Los curas de los años cincuenta

Durante los últimos días he tenido por diversos motivos varias noticias de sacerdotes ordenados durante la década de los cincuenta. En uno de los casos ha sido el fallecimiento de un compañero diocesano don Felipe Moreno Flores, que ha pasado a descansar a la casa del Padre, tras una larga vida de entrega a su ministerio sacerdotal.

Aquellos curas de los cincuenta fueron niños que nacieron en la década de los treinta entre las penurias de una República sectaria y una horrenda guerra civil. Al acabar la contienda aquellos chicos llenaron los seminarios de una España hecha trizas. Los inmensos edificios que habian tenido diversos usos militares, sobre todo en la zona republicana, eran de una pobreza franciscana. La comida era escasa, falta de vitaminas y proteínas, pero llena de calor de unas inmensas cocinas, donde las legumbres eran el primero y único plato de mediodía y la noche. El hambre que pasaron solamente la mitigaban con las ayudas familiares, que llegaban cuando se podía, y se compartían con los compañeros más pobres. Los embutidos caseros era el mejor alimento familiar.

Aquellos jóvenes estudiaron retórica, filosofía y teología pura y estrictamente escolásticas, con unos libros de texto escritos en lengua latina, de la que muchos fueron buenos practicantes. Así llegaron a la ordenación sacerdotal en la década de los cincuenta, cuando España se abría al mundo con el Concordato, con el ingreso en la ONU, con la ayuda americana, con la visita del presidente americano y con la llegada de los tecnócratas a la economía española.

Estos curas fueron los que asistieron en sus parroquias al cambio que supuso el Concilio Vaticano II: les tocó implantar la reforma litúrgica en lengua castellana; les animaron a que desplazaran los altares laterales y sus imágenes a otros lugares; así nacieron los almacenes parroquiales de tallas de mucha categoría; les sometieron a toda clase de cursillos sobre catequesis, apostolado seglar, rural, matrimonial…Estos hombres emprendieron la dura tarea de quitarse las sotanas y vestirse de traje, camisa y tirilla blanca. Algunos más avanzados pasaron a vestir de laicos.

En aquella primavera eclesial del postconcilio, muchos de estos curas reflexionaron sobre sus vidas y optaron por pedir la reducción al estado laical, contrajeron matrimonio y tuvieron sus correspondientes hijos.

Los curas de los cincuenta que perseveraron siguieron adaptándose a los tiempos de la Transición. La misión en los pueblos de estos sacerdotes fue de contribuir a la reconciliación de los dos bandos enfrentados en la guerra civil. Lo hicieron con sabiduría, sin estridencia, aunque hubiera casos singulares explotados por los medios de comunicación de aquellos años.

Actualmente, aquellos curas están jubilados. Viven en residencias sacerdotales o en sus casas con la familia. Algunos acuden para alimentarse a los comedores sociales. Buena parte de ellos han entrado en el mundo de internet, que les sirve de medio para la evangelización, la comunicación, la lectura y el apostolado entre la gente de la red.

Todos ellos están echando una mano en alguna parroquia, o todavía no les ha llegado la jubilación porque sus obispos no tienen a otros para sustituirles. Aquellos curas de los años cincuenta siguen siendo una prueba de adaptación a la mudanza de los tiempos y a las virtudes más esenciales en la vida de un presbítero: Fidelidad a Cristo, a la Iglesia y así mismos.

Para todos ellos vaya hoy, Pascua del Espíritu Santo, mi oración, recuerdo y felicitación.

Tomás de la Torre Lendínez

7 comentarios

  
Castellana
Me ha gustado mucho su artículo. Éstos sacerdotes vivieron unos años cruciales, no tuvo que ser fácil el cambio que para ellos supuso el Concilio, algunas veces mal interpretado. Yo también rezaré hoy por ellos.
31/05/09 12:59 PM
  
Norberto
Tomás
Un cura de los años cincuenta,octogenario,ha celebrado misa,de Pentecostés, cantada,en mi parroquia.Aunque vive en un apartamentito del edificio parroquial,ha de salir,para recorrer unos 20 metros, varios minutos antes,las piernas no le responden,pero morirá con la casulla puesta.
31/05/09 1:32 PM
  
Ana
Demos gracias a Dios por estos sacerdotes que cumplieron la misión para la que habían sido llamados y ahí siguen haciendo lo que pueden. Algunos habrán tenido sus crisis, sus dudas pero sabían de quien se habían fiado y fueron fieles, Feliz Pascua de Pentecostés
31/05/09 6:12 PM
  
pseudosociólogo
Pues no, esa generación de curas ha sido un desastre para la Iglesia, y la misma Iglesia ha participado del desastre por muchos motivos. Para que se vea que no ha sido sólo una cosa española, menciono otro blog de por aquí donde un obispo francés trata del mismo asunto. Esa generación de curas no ha sido, sociológicamente, distinta al resto de los españoles. Un educación estricta, unos valores aparentemente claros y, de pronto, el gran cambio de los años sesenta donde aparece un tipo de sociedad moderna que, al menos, derrota al comunismo como modelo social y nos trae el bienestar y el desarrollo. No son casos raros quienes pasaron en dos meses del falangismo al comunismo, también hubo una correlación de millones de franquistas que se hacen antifranquistas en tres días y sin salir de casa. Fue un tiempo de cambios a toda prisa; el cambio más importante y exitoso es el Plan de Estabilización de finales de los cincuenta, el hecho sociopolítico más importante de la Historia de España en el siglo XX. Ese cambio lo ha "vivido" esa generación, todos cambiaron y se reajustaron enseguida y, en conjunto, no lo hicieron mal si uno está a gusto en la estructura social que apareció en esos años que es la actual. La capacidad de cambiar sincrónica y sistemáticamente es muy importante en ese tipo de sociedad. En conjunto tal vez la cosa salió pero en cuanto a la Iglesia el desastre es innegable y esos curas era, dicen, Iglesia.
01/06/09 6:54 AM
  
certero
Para el falso sociologo:
Esta generación es una de las mejores de los más valientes curas de todos los tiempos. Las afirmaciones que haces de ellos de cambio de chaquetas ideologicas en la transición habria que decirlo de todas las personas de aquellos años, pues todos los españoles se volvieron monarquicos, cuando antes no lo habian sido, se volvieron votantes de equis partidos cuando nunca habian votado a nadie durante largos años del regimen de Franco.
Por lo tanto, falso sociologo es usted un injusto al hacer juicios generales. Seguro que usted tambien tuvo que cambiar de chaqueta y por eso lo dirá.
01/06/09 12:27 PM
  
pizarrín
Guardo un recuerdo imborrable, de dos sacerdotes magníficos. Don Eli (así lo llamábamos), y Don Ricardo. Con una paciencia infinita aguantaban nuestros besamanos, y pasaban horas en la iglesia. Siempre estaba abierta. Ellos prepararon mí Comunión y Confirmación. Maravillosos recuerdos. Que el Señor, haya premiado su gran labor.Saludos.
01/06/09 7:20 PM
  
pseudosociólogo
Es demasiado convencional hablar de "cambio de chaqueta", aquello de finales de los cincuenta fue un cambio de osamenta, un cambio convertido en ética y sistema. Fue un cambio de mundo al que todos, los curas y los otros, tuvieron que sumarse. Antes de ese cambio había un mundo y apareció otro distinto que llega hasta hoy y ocurrió dentro del franquismo que también cambió junto con todo lo demás, la idea es que todo cambie según la dinámica interna del cambio. Fue un cambio posible y realizable, ser monárquico o comunista es accesorio. Lo importante es vivir el cambio y el cambio te marca el camino. En España la administración franquista lo puso en marcha y se convirtió en un deus ex machina de su propia obra pero esa forma social se impuso en todo el planeta y requiere un tipo de población y una mentalidad encaminadas al progreso, el bienestar y el desarrollo y guiada por diversos medios sociales. Yo no digo que sea malo si uno está contento con los resultados que son numerosos y evidentes y llegan hasta nosotros. En conjunto no ha ido mal y hay muchísima gente feliz de seguir en ese proceso y lo ven como una aventura llena de estímulos, la vida misma. Mucha gente no tiene problemas de conciencia por haber cambiado de la forma más aparatosa y descarada porque lo entendieron como algo necesario. Para muchos, aquellos días de cambio han marcado su vida para siempre y sólo recuerdan las cosas a partir de ese momento de iluminación. Ese despectivo "cambio de chaqueta" para éllos fue un cambio de vida, un descubrimiento de la realidad, y por ahí siguen. Por cierto, muchos curas "cambiaron de chaqueta" dejando la sotana pero eso es muy superficial y es exagerado tomar ese cambio de look como "valentía". Por supuesto que yo cambié, ¿cómo no?, la idea es que todo va cambiando en todo momento y mi modesta persona no se libra, ni entonces ni ahora, no queda más salida, el mío fue un cambio tonto y minúsculo entre millones de cosas que cambian, no me hice teólogo de la liberación ni maoísta ni marica ni nada, me hice uno más entre tantos. Nunca he encontrado entre tanto cambio la experiencia emocionante de la que se jactan otros. Y nada, para cambiar un poco más -nunca se cambia lo bastante- sólo me queda por saber si la siguiente expresión "certera":

"una de las mejores de los más valientes curas de todos los tiempos"

es o no es un juicio general. Yo veo una especie de largo crescendo hiperbólico y superlativo. Si lo tomamos como hecho histórico cierto tiene un doble valor, es ambigua. Es decir, la Iglesia se ha mantenido bien a pesar de las dificultades o al revés, toda la confusión y contradicción con la los diversos sectores eclesiásticos nos despistan es buena, es valiente, es lo mejor. Como se acepta en conjunto la obra de los curas de los cincuenta, cualquier cosa queda aceptada. Y hay que seguir cambiando por ser más valientes que los más valientes. Pues vale, adelante.
02/06/09 7:18 AM

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