11.04.13

¿Se está preparando el futuro sor Teresa Forcades?

Cualquier cosa, Señor, en estos mundos. No sale uno de un susto y se mete en otro. Acabo de enterarme que Teresa Forcades y Arcadi Oliveres entran en política. A mí como si entran en crisis, en el metro, en el bus, o en la asociación para la defensa del robellón, se casan, bailan una sardana o se ponen el huelga de hambre. Me trae completamente sin cuidado.

El problema en este caso es que la una tiene prefijo: “sor” y el otro sufijo: “Justicia y Paz”. Y ahí comenzamos a no entendernos. Que Arcadi Oliveres se monte una plataforma independentista y de izquierdas me trae al fresco. Pero que el presidente de Justicia y Paz se dedique a la política partidista me parece aberrante. Yo, deben ser cosas mías, quiero un presidente de Justicia y Paz de otra manera: que tenga como principio fundamental promover la justicia y la paz según la doctrina de la Iglesia. Quiero entender desde mis pobres entendederas que difícilmente eso va a ser posible cuando uno hace pública opción de izquierda radical, independentismo en lo que específicamente denominan una opción de “izquierdas y soberanista”. Pues que lo haga el señor Oliveres, él sabrá, que ahí esté el presidente de Justicia y Paz me chirría.

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10.04.13

¿Quieren democracia eclesial? Pues nada, que se la den...

Me ha llegado en estos días una curiosa petición escrita por no se sabe quién y que pretende que “lleguen nuestras voces lleguen al papa y a todos los arzobispos españoles”. Curiosa carta que pide cosas muy nuevas, como los derechos humanos, los derechos de la mujer, la renuncia a las riquezas, abajo la moral, yo te amo, tú me amas y viva la democracia: “todos y todas nos sintamos representados, escuchados y unidos”.

Simpática la misiva. Para empezar porque no comprendo por qué hacer distingos entre arzobispos, que sí deben recibir la carta, y obispos que por lo visto no. Pero cada cual es dueño de escribir a quien le plazca.

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9.04.13

Rafaela hizo escrache

Hablé con Rafaela la otra noche. La cosa de saber cómo están, qué tal todo por el pueblo… Y con esa disculpa preguntarle por lo del escrache que servidor había escrito unos días antes.

Ella sabe perfectamente lo que es eso del escrache: ve la tele, escucha la radio y está bastante al día. Así que a lo tonto le conté lo que había escrito y le fui tirando de la lengua.

Mira, me dijo, a mí eso de que a la puerta de tu casa se te ponga una panda de gente pegando gritos y llamándote de todo pues no me parece bien, porque arreglar las cosas así a lo único que lleva es a más violencia cada vez que al final nos acabará salpicando a todos.

Ahora bien ¿sabes que yo hice algo parecido en una ocasión? ¿No te lo he contado nunca?

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8.04.13

Ortodoxia y ortopraxis: un mal cuento chino

Siempre hay un espabilado que, con voz de suficiencia, y como si acabara de descubrir la cuadratura del círculo proclama con una medio sonrisa de conmiseración ante los pobres mortales que tienen la paciencia de escucharle, eso tan poco original de que “es preferible un sacerdote comprometido con los pobres, que uno puntilloso en la liturgia o la doctrina”.

Hay que andar despistado (voy a ser bueno) para soltar una cosa así, porque esto en el fondo lo que quiere decir es que aquí una de dos: o estás con los pobres o estás con la liturgia y la doctrina de la Iglesia. Más aún, llevando al extremo el razonamiento, se llega con facilidad a que para estar con los pobres hay que hacer mangas y capirotes con la doctrina, y que los cuidadosos con la doctrina, de los pobres no quieren ni la vista.

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7.04.13

Sor Lucía Caram se reconcilia con el papa

Si en algo estamos de acuerdo todos es que sor Lucía Caram, como la España de Fraga, “es diferente”. Un día se encontró con un micrófono en la mano y unos palmeros que jaleaban sus ocurrencias y desde entonces no ha dejado de hacer méritos para estar cada día en el “candelabro” mediático, sin importarle a costa de qué.

Una monja normal que rece y transmita convencimiento de su vida interesa muy poco por no decir nada. Lo que a la gente le va es el morbo de una reverenda soltando soplamocos a la doctrina y haciéndose la “insertada” en el mundo a base de gracietas y disparates. Es el precio que hay que pagar por estar en la cresta de la información.

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