Curas premiados con una calle o con la filiación adoptiva

Los tiempos actuales traen algunas noticias muy buenas para la Iglesia Católica. Me quedo solamente en la tierra andaluza. Aquí que en la década de los años treinta del siglo pasado fueron muchos los curas que derramaron su sangre por el mero delito de ser cura, sin dejar atrás a los obispos de Almería, Guadix y Jaén.

El anticlericalismo andaluz está en los escritores de esta región española. Con un ejemplo sobra: don Juan Varela. Las coplillas populares tan características de esta tierra recogen también los mensajes en contra del clero. No digamos los chascarrillos en los que curas, frailes o monjas entran y salen en escena con insolencias y sal gorda contra el estamento servidor de la Iglesia Católica.

Por el contrario, en los últimos diez años hasta la fecha, los consistorios municipales han recibido concejales de todos los partidos políticos, quienes a pesar de ser victimas de la logse, han sabido valorar la misión, la labor, el papel y la actuación a favor del pueblo de bastantes sacerdotes.

Esto ha creado un clima de colaboración y entendimiento que se plasma en rotular calles y parques con el nombre de determinados curas. Se ha llegado a nombrar hijos adoptivos o predilectos a tales o cuales sacerdotes del pueblo equis.

Con referencia personal, siempre que paso por la calle rotulada con el nombre del párroco que encauzó mi vocación sacerdotal, rezo por su eterno descanso y levanto la mirada a la esbelta Torre del Concejo, donde está la parroquia en la que serví de acólito.

El record lo bate un cura que ha sido nombrado hijo adoptivo en dos pueblos diversos donde ha servido como párroco. Si una vez es posible, repetir parece más difícil.

¿Estos acontecimientos son positivos?

Estoy convencido que sí, son positivos para la comunidad humana y cristiana de la villa donde tal sacerdote es votado por unanimidad de los componentes de la corporación municipal, desde la derecha hasta la izquierda, ser declarado hijo adoptivo de la localidad.

Estas decisiones son positivas porque demuestran que los partidos más declarados en la historia como anticlericales, han evolucionado en sus posiciones ideológicas, superando cuentos chinos de antaño, y valoran con equidad y sentido común que la misión de un párroco nunca es un freno para la comunidad de esa localidad, sino que es un espejo donde pueden mirarse los niños y jóvenes vecinos en el lugar para aprender las virtudes del homenajeado con tal título municipal.

Estas decisiones son positivas porque los sacerdotes agraciados con estos premios del municipio donde han servido como pastores de esa feligresía están encuadrados en todas las edades: curas jóvenes de menos de cuarenta años; sacerdotes maduros entre los cuarenta y los sesenta; y pastores beneméritos que llegan a los 75 años, se jubilan y el ayuntamiento les regala con un premio para la posteridad vecinal y la historia local.

Todos los casos conocidos por quien firma estas líneas son curas que han sido reconocidos en vida. Los menos casos han sido post mortem. En esto las autoridades locales son justas y comprenden que en vida se ejemplifica mucho más.

Salvo un aspecto: estos reconocimientos municipales, no levantan vocaciones sacerdotales en los pueblos equis, donde los curas que han servido han tenido una calle a su nombre, o han obtenido el nombramiento de hijo predilecto o adoptivo.

Este aspecto me hace pensar, y más en estos días previos a la fiesta de San José, tradicional Día del Seminario.

Aquí abro el diálogo a los amigos lectores: ¿Por qué no nacen vocaciones sacerdotales en esos pueblos o villas?. Agradezco a quien deje su comentario.

Tomás de la Torre Lendínez

8 comentarios

  
Caminant
Son dos temas separados,don Tomás.
El P.José Manuel,ex párroco de Canfranc,nuestro amigo,en sus más de 40 años de vida sacerdotal ha pasado por distintas parroquias,pues bien,fue tan buena su labor pastoral en Sallent de Gállego durante 18 años,que lo nombraron hijo adoptivo. Eso es bueno por parte del pueblo que reconoce una labor en beneficio de las personas y otra es que no se susciten vocaciones ahí,en esas poblaciones. Es por ausencia de compromiso,de capacidad de sacrificio,de no ahondamiento en la fe,quizá de no acompañamiento por la comunidad de ese joven.
Hemos de ser ejemplo,con paciencia,pero esencialmente con fe y fidelidad al Señor.Lo demás,si ha de surgir,surgirá.
Un abrazo,pater.
08/03/13 9:47 AM
  
Juan Mariner
A los jóvenes actuales les interesa poco la religión, pero también les interesa poco la política, el ejército, el sindicalismo, la tauromaquia, la música clásica, la caza, el folklore, los periódicos, la pintura... La moda influye, pero el utilitarismo en el que están inmersos también. Los jóvenes son jóvenes, no tontos; los referentes que ven en nosotros, los más mayores, no les interesan: no hemos sabido ni hemos querido establecer un diálogo sincero con los más jóvenes, nuestra prepotencia, nuestra amoralidad y nuestro egoísmo hipócrita no nos deja ver más allá: una lástima.

De todas formas, un pariente mío, cura rural, se disgustaba bastante cuando se iba de un pueblo y le agasajaban demasiado las autoridades y vecinos con regalos y homenajes: no veía su esfuerzo completado y creía siempre que su labor era intrínsecamente "discordante" entre los fieles y vecinos, el catolicismo debía interpelar a las gentes de forma continua y polémica sin convencionalismos, comodidades e hipocresías...
08/03/13 12:23 PM
  
second at.
¿Por qué no nacen vocaciones sacerdotales en esos pueblos o villas?
No tengo ni idea. La sociedad ha cambiado mucho en poco tiempo, desde las sociedades más rurales a las grandes capitales. Yo le preguntaría a los sociólogos y antropólogos, y procuraría escuchar sus respuestas.
08/03/13 12:57 PM
  
Carmen
Pienso que el fallo podría estár en las familias. El niño no crece en un ambiente familiar donde se vive y transmite la fe, y las influencias del exterior son muy fuentes en estos tiempos.
08/03/13 2:45 PM
  
guillermo
La sociedad ha cambiado, en lo superficial y en lo profundo . La idea de heroismo ligada al de sacrificio, tesón, capacidad , era algo que pertenecía a todos los ámbitos y todas las clases sociales. Padres abnegados hasta la extenuación, que sus hijos fueran más que ellos . Médicos, profesores y tantos eran verdaderos maestros de la vida. Dar más allá de lo socialmente exigible eran prueba de verdadera valía y espejo en quienes mirarse .Ser bueno , noble ,auténtico producía secreta envidia. Tal vez el problema sea ese , que el nivel medio para ser persona ha bajado mucho , se le llama así a cualquier cosa y eso conviene mucho a este sistema que recela , con razón , de lo singular y bello .
08/03/13 4:12 PM
  
Eduar2
En el fondo, lo disfracen como lo disfracen, creo que es porque piensan que pueden vivir mejor, con más libertad y menos ataduras, conforme a lo que están acostumbrados en las familias y en sus ambientes. Por otra parte, cuando se pone en duda todo tipo de referencias, resulta heroico ir por ahí con unos principios fijos e inalterables, cuando lo que prima es lo acomodaticio a la mayoría.
08/03/13 9:02 PM
  
María Luisa
Creo que para ser sacerdote hace falta vocación y sacrificio y esto último a la juventud de hoy no le gusta nada. La mayoría no van a misa por comodidad y dicen que no creen en dios porque esto requiere un compromiso.
08/03/13 9:11 PM
  
MARGARITA S C
En mi pueblo de adopción que yo sepa no hay ninguna calle que lleve el nombre de algún sacerdote, ni se ha hecho hijo adoptivo a alguno. Ahora como maestra tengo el honor de haber dado un alumno al sacerdocio. Me he preguntado y sé que es Dios quien llama y que la vida pone las piedras para el edificio, pero en el tiempo aquel de su escolarización, se formaba en valores y se les impartía conocimientos y algún granito mio tuvo que colaborar para su posterior paso de entregar su vida a Cristo y a los hermanos, como algo que deseo referir es que hacíamos en clase el mes de mayo a la Virgen María, traían flores y rezábamos y luego les hablaba un poquito del milagro de Fátima a los tres pastorcillos. Referente a la cuestión que plantea, es bueno reconocer la labor de un párroco, ahora dar frutos sacerdotales creo que no se vincula a esto, creo que sería su carísma de atraer a los jovenes a Cristo como un alegre encuentro, debe ser misionero, abrirse y hacerlos partícipes de las tareas y compromisos seglares, debe buscar a los líderes juveniles captarlos y los amigos vendrán por añadidura. Tengo que decir que cuesta ver monaguillos en las liturgias y que se ha entrado en un acomodo de catequesis. Cuando el movimiento Scaut funcionaba en esta parroquia local, fue un imán para la juventud.
10/03/13 12:13 AM

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