28.12.12

Prohibido hablar de San Tarsicio

Mucho me temía yo que la cosa iría por otros derroteros. Porque cuando leí que se había producido un conflicto por las catequesis de primera comunión en una parroquia gallega, servidor –de ilusión también se vive- llegó a pensar que lo mismo los padres exigían que se hablara claramente a los niños de pecado, redención y gracia, de la necesidad de participar en la eucaristía dominical, de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, de sacrificio, de entrega, de oración. Pues no. Justamente todo lo contrario.

La noticia apareció en el diario El País, siempre ecuánime en noticias religiosas, y fue recogida por Religión Digital, ejemplo de ortodoxia y equilibrio.

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27.12.12

Indignación operativa. EsRadio, nunca más

Me resisto a ese fatalista ¿y qué vamos a hacer? Sí. Nos indignamos un rato ante alguna injusticia, lloramos en solitario o en pandilla, y las cosas retornan a su ser y aquí no ha pasado nada.

Todas las viviendas de nueva construcción deberían contar obligatoriamente con “el cuarto de llorar”. Un habitáculo donde encerrarse, nunca más de quince minutos, dolerse, lamentarse, derramar lágrimas, soltar improperios y reconocer la cantidad de mal bichos que pueblan el planeta. Eso sí, después de esos quince minutos, a tomar decisiones, que es lo que nos suele faltar. Es lo que yo llamo pasar a la “indignación operativa".

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26.12.12

¿Engañar a un posible seminarista?

La entrada que hice hace unos días sobre la soledad del sacerdote ha traído cola. En comentarios, que los hubo, y en forma de correos privados a un servidor.

Los reproches, abundantes, han ido en dos direcciones. Por una parte los que quisieron descubrir en esa entrada una falta de espíritu sacerdotal en un servidor, cuando no una profunda crisis de fe y de ministerio. Pues no. Me temo que nada de eso. Porque servidor es alguien feliz de ser cura, encantado con su ministerio, que se lo pasa en grande como sacerdote y que agradece a Dios cada día el haber sido llamado al sacerdocio, y de forma especial hoy, que estoy celebrando mi treinta y tres aniversario de ordenación sacerdotal.

También aparecieron los que me recriminan el que diga estas cosa en público pensando que pudieran disuadir de responder a la vocación a algún joven que al leer lo de la soledad se echara para atrás en la respuesta al Señor.

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24.12.12

De cuando el morito llegó a pedir el aguinaldo a la señora Rafaela

La señora Rafaela se levantó una vez más a abrir la puerta. Tarde de Nochebuena y los chicos ya se sabe cómo son.

En Madrid ya no se estila, y en los pueblos incluso se va perdiendo. Ella recuerda aún cuando en sus años mozos salían chicos y chicas con guitarras y bandurrias a pedir el aguinaldo. Y cómo en cada casa si no había dinero –que era las más de las veces- al menos ofrecían un trago de vino y unos dulces.

Las cosas no son como antes. Ni los chicos cantan, ni se escucha el sonido de la guitarra. Apenas una pandereta, más que sonada, golpeada con saña. Pero es Nochebuena, y en esta noche cualquier cosa te lleva a recordar.

Desde que cayó la tarde ya han pasado por su casa cuatro o cinco cuadrillas. Tres o cuatro niños que repiten el tradicional “Felices Pascuas” y reciben como premio unas monedas y algunas peladillas. Niños del pueblo, conocidos, acompañados a veces por algún amiguito de esos de fin de semana.

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23.12.12

La soledad del cura

Ante todo perdonad este desahogo personal. Esto es el blog de un cura y lo mismo hablo de la misa, que de los niños, que de cosas de la iglesia y del mundo, que cuento cómo me siento en algunos momentos.

Del cura se saben las cosas propias de su ministerio: que dice misa, confiesa, atiende niños y jóvenes, lleva adelante la parroquia, ayuda a los pobres. Y al cura se le valora y critica justo por esas cosas. Normal, es lo que se ve.

Pero hay una parte que nunca acabarán de comprender. Es la parte en que uno entra en la casa parroquial después de finalizar sus tareas y cierra la puerta desde dentro. Ahí es cuando te encuentras contigo mismo. Es tu propia soledad.

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