Buenas razones para creer
Casi un año y medio atrás subí a este sitio una serie de artículos titulados “por qué soy católico“, donde proponía la tesis de que para ser católico no es necesario un salto de fe. En resumen, el argumento era que, dado que es altamente probable que Dios exista y que los evangelios son una fuente confiable para conocer la predicación de Jesús de Nazaret, es razonable dar crédito a sus palabras, apoyadas como lo están por los milagros y las profecías cumplidas, y admitir entonces que nuestra salvación eterna pasa por incorporarnos a la comunidad de sus seguidores (Jn 14,6 entre otros).
Algunos comentaristas objetaron esta tesis, señalando que era erróneo intentar demostrar por la razón aquello que sólo puede alcanzarse por la fe. Esta crítica que no debe tomarse a la ligera, pues hay precedentes de personas que, han pretendido que es posible demostrar dogmas, por ejemplo la doctrina de la trinidad, que sólo podemos conocer mediante la fe, es decir por haber sido reveladas por Dios.
Tenía entonces pendiente desde esa época el intentar “afinar” mis conceptos sobre el papel de la fe en el esquema que he descrito. Varias veces probé diferentes enfoques para abordar el tema, sin que ninguno resultara completamente satisfactorio, y no puedo decir que al día de hoy lo haya encontrado, pero la inauguración del año de la fe el próximo 11 de octubre me ha animado a comentarles lo que tengo hasta ahora.
Normalmente al hablar de fe, se entiende que es cierto tipo de conocimiento, o un conjunto de proposiciones sobre la realidad, que se creen sin mayor cuestionamiento, pero ya la Escritura nos advierte, que tener fe no es sólo conocer pues “también los demonios creen y tiemblan” (Santiago 2,19). La fe, en cambio, además nos exige responder a ese saber, es un conocimiento al que asentimos o respondemos con nuestra voluntad.

El viernes 28 de septiembre recién pasado, falleció el Padre Pierre Dubois, en la Población La Victoria de Santiago de Chile. Esta noticia fue recibida con pena y recogimiento en todo el país, en reconocimiento de la heroica labor de este Sacerdote de NSJC, en defensa de los derechos humanos y de las personas más desamparadas, durante la dictadura del General Augusto Pinochet, uno de los episodios más oscuros de nuestra historia reciente.
Esta pregunta se hacía el Padre Luis Roblero, director de Infocap, hace un año en una columna dedicada al
Unos días atrás les comentaba acerca de los más recientes datos disponibles sobre 
A fines de octubre próximo, los chilenos tendremos una elección de alcaldes y concejales, por primera vez con voto voluntario, pues hasta ahora teníamos un sistema de inscripción voluntaria para votar, pero con la obligación de hacerlo en todas las elecciones. Los gringos también se preparan para una elección presidencial en noviembre próximo, donde nuevamente los católicos enfrentan la disyuntiva entre un candidato malo y otro intolerablemente malo. En tal situación, naturalmente nos surgen reflexiones -más o menos conexas- acerca de nuestra participación en estos procesos, incluso sobre la democracia misma.
Interesante se ha puesto la conversación acerca de la moral laica. Nos han planteado un par de dilemas morales hipotéticos, que tal vez Uds. estén interesados en abordar.
Al revisar los comentarios de la entrada anterior, sobre los dichos del presidente francés acerca de una “moral laica", tengo la impresión de que he usado ciertos presupuestos, que no son evidentes para todos. Permítanme entonces explicitar ciertos conceptos que tengo en mente, para que se pueda entender por qué digo que es absurdo hablar una ética o moral laica,.


