Uno entre veintiocho
Interesantes los comentarios a mi post de ayer, porque vuelven a poner de manifiesto una vez más cómo es el ser humano. Veintiocho comentarios, que no está nada mal. La página vista más de 1.300 veces. ¿Qué dicen los comentarios? Pues creo que todos van en la línea de algunos reproches y muchos buenos consejos sobre lo que debemos hacer los curas.
Hablaba un servidor de cómo desde los mismos obispados se nos insta a una actividad a veces desbordante. Para nada hablé de las exigencias que nos presentan de los fieles, no siempre evangélicas. Demasiadas cosas. Insisto: los comentarios son un conjunto de buenos consejos, documentos, citas sobre lo que hemos de hacer, reproches a esos curas que de cualquier manera… Sólo un comentario proclama a voz en grito (porque está escrito con mayúsculas): “INVITO A TODOS LOS LAICOS A QUE AYUDEMOS EN LO QUE PODAMOS A LA IGLESIA COMPROMETIENDONOS EN TRABAJOS VARIOS Y RESPETEMOS Y AMEMOS A NUESTROS SACERDOTES”.

Reunión de sacerdotes con nuestro obispo. El tema: espiritualidad sacerdotal. Como es natural se nos habló de formación permanente, asistencia a reuniones de arciprestazgo y diocesanas, participación en los grandes acontecimientos diocesanos. Días de retiro y ejercicios espirituales, oración personal. De paso salieron otras cuestiones de organización parroquial: consejos parroquiales, libros, economía, catequesis, caritas y más ahora… 
Seguro que más de una vez han escuchado una cosa así. Una pareja que acude a una iglesia a solicitar fecha para su enlace matrimonial y la iglesia que les pide una cantidad como señal por dejar cerrada la fecha. Como es natural, horror, terror y pavor: la Iglesia pesetera, siempre pidiendo dinero, dificultades para todo…
Me parece una frase que denota más que una enorme soberbia, una solemne estupidez. Tratar de solucionar una cuestión o aclarar sus términos apelando a lo que Jesucristo hubiera dicho o hecho se convierte en una mezcla de incultura, vagancia, prepotencia y falta del sentido del ridículo. Hay que estar muy sobrado para saber exactamente lo que Cristo diría, haría, condenaría o recibiría con aplausos en cada momento existencial.