InfoCatólica / La Esfera y la Cruz / Archivos para: Mayo 2012

9.05.12

Dios, el tiempo, y otras tonterías

A propósito de la entrada anterior, un visitante anónimo consulta:

Si Dios está fuera del tiempo y todo es un eterno presente para él:
¿Hay diferencia para él entre nuestro pasado, presente y futuro?
¿Hay todo una gama de pasados posibles que puedan ser cambiados por él (y consiguientemente hacer que lo que fue no fuera)?

Antes de contestar, debemos reiterar el punto central del que veníamos hablando: Dios es completamente trascendente y diferente a toda la creación. Es importante mantener esto en mente, porque a veces se nos acusa de desviar el foco de atención con maniobras retóricas e imágenes arbitrarias. A esto, los creyentes sólo podemos reconocer que nuestras ideas acerca de Dios son imperfectas y limitadas, precisamente por esa diferencia fundamental entre Él y nosotros, y por lo tanto también lo serán nuestra forma de expresarlas. De hecho, Santo Tomás de Aquino decía que sólo podemos decir realmente lo que Dios no es.

Ahora, para responder la primera pregunta, aclaremos qué queremos decir con “Dios está fuera del tiempo", usando un pequeño ejercicio mental.

Imaginemos una línea, que inicia en el punto A, y recorre una extensión determinada, hasta el punto ZZ. Luego, pongamos el big bang en el punto A; en el punto F, la aparición de los elementos químicos; en el Z, las primeras estrellas, en el AZ, los rudimentos de nuestro sistema solar; en el BL, el presente; y en el ZZ, el fin del universo. Según la analogía de Tolkien de la que veníamos hablando, hemos “creado” una línea de tiempo para un subuniverso, con inicio y fin, pero nosotros mismos, como sus creadores, no formamos parte de ese universo y su tiempo. Desde nuestra perspectiva, el “presente” (de nuestro subuniverso, se entiende) no está más cerca ni es más real que el Big Bang o el punto ZZ, porque nosotros mismos no formamos parte de ese universo, a pesar de haberlo creado. Estamos fuera de esa línea temporal.

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7.05.12

Dios, autor trascendente

Es curioso que, en el diálogo entre escépticos y cristianos, el concepto mismo de Dios sea una barrera, pues lo habitual en un debate es que las partes al menos estén de acuerdo sobre qué se va a discutir. Me refiero a que ateos y agnósticos suelen hablar de un dios que es muy fácil de negar, un ser tal vez poderoso, pero en definitiva uno más dentro de los dioses a los que los hombres han adorado. En esta categoría tenemos a Thor ("Tú no crees en Thor ni en Odín; yo no creo en Thor, ni en Odín, ni en Yavé"), la tetera de Russell ("Hay tanta evidencias de tu dios como de una tetera que orbite a Venus"), o el paródico monstruo volador de Spaghetti.

En la vereda opuesta, los cristianos insistimos en que nuestro Dios no es simplemente uno más dentro de los dioses que han adorado los hombres, sino el único Ser Supremo, completamente trascendente a todo lo creado, al cual incluso la categoría de “ser” se aplica de una forma limitada o analógica. A esta diferencia fundamental de conceptos se debe más de un fracaso en una conversación que es relevante y necesaria.

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