En nuestra anterior entrada acerca del matrimonio, musa reconoció como propio el comentario que la encabezaba y puso un extenso comentario, que amerita una respuesta tan bien desarrollada como la suya.
Pero antes, algunas aclaraciones.
En primer término, se debe tener en mente que lo que exploramos aquí es una especie de reductio ad absurdum: si el matrimonio no es nada más que un compromiso de amor y fidelidad, se sigue de esto que es necesario derogar la regulación estatal del matrimonio; como tal conclusión es absurda, sólo podemos afirmar que la premisa (el matrimonio es sólo amor y fidelidad) también lo es.
Conversando sobre este tema en otros foros, me he encontrado con liberales y feministas que me han dicho “efectivamente, el matrimonio no es más que un atavismo y eventualmente dejará de existir". No es esa mi opinión, y creo que tampoco es la de musa, lo que deduzco de su insistencia en preservar la regulación pública de la unión conyugal.
Mi intención, entonces, es dar argumentos para conservar y aumentar la relevancia que tiene el matrimonio en la sociedad, pero también para que lo hagamos por las razones adecuadas, lo que a su vez nos permitirá distinguir un matrimonio verdadero de otro que no lo es, y avanzar hacia una legislación más favorable para todas las personas involucradas en él.
Lo que tenemos hoy en día es una verdadera política de “no preguntes, no digas", que en un ámbito tan importante como este, es la peor respuesta posible.
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