Evolución, 2a Parte
Decíamos ayer que no existe una contradicción necesaria entre el cristianismo y la teoría de la evolución, y que lo propio del científico y cristiano es investigar los fenómenos observables, con la confianza de que nunca estarán en oposición a la verdad revelada.
Sin embargo, esta “declaración de paz y cooperación” entre fe y razón que extiende la Iglesia, no siempre es aceptable para los que, más que defender la ciencia, han optado por atacar la religión. Para ellos, sólo la más ridícula de las creencias mitológicas es propia de sus oponentes, y la más pura, racional y evidente de las verdades es digna de su bando, y desde luego, cualquiera que ose cuestionarla es un fanático.
Pero la teoría de la evolución dista mucho de ser esa verdad evidente, lógica y pura.
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