puede plantear el sentido de la histórica, remitiéndose a su continuidad, sólo si se piensa que ésta ha hecho un recorrido continuo unificable. Es la continuidad, por ende, la que confiere a la historia su sentido inteligible.

Ranke entiende, finalmente, que a través del conocimiento histórico se participa en la vida misma de Dios.

Éste preámbulo sirve para entender la impresionante obra del protestante alemán en torno al papado. «La Historia de los Papas» (ed. FCE) trata de la historia del papado durante el período que va desde la crisis protestante hasta el final de la Guerra de los Treinta Años, con un capítulo final que abarca hasta el Concilio Vaticano I. Más que la historia de los Papas, en general, el volumen debería de concretarse con un «desde León X hasta Urbano VIII». Porque es el período por el que se interesó Ranke, pero si el propio autor no delimitó el título, no lo haré yo desde luego.

El libro es ciertamente muy interesante, aunque adolece de un defecto primordial y es que Ranke no pudo acceder a las fuentes vaticanas, por lo que en la narración de los hechos falta una parte fundamental. Sin embargo, como hemos expresado arriba, esto no es ningún problema para el alemán, que muestra a lo largo del texto algunos de los prejuicios típicos protestantes, aunque no en exceso. Más que anti – romano, Ranke se muestra anti – español.

Pero nada de esto es óbice para que el autor ofrezca la impresionante obra de Trento. El lector católico podrá vislumbrar en las rendijas que encuentra en la historia de Ranke, el resplandor de la Providencia. El rigor de un Caraffa y un San Cayetano, que reformaron la vida sacerdotal formando la Orden de los Teatinos, dispuestos a vivir la realidad del ejemplo de los pájaros y el trigo renunciando a pedir limosna, viviendo de la Providencia; la obra de un San Carlos Borromeo y, sobre todo, el influjo de la Divina Providencia a través de la Compañía de Jesús, dónde Ranke llega a capitular y, a pesar de sus prejuicios protestante, da a entender como toda la obra de la reforma protestante estuvo a punto de fracasar gracias a la Compañía de Jesús. San Ignacio, San Francisco Javier, San Pedro Canisio, etc, son la fuerza de la Iglesia de Trento. La Compañía es llamada por obispados devastados por los predicadores protestantes y es mediante la misma Compañía como el Señor va restañando y reconstruyendo la Iglesia.

Podríamos decir que el período post-tridentino es la antítesis del post- Vaticano II. Leer el florecimiento de la Iglesia en la pluma de un protestante, es tremendamente llamativo, sobre todo si lo comparamos con escritores católicos modernos.

Finalmente, la obra de Ranke no es sólo un libro, sino dos. Porque en su época fue toda una osadía que un protestante narrase la historia del papado. De ahí surgió la meritoria obra de Von Pastor, también sobre la historia de los Papas.

Libro recomendable el de Von Ranke. Bien escrito y de fácil lectura.

Que Ranke sea protestante, hoy carece de valor ya que, por desgracia, muchos escritores católicos de hoy en día, son mucho más protestantes que el alemán.

La Historia de los Papas está editado por el Fondo de Cultura Económica.

1 comentario

  
Fidel
Yo he leido a Ranke y me sorprendió lo que se podría llamar ausencia de espíritu sectario y estudio objetivo y sereno. Lógicamente desde la perspectiva protestante. De hecho hay episodios muy negativos en la vida de algún Papa -Julio III- que aparecen narrados con detalle en Pastor y no en Ranke
29/07/11 12:30 AM

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