25.03.13

Esto me pasó ayer en el confesionario

Ayer domingo por la mañana. Estoy en el confesionario. Una persona se arrodilla y comienza a llorar. Un llanto que acongoja el alma. Yo permanezco en silencio. Hay lágrimas y lagrimas. Las hay de emoción, de alegría, de arrepentimiento, de desesperación, de horror. Las de ayer eran mansas, serenas, hondas, de esas que salen de las entrañas más profundas.

Padre… años y años sin confesarme. Años y años lejos de Dios y de la Iglesia. Supe que habían abierto una capilla de adoración perpetua y vine un día por curiosidad. He vuelto más veces y no puedo más. No puedo mirarle estando así. Por eso estoy aquí…

No puedo añadir más.

24.03.13

Cuatro de la mañana de un domingo de Ramos

Son las cuatro de la mañana. Llevo en la capilla de la adoración perpetua desde las tres. Es mi turno de cada domingo: de tres a seis de la madrugada. Feliz turno. Mi compañero y yo nos habíamos ofrecido una noche cada uno y finalmente sólo ha sido necesario pasar una noche entre los dos.

Ayer me ofrecieron la posibilidad de suplirme en la guardia, pero no lo consideré necesario. Es verdad que el día es complejo: domingo de Ramos y por la tarde reunión del consejo económico, pero por eso mismo es bonito estar ahora en la capilla. Mas que bonito, es todo un privilegio. Estoy pasando la noche de Ramos a solas con Él.

Leer más... »

22.03.13

Las seis casullas blancas de la parroquia de Rafaela

El día de San José acudió al pueblo de la señora Rafaela un sacerdote desconocido. En el pueblo de al lado se juntaron la misa y, casualidades de la vida, dos entierros. Así que el párroco buscó un curita amigo que pudiera acercarse a celebrar misa en el pueblito de Rafaela. Ya le dijo que tranquilo, que posiblemente no irían a misa más de docena o docena y media de personas, pero no se iban a quedar sin celebración precisamente el día de San José.

La sacristana de siempre estaba de médicos en Madrid. Así que pidió a Rafaela que abriera la iglesia y preparara todo para la misa, y más habida cuenta de que iba un sacerdote nuevo y tendría que encender luces, micrófono y colocar y explicar absolutamente todo.
Buen sacerdote ese curita. Amable, simpático, cariñoso con ella y con los cuatro que estaba en misa. Cuando llegó el momento de revestirse Rafaela le abrió el armario y le preguntó: ¿qué casulla va aponerse? La blanca, respondió el sacerdote. Ya, ¿pero cuál de ellas? Es que tenemos seis.

Leer más... »

21.03.13

De niños, cromos, policía, misa y la señora Rafaela

Quizá algunos no vean la relación, pero yo creo que esto tiene que ver también con eso de llevar los niños a misa. La noticia aparecía estos días en la prensa: un padre llama a la policía para que la maestra devuelva unos cromos a su hijo.

Los niños son los nuevos reyes de la creación, a todo tienen derecho y todo se les puede consentir. Algo tan simple como estar unos adultos charlando, llegar el mocoso interrumpir la conversación y no sólo no se lleva una reprimenda, sino que nos parece normal que lo haga, le escuchamos con atención y hasta decimos que niño tan mono.

Qué les voy a decir de lo que pasa en los colegios. Pobre del docente que ose reprender incluso de la forma más suave y educada a un pequeñajo. A nada que se descuide se encontrará un papá o una mamá que le van a llamar de todo por traumatizar a su niño, humillarle y no sé cuántas cosas más. Todo al revés. Ante una mala nota no se le piden explicaciones al niño por vago, sino al maestro.

Leer más... »

20.03.13

Ir a misa con niños pequeños

Antes de nada decir que reconozco que en esto de los niños pequeños en misa hay curas y curas, pero también hay niños y niños, y sobre todo hay padres y padres.

Las cosas son como son, y en algunas ocasiones ha surgido de forma tangencial el asunto de acudir a misa la familia al completo y el problema que puede suponer el que alguno de los niños sea pequeño. Yo quisiera dar otra visión, la que sale desde el otro lado del altar, completada con los comentarios posteriores de despacho y sacristía.

Para empezar, creo que en este asunto concurren básicamente dos derechos: el de la familia, que quiere ir a misa como familia, lo cual es bueno y es todo un testimonio, y el de los fieles que piden poder tener una celebración sin demasiados sobresaltos. Luego parece que debe imponerse la elemental cordura de pedir a unos, los fieles, un poco de paciencia, y a otros, los padres, especial cuidado para que sus retoños incordien lo menos posible.

Leer más... »