A los celiacos, servidor con vino
Cuando yo era niño o había menos enfermedades o, muy posiblemente, tampoco nos enterábamos demasiado. No recuerdo amigos celiacos, por ejemplo. Tampoco alérgicos y menos al polen. Pero insisto, cosas de pueblo.
Tengo en la parroquia algunos celiacos. Como es natural su enfermedad suscita algunos problemas a la hora de administrarles la comunión, ya que los hay con intolerancia total al gluten y la imposibilidad lógica de que reciban la eucaristía bajo la especie de pan.
En estos casos yo lo que prefiero hacer es preparar un cáliz pequeñito con una gotas de vino y agua en el que no se roce por nada el pan. Cuando llega el momento de la comunión el celiaco se acerca al principio o al final para facilitar las cosas y bebe directamente del cáliz. Para mí es lo más sencillo y lo que no admite duda.